Hay cosas que por mucha vuelta que le des se mantienen ocultas al entendimiento humano, nada puede desentrañar su verdadera naturaleza, por mucho que lo disecciones, separes el tema en sus partes constitutivas, lo sometas a presión, lo decantes, lo centrifugues, lo destiles, lo maceres, nada. Es imposible que arrojen alguna luz sobre tus dudas y te toca esperar. Quizás alguno de nuestros sesudos analistas hiperrecontraultrasuperrevolucionario o algún filósofo de los que se “vanagloréan” de su doctorado, pueda algún día hacernos el honor de aclararnos el panorama.
Mientras eso ocurre no dejamos de preguntarnos, por ejemplo: ¿cómo puede el pueblo mandar obedeciendo y el estado obedecer mandando?, o sea, ¿cómo puede obedecer el gobierno que manda a un pueblo que mandando se deja obedecer? O mejor dicho ¿cómo puede un pueblo que obedece a un gobierno que manda, mandar a su vez al gobierno que mandando se deja obedecer? No sé si me explico.
Recuerdo aquel entusiasta proceso constituyente, que en el alba milenarista de este gobierno se instrumentó y del cual tanto aprendimos sobre el poder constituyente originario con poder supra constitucional y el poder constituido (sobre todo de este último que creíamos…, bueno, creímos muchas cosas), el proceso de selección de diputados constituyentistas, las discusiones por todos lados, las propuestas, etc. Recuerdo también las tres propuestas mías que se sumaron a las muchas de esa mesa de discusión. Pero igual recuerdo mi desconcierto al no ver reflejadas esas propuestas en la Nueva Constitución, ni una. Eran tantas las mesas de discusión a escala nacional, tan novísimo el proceso, tantas las inquietudes de un pueblo que se enfrentaba por primera vez a tamaña responsabilidad que… bueno, por lo menos es mejor que la que teníamos, ¿no? Además la satisfacción y el orgullo de ser protagonistas, ¿no?, vendrán tiempos mejores.
Recuerdos, puros recuerdos, pero sigo sin entender cómo, ahora que llega otro inesperado –para mí- proceso constituyente (“espíritu constituyente” dice con más prudencia el Ministro Villegas), sin constituyentistas, para hacer reuniones en tiempo record y darle aprobación a lo elaborado de “puño y letra” del presidente, o sea “para llenarlo de pueblo” antes del 10 de enero, repito, cómo pueda reflejarse en el Plan, con sinceridad, las inquietudes del pueblo, los deseos y sueños del venezolano y podrán procesarse cientos de miles de propuestas, cuando el presidente debe estar aún procesando los miles de papelitos recogidos en la última campaña electoral. No sé, digo yo.
Saludos
Jutor2000gmail.com