“El disenso es el conflicto sobre la configuración del mundo común por el cual un mundo existe. Su desaparición no puede significar nada que la desaparición misma de la política”
Dos discursos políticos absolutamente extraños, sin medida común, sin norma o criterios que aseguren mediaciones o relaciones. Y en este caso, no se trata de la oposición o contradicciones entre dos argumentaciones políticas, sino de la confrontación, del radical desacuerdo, de la querella absoluta. A cada uno de los dos candidatos, le toca iluminar la distancia radical que lo separa del otro.
Es ineludible la delimitación de la esquina específica política-ideológica que establece el lugar propio.
Entonces, hay que pensar el cambio del modo de vida, la puesta en común de la vida de la sociedad venezolana: hay que pensar lo extraordinario, el acto político, el acontecer de la revolución. Desde la izquierda, desde la unidad del pueblo, la cuestión verdadera es dar un paso adelante:
A la vieja usanza, en este proceso político-electoral se impone, por la fuerza de los hechos, un riguroso y minucioso trabajo ideológico, de cara a la confrontación política que decide todo o casi todo. Es este combate decisivo, no queda de otra que apelar a contenidos políticos, a la eficacia ideológica o simbólica que asegure el colapso decisivo de la oligarquía criolla.
De la idea de la nación, de la sociedad venezolana se trata.
Todo indica que la política de sacar a Chávez por las buenas que siempre han sido malas y por las malas que siempre pretenden acelerar el proceso de desestabilización para tumbar a Chávez, “ha llegado al llegadero”.
El errático desempeño de la candidatura de la conjura contra la patria, no se explica por la naturaleza de capriles (puede escribirse con mayúscula, es lo mismo). En sí mismo, es el resultado de la prueba del ácido, a que ha sido sometida, tanto la banalización mediática de la política como el credo neoliberal.
En sentido estricto: han fracasado las buenas políticas económicas neoliberales (las de la “Doctrina del Shock”, que laceran a los pueblos del mundo y a la naturaleza) y la eficacia de los “mass media”, en tanto operadores políticos de una narración ideológica determinada, para dotar de cierto sentido a la sociedad venezolana.
La oligarquía criolla y la elite imperial querelladas con la evidencia de los hechos, se aferran al clavo caliente aquel de que “las circunstancias evolucionen a su favor”.
El candidato de la derecha, habla apalancado por la ideología cínica, y desde ese enclave moviliza su estrecho horizonte de la dicha en la desdicha y agita el retorno a las coordenadas de la Venezuela sujetada por el imperio, los señores de la guerra y las finanzas.
El candidato de la ideología cínica, en un lance más de la ultrapolítica y de la banalización política, evade autodefinirse como capitalista, neoliberal, conservador y ultraderecha. ¿Cuál es el alcance de ese lance de dados? ¿Es posible tal parada en la Venezuela de hoy? ¿Es cierto que la revolución chavista no es una alternativa anticapitalista y puede ser emulada por un sucedáneo cualquiera?
Bien: es este tope de la sociedad venezolana, del pueblo chavista. En este proceso político-electoral, excepcional respecto a pasadas coyunturas o momentos políticos, se ha posicionado una estricta confrontación ideológica, una determinante querella simbólica en torno a la idea de patria y de pueblo.
Fetiche del miedo por delante, los enemigos del pueblo apelan a que: “el país está amenazado por Chávez y el chavismo”, “Hay que hacer algo para salvar la nación y nuestras vidas”.
El candidato cínico quema los últimos cartuchos de la oligarquía criolla y la elite imperial no cesa de repetir que Chávez y los chavistas somos un peligro. Posición adelantada, si la hay. Desde ya se justifica las políticas totalitarias, antidemocráticas y represivas que el Majunche no vacilará en tomar:
Grecia, Italia y España hundidos y acosados por el credo neoliberal. Irak, Libia, Afganistan, Siria e Iran asolados o amenazados por el poder global de la guerra y las finanzas. Cuba excluida, Haiti condenado a vivir en la miseria y morir de hambre. La instructiva “Doctrina del Shock” que no deja dudas.
Y la sociedad venezolana amenazada de destrucción por la barbarie neoliberal y la guerra del poder global. Desde los círculos del poder global se procura colocar contra la pared a la candidatura de la patria. El “modus operandi” típico del capitalismo del desastre que desde ya asoma el escenario de la propia crisis, la del círculo vicioso típico del capitalismo tardío volátil y en picada.
La oligarquía criolla interpela a fondo al pueblo venezolano, a toda la nación. “Estamos en peligro, al borde del abismo, “en quiebra total”; bromas aparte, “este chavismo nos está matando”.
El talante nazi, neofascista de esta interpelación es obvio: no hay antagonismo social, no hay izquierda y tampoco derecha, no hay pobres ni ricos, y menos exclusión social y elites desafiliadas de la suerte de la sociedad venezolana y de la unidad de la patria. Elites que como dice Gramsci, no son más que esa entidad política conocida como un “partido del extranjero”.
Para la oligarquía, la cuestión es toda Venezuela amenazada por el peligro chavista: allí está el fundamento del modo neofascista de construir una mayoría.
El antagonismo social (la lucha de clases) suplantado por el enemigo chavista, el chavismo peligroso. Esta sustitución tiene por objetivo asegurar, desde ya, la implementación de la “doctrina del shock”. Y dar paso a la ultrapolítica e insertar a Venezuela, definitivamente, en el presente de guerra y destrucción del mundo que avanza el poder global y las élites financieras.
Entonces, se impone que la afirmación del poder del pueblo es no hay un solo país, no hay un país indivisible: asistimos a la ruptura que hace efectivo dos países, dado el desempeño de la subversión del orden de cosas propio del “país portátil” y del modo de vida del capital.
Afirmar que no hay un solo país, que no hay un país indivisible, significa hacerse cargo del desacuerdo político en sus precisas dimensiones, y sostener que tal desencuentro plantea, al chavismo, el problema ineludible de avanzar en la construcción de la unidad del pueblo venezolano y consolidar la independencia de la patria. Esto es, dotar de atributos a la nueva la mayoría nacional que hace posible la patria, la nación unida por la puesta en común de la vida.
Entre el país chavista y la oligarquía criolla no hay diálogo, ni consenso posible: la diferencia primordial es una cuestión insuperable. No hay síntesis posible ni elemento mediador,
Diluidas las diferencias entre lo mundial y lo nacional (lo que implica que no estamos más en esas coyunturas en que lo nacional tiene un marco internacional o mundial) la cuestión decisiva es el mundo, la humanidad destrozada y amenazada por la guerra imperial, la devastación ecológica de los zares de las finanzas y la elite imperial: el militarismo -la interminable guerra de Bush y Obama- y la devastación ecológica, se sostienen en la no existencia del mundo.
El mundo de la elite imperial es el mundo de la guerra y la violencia desmedida y desbocada. Guerra y violencia que los pueblos del mundo pueden y deben detener y derrotar.
La guerra y las finanzas (el específico poder del capital) y el verdadero miedo de la élite imperial, (que el fetiche del miedo quiere dejar en las sombras) a la crisis terminal y estructural del capitalismo (“un viejo mundo que se derrumba”) suponen las batallas encarnizadas y la crisis ambiental planetaria que la elite imperial impone a escala global.
El mundo del poder global no tiene lugar para la existencia de un solo mundo, sino de dos: el norte y el Sur, el Grupo de los 8 que es el mundo de los ricos de Davos y la pobreza-miseria de todos los pueblos, el guerrerismo de los señores matanzas y la paz de los pueblos del mundo…
El candidato de la ideología cínica, nada dice (no es el tipo que le interesen esos temas, ya que están fuera del lugar de su inestable zona de seguridad y comodidad) sobre el capitalismo tardío y su crisis desmedida o acerca del presente de guerra y la devastación ecológica:
Nada de suponer que se mimetiza:
En vivo y en directo, se trata de la desesperanza y el terror, y en nuestro caso de la guerra civil. El lapsus reciente, de ayer mismo, de “cueste lo que cueste” eliminaremos el peligro chavista, hay que registrarlo con rigurosidad y seriedad.
Ciertamente, hay el plan de la desestabilización, a cargo de la extrema derecha (hermanada con Uribe y los señores matanzas de USA y el poder global). Plan en marcha y que también debemos derrotar el 07 de octubre. Quizás es necesario apuntar que eso de las malas y de las buenas, no son un plan A y un plan B: la cuestión, ha sido siempre un plan AB.
Las guarimbas y los guarimberos han sido reemplazados por las bandas paramilitares, el narcotráfico, la paulatina implantación de grupos de mercenarios (los llamados contratistas de la guerra –“soldiers of fortune”- o contratistas civiles) Las guarimbas concentradas en los centros urbanos de clase media, ya no son el espacio relevante, para la promoción y consolidación de acciones e iniciativas políticas de sacar a Chávez por las malas y devastar a la nación. El espacio relevante son los barrios de las grandes ciudades, los corredores fronterizos y costeros. Y en esos espacios, la derecha intenta consolidar una fuerza político-militar desestabilizadora. Vale la pena anotar que en términos de la guerra asimétrica en los centros urbanos (y en especial los barrios) o guerras urbanas, las fuerzas imperiales han avanzado significativamente. Esta modalidad de guerra simétrica se fundamenta en la suposición de que en tales espacios se “explota la vulnerabilidad” de la Patria y la Revolución Bolivariana
En un primer momento, la configuración espacial de las ciudades (a escala del mundo), los nuevos insurgentes y los modos de combate no lineales (Hezbola y los Talibanes, por ejemplo) constituyen un riguroso problema que desafía los principios militares de los ejércitos imperiales. En un segundo momento, los intereses geoestratégicos de la élite imperial y su guerrerismo para apropiarse de las fuentes hídricas y energéticas, posicionan la perspectiva de la destrucción de naciones (Libia y Siria constituyen ejemplos paradigmáticos).
Y en este tope, no podemos obviar (desde la izquierda) que las guerras asimétricas en los espacios urbanos son objeto de análisis rigurosos por los centros de elaboración de las estrategias militares imperiales. Análisis que tienen por finalidad esencial el diseño y ejecución de operaciones militares que luego son puestas en prácticas en Libia, Palestina, Colombia y Siria.
Y ese desplazamiento, de actores sociales, tiene demasiado que ver con la candidatura de capriles.
Por eso la nada del discurso del majunchista, la necesidad imperiosa de vaciar de todo contenido argumental la política electoral de la MUD.
Por eso los mass media y los operadores políticos de la MUD trabajan por posicionar el fetiche del miedo y del miedo al miedo que posibilite la construcción de una subjetividad negativa o afecto negativo, para regular la decisión política e ideológica de votar.
Y como de la banalización de la política se trata: para la oligarquía criolla y la MUD, los problemas del país son técnicos y neutrales, problemas que la sapiencia de los ricos y los expertos puede resolver:
Desde la lógica antes descrita, el problema con Chávez y con los Chavistas es que hacen las cosas mal, las misiones están mal pensadas y pésimamente hechas y el dinero del país se malgasta o se regala. Entonces no hay problemas políticos ni ideológicos, para dar sentido a la vida. Y entonces, no está de más recordar que la ideología es más eficaz cuando postula un mundo neutral y ella misma es invisible.
Bien, el capitalismo para sobrevivir confronta un crucial problema: sostener la creencia masiva en una época que aplasta las ilusiones y reduce a la nada las expectativas de la buena vida y la vida misma. El discurso político electoral del candidato cínico intenta empujar a la gente para que asuma una posición política y vote contra sus intereses: la lucha de clases en su descarnada expresión, la eficacia ideológica de una clase que ya no es dominante en el clímax de su poder frágil y absoluto a la vez.
Los operadores políticos del marketing electoral de la oligarquía criolla, con una eficiente lucha de clases en la sombra, trabajan afanosamente porque el pueblo no asuma ni vote en correspondencia con sus valores e intereses.
Dado que la experiencia de vida cuenta mucho, el discurso electoral de capriles radonsky tiene el contrapelo (la cuesta arriba) de una imagen neoliberal y de derecha consolidada: a pesar de ciertos índices aceptables (que no debiéramos subestimar) su discurso no es creíble por la mayoría del pueblo venezolano, carece de legitimación ideológica.
El majunche confronta el serio problema de cómo posicionar un discurso que sea aceptable por el pueblo venezolano. De allí el empeño de sus asesores de elaborar una oferta no ya del estado mínimo y de las buenas políticas económicas de corte neoliberal, sino de una cierta seguridad social, de progreso y riqueza para todos: “las misiones son del pueblo” dice el candidato cínico. Slavoj Zizek es terminante en este punto: “…la propaganda enemiga contra la política emancipatoria radical es cínica por definición.”
Ahora bien, el más mínimo sesgo de triunfalista chavista conspira contra la posibilidad de aceptar que tal cosa puede acontecer. Imposibilitar, clausura el retorno de la restauración del orden de la oligarquía criolla, pasa porque los chavistas entendamos y asumamos que la ideología (la lucha ideológica, como no hemos dejado de decir) de la no ideología es, en ciertos momentos políticos, sumamente eficaz y eficiente.
Hoy más que nunca debemos apelar a la siempre revolucionaria figura de la lucha entre el pueblo y los enemigos del pueblo, y no cejar, para nada, de ninguna manera, en el combate contra el proyecto electoral “no ideológico” de la candidatura del majunche
Para los chavistas no hay de otra que movilizar el potencial revolucionario del pueblo venezolano. La rigurosa, amplia y democrática reflexión y diálogo del programa de gobierno de la candidatura de la patria, de Chávez, es una estrategia decisiva, para una campaña política-electoral que derrote al proceso de desestabilización y el marketing de los sabios en elecciones que se han tomado muy en serio eso de que estamos en una era post- política, post ideológica, post nacional y post clasista.
fclugo50@gmail.com