La costumbre de ser antichavista

Como en todas las cosas de la vida el uso y costumbre de hacer lo que debemos hacer y a veces lo que no debemos, nos impulsa de manera repetitiva a pisar la misma piedra más de una vez, al parecer es el homo humano el único que lo hace. No todas las cosas que hacemos se convierten en hecho cierto, eso, es una cosa, la otra, es que, solemos parecernos mucho a lo que en el fondo no somos, es una especie de regreso continuado a nuestros ancestros. Si analizamos bien, el ser cavernícola era enteramente puro, desprovisto de todo tipo de contaminación, no podía ser egoísta ni mezquino desde el punto de vista social, aunque seguramente la provisión de alimentos los enfrentaba, hasta allí no llegaría la solidaridad ni tampoco la previsión.

Es decir las características propias de la vida en común los ayudó a resguardarse generalmente de otros animales, no de ellos mismos, lo que a su vez, originó preocupaciones adicionales, porque no había diferenciación social ni liderazgo.

Pues bien, esto que acaban de leer, es posible que no se parezca en nada a la realidad o en todo caso sería como un ejercicio de aproximación para poder homologar la situación al título del presente artículo.

El ser humano del mundo hace de su costumbre un acto inveterado, por tanto, salir de ciertos asombros no lo hace distinto ni diferente, por ejemplo, el razonamiento sobre el pasaporte europeo, es contrario a la percepción del pasaporte venezolano y aquí caemos inequívocamente en el arte de ser antichavista. Para un español, italiano o francés el pasaporte es el pasaporte, pero para un antichavista tiene dos connotaciones, el viejo de la cuarta y el nuevo bolivariano y si le preguntas dice, si no es el bolivariano no me dejan salir de Venezuela , diganme ustedes, si eso no es ser constumbrista. Si le preguntas quien te dijo eso, la respuesta no puede ser más elocuente, lo oí en la radio, lo ví en televisión o lo leí en el Nazional, tan alto nivel de razonamiento no puede ser otra cosa que la costumbre de decir las cosas tan pronto perciben la información como cierta.

En el mundo de la cultura, el fenómeno es mucho más evidente, se abren las puertas de la cultura a todo el mundo, siguiendo un supuesto modelo que se usó en la URSS, por tanto es mentira lo de la democratización de la actividad cultural, porque por ejemplo, un museólogo se vería afectado porque la competencia sería con todo el mundo y no sólo con los colegas. Acaso, no es esto, cultura universal y una bendita costumbre de copiarnos todo.

Como la costumbre no es otra cosa que acostumbrarnos a repetir lo que jamás pensamos sino por el contrario, hacer de la costumbre un acto casi de fe, es que podemos concluir hasta ahora y para siempre que el que no es costumbrista es chavísta. Esto se parece un poco a aquello que mencionó en una oportunidad durante el sabotaje petrolero un cliente de la panadería adonde acostumbro a ir. Chávez se va, porque no tiene gente que se encargue de Pedevesa y además que los chavistas no saben nada de esas cosas. Semejante costumbrismo es digno de un premio a la desinformación y la mala intención. Por supuesto el fulano no se da por enterado que está mal informado aunque se lo digas de rodillas.


En cuanto a la sociedad en su conjunto, el hecho del costumbrismo es mucho más grave y abre puertas para la perfección. Porque aquí no podemos obviar la costumbre del status social, es costumbre decir o creer que eres aceptado en ciertos círculos, lo que además de costumbrista se hace irreverente aunque estés en el último nivel de pelazon acostumbrada. Y la costumbre nada original de promoverse como antichavista pretende ser el switche o la llave para la entrada triunfal al circulo. Lo peor de todo que tampoco se da cuenta de la costumbre nada original del rechazo social.

En razón de los argumentos, cosa que nos acostumbraron en la escuela a hacerlos, previamente descritos, podemos concluir que la costumbre de ser antichavista no es una postura política, por tanto es modificable en la medida que no seamos talibanes y acudamos al costumbrismo de ver enemigos en todo aquel que se manifiesta antichavista. Por supuesto y para finalizar, las obras abren corazones como decía Antonio Aragón, eso significa que tenemos que deslastrarnos de ciertos costumbrismos en el ejercicio del poder y pasar a la ofensiva del poder popular como la forma de combatir precisamente las fallas y errores de quienes actúan en la gestión pública de manera reiteradamente costumbrista.


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Rafael Febles

Economista. Msc. Seguridad Social. U.C.V.. Militante revolucionario. Locutor. Articulista Correo del Orinoco. Poeta y escritor de la revolución bolivariana

 rafaelfebles@yahoo.com      @rafael_febles

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