Camarada Fernando, con todo respeto, le replico algún punto de sus valiosas reflexiones expuestas en el foro Comunicación y Revolución donde hizo parte del panel de invitados al lado de nuestro ministro de comunicaciones Ernesto Villegas entre otros. Bien sabemos las razones que tienen muchos escritores, periodistas y afines revolucionarios, cuando en nuestras opiniones y otros artes escritos generalizamos a “intelectuales y académicos” que por siglos engañan con sus “conocimientos”, y que con todo el descaro rompen los platos que ajenos como usted les toca pagar.
Fernando, antes de engranar mi asunto, quiero recordarle que para los venezolanos, usted hace parte de la extensa lista de intelectuales y académicos que con toda la sazón humana, figuran de alta estima para nuestro proceso como hombres y mujeres ya difuntos de la talla de Jean Jaques Rousseau, Pico de la Mirándola, Simón Rodríguez, Rosa Luxemburgo y Ludovico Silva entre otros cientos. Y de los lleno de vida hasta el momento como: Noam Chomsky, Eduardo Galeano, Izvan Mezaros, Atilio Boròn, Luis Brito García, Walter Martínez y Jorge Giordani entre otros miles que a diario trabajan y defienden a Venezuela y hacen parte de la América intelectual, académica y humanista, como también de esos hombres y mujeres de todo el mundo no tan conocidos, que aportan sus conocimientos por el bien del planeta y sus habitantes.
Cuando usted dice que no debemos atacar la academia y que debemos darle el nivel y el respeto que ella merece, nos imaginamos que se refiere al tipo de academia de la cual le acabo de mencionar en el párrafo anterior, y que por supuesto, usted no hace parte y nunca ha hecho parte de esa otra academia que por todos los siglos ha castrado al ser humano de toda la geografía mundial y que bien sabe usted, es la culpable de todos los atraso que la humanidad atraviesa.
Le pido disculpas por todas y todos los que damos algunas opiniones en medios de información y arremetemos con todos los hierrrrrros contra esa “academia e intelectuales” que vendieron su alma al demonio y que muchos todavía lo hacen por el guiso de lentejas. Y, como estamos seguros que usted pide respeto por la academia que enorgullece al mundo, también le recordamos que el empirismo, igualmente merece algún respeto, cuando el empírico se forma, autoforma y reforma todos los días y mucho más cuando lo hace en revolución.
Muchos venezolanos venimos compilando sus opiniones que escribe en la “Canalla Mediática” y otros medios. Muchos nos alegramos cuando es invitado a todos los eventos donde participa. Razón suficiente para pedirle y recordarle, que los empíricos en la Venezuela del siglo XXI hacen parte del desarrollo revolucionario. Bien sabemos que al empirismo le es más fácil cometer yerros que a la academia, pero camarada Fernando, gracias al empirismo muchas disciplinas que hoy se conocen como académicas comenzaron de esta manera. Y para concluirle, el empirismo venezolano y del mundo, mientras sea revolucionario y humano, también tendrá el respeto que les damos a intelectuales y académicos de los que usted hace parte. Lea este poema de mi autoría donde dibujo a esa academia de la que usted y muchos hombres y mujeres de su corte son la excepción.
¡Que muera la academia!
Que muera la academia que aliena mi espíritu
que engaña la humanidad y nos discrimina
que engendra ignorancias y nos esclaviza.
¡Que muera!
Que muera la filosofía que alimenta dudas
que desvía los sabios y trunca caminos
que limita las ideas y obstruye el pensamiento.
¡Que muera la academia!
Que tintura el agua limpia y tapona el riachuelo
que detiene el curso de los ríos y desbordan sus riveras
que al mar en calma le llama embravecido
que al tiempo de lluvias le hace ver como verano.
¡Que muera!
Que muera el Derecho de subterfugios y de argucias
el Derecho de tratados y leyes maliciosas
que aboga conveniencias y da vuelta a la justicia
que decreta y balancea veredictos por monedas
que de la prostituta Temis es su proxeneta.
¡Que muera la academia!
Que a mi soñar corta las alas y desangra mi venero
que me obliga a buscar insustancias en lo externo
que me desvía de mí mismo y me pierde de lo interno
que amarga como ajenjo la miel de mi ambrosía.
¡Que muera!
Que muera la medicina que escondió los libros
que no cura el egoísmo y receta hipocondrías
que administra gota a gota hipocresías
que el especulo de ruidos lo baja hasta el bolsillo
que el tic tac del corazón lo cambió por el tilín.
¡Que muera la academia!
Que por cuestionarla me llama lego
que determina las razas y las pieles
que da glorias al malvado y sepulta a los gloriosos
que de la historia confecciona fabulas
que al canalla viste de frac cuando menos de levita.
¡Que muera!
Que mueran las matemáticas que multiplican las miserias
que suma y resta el cuantovales y solo mide el interés
que sólo quiebra voluntades y divide las hermandades
que sólo pesa la papada y el abdomen del banquero
y de la geometría sólo usa la tangente.
¡Que muera!
Que muera la academia que su graduado es un producto
que fabrica licenciados y doctores que embrutecen
que confecciona cuellos blancos y caretas
que diploma borregos conducidos que conducen.
¡Que muera la academia!
Que muera Harvard, la Sorbona y Oxford
que muera el instituto que titula a los lacayos
que condecora al cinismo y legaliza corrupciones.
¡Que muera la academia!
¡Sí, que muera!
¡Con Chávez profundizamos el socialismo por el bien del Ser Humano y del Planeta!
nanditopico@hotmail.com