Líderes corruptos del mundo que matan en vida a sus hijos e hijas

Desde milenios, la corrupción es un hecho estructurado y no estructural como nos hacen creer. Estructurado, porque se planifica con toda las minucias para que continué y se dibuje como estructural. De estructural, no se puede conceptuar porque la corrupción no corre por sí sola; la corrupción se planifica porque bien sabemos que muchos hombres y mujeres “lideres” no fueron y siguen siendo lideres sin esa corrupción.

Quizás descubriendo el agua tibia nos atrevemos a decir que aquel mundo mejor que muchos buscamos y que sabemos es posible, la planeada corrupción también nos hace creer que es imposible. Dejando de lado que en cada ser humano habita a su interior el deseo de ser mejor en lo individual y por ende en lo colectivo todos los días. Razón suficiente para entender el por qué desde niños comenzamos la escuela, el liceo y la universidad. Luego el hogar y por ende todo el bienestar posible en lo material y aunque en vano, mientras la corrupción sea estructurada, también buscamos el bienestar mental o espiritual.

El difícil asunto del mundanal mundo donde nos hacen creer que la corrupción no muestra ninguna forma positiva para erradicarla, arropa todos los rubros básicos. La economía, la religión, la política, la academia y las ciencias por mencionar las áreas más relevantes, se muestran vencidas, se observan sin herramientas para combatirla, porque son ellas las planificadoras de este lamentable asunto.

Y los hombres y mujeres que asumen las banderas de liderar en medio de la corrupción, se untan de ella ya sea por su inteligencia desquiciada o por sus ambiciosos instintos; olvidan que el mundo de hoy ya cuenta con las herramientas necesarias para saber al momento lo que acontece, lo que aconteció y por si fuera poco, la tecnología y la información ya disponible para cualquier terreno, puede, sacar conclusiones del futuro inmediato.

Ahora bien, si tomamos la historia reciente desde 1950 hacia este 2014, podemos calcular el número de líderes políticos y de otras áreas de todos los países del mundo, que vienen ocupando relevantes y muy visibles perfiles; pero muy pocos, casi que 0,1%, pasa la prueba de honestidad que exige los valores básicos. Esa honesta prueba que la historia reclama para que las siguientes y siguientes generaciones los tengan como cosa buena en sus memorias. Ya vimos estos días la muerte de importantes líderes del mundo donde unos pocos fueron sepultados o sembrados en multitudinarios funerales y siguen vigentes, mientras que otros fueron enterrados en sus tumbas y poco a poco borrados de la memoria colectiva. Fueron líderes y “líderes” que el mundo recuerda y olvida, pero lo dramático, es que se puede recordar lo bueno y lo malo de esos líderes.

Aquí vienen entonces los líderes que fueron y siguen siendo padres de familia. Dos, tres, cuatro hijos y más, fueron o son los frutos de esos líderes padres de familia que: ¿Sus descendientes se sienten herederos de hombres y mujeres líderes que les dan honor de ser sus modelos a seguir? Con rotundo no, podemos decir que hasta el momento, desde 1950 hacia este 2014, repito, solo ese 0,1% de padres líderes del mundo, pueden dormir tranquilos el sueño de la eternidad, porque sus descendencias y la colectividad mundial guarda en su memoria su acertado liderazgo. Mientras que el resto, están enterrados en sus tumbas y sus descendientes con ellos y sienten todas las vergüenzas.

¿Por qué se pierden de la retina mundial esos hijos e hijas de líderes políticos, económicos, académicos y científicos? ¿Por qué pareciera que la sepultura de sus padres también los sepultó a ellos? Sencillo responder. Y más, cuando sabemos que por ser hijas e hijos de hombres y mujeres lideres, de seguro tuvieron la mejor oportunidad de educarse en las mejores instituciones con este fin. Pero ya lo vemos, en nuestra América Latina y caribeña por ejemplo, líderes de centenarios apellidos en la política, la economía y otras áreas ya desaparecieron. Los hijos e hijas y otros descendientes no cuentan para nada en ningún rubro sociopolítico. Quizás estén llenos de dinero en cuentas secretas, quizás sean dueños de millones de hectáreas de tierras o sean accionistas anónimos de empresas e industrias, pero en las sombras; públicamente no se atreven a mostrar sus rostros al mundo. La vergüenza los sepultó con los huesos de sus padres corruptos.

Bien dice el disimulado, escondido y mal reescrito, pero mejor libro del mundo en Ezequiel cap. 18 verso 2: “los padres comen uvas agrias y a los hijos se les destemplan los dientes”*. Pero tranquilos todos, que el mismo capítulo 18 de Ezequiel desde el versículo 1 hasta el 20, da la solución para no seguir sufriendo los “pecados” y la dentera de esos padres que sepultaron con sus huesos a sus hijos e hijas posiblemente inocentes. ¿Tienen oportunidad esos hijos e hijas de continuar el camino que sus padres les truncaron quizás desde antes de nacer? ¿Pueden revertir la mala historia que sus padres le legaron? Solo preguntamos.

*Recomiendo leer la cita bíblica en la versión Dios habla hoy.


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Hernando Cortés Pico


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