No eras monedita de oro, eras de azúcar y abrazaste la lluvia sabiendo que te llevaría

Escribo para borrar, de una vez por todas, esta cosa fea, mezcla de tristeza y rabia que me atraganta. Pero qué decir sin recurrir al lugar común, qué decir que no haya dicho mejor el poeta o el filosofo, que exprese lo que verdaderamente se siente cuando una parte de uno desaparece, así de repente, brutal, como si jamás lo hubiera sospechado, decir lo que sentimos desde que nos enteramos, por esta “Torre de Babel”, de lo que todos con angustia, sabíamos y esperábamos sin querer saberlo jamás. Y conste que nos opusimos siempre a la tendencia de algunos al endiosamiento que inmoviliza, que esclerosa, que hacia creer que la tortura de un Chávez sin poder hablar debía prolongarse.

Más sin embargo, ¿quién pudo sustraerse al influjo de esa personalidad tan arrolladora que en vida parecía, por momentos, rozar la inmortalidad? Si hasta tú te lo creíste. Pero con Huidobro debemos decir que desde hoy nuestro deber es defenderte de ser Dios, para derrotar en definitiva a los que han querido verte fosilizado, para que tu imagen (parafraseando a Alí) no de pena bajo la despiadada crítica de las palomas, para que tu certera visión siga siendo la brújula que nos oriente y marque el camino que han de seguir los pueblos irredentos del planeta.

Camarada Hugo, subiste a hombros de gigantes y alcanzaste nuevas alturas. Por mi parte, subiré a los tuyos para avizorar nuevos y luminosos días más allá del horizonte, nuevas posibilidades de entender una realidad tan cambiante y demoledoras de verdades eternas, pero también es vital que desbrocemos el terreno para que los contrabandistas de ideas no siembren en tu terreno limpio y fértil y desvirtúen tu pensamiento. Pretenderán, como lo hicieron con Bolívar, colocarte más allá del tiempo para hacerte inalcanzable por el pueblo, para que ya no seas el hijo, el padre, el abuelo, el hermano, amigo, camarada y presidente que eres. Si lograron eliminarte físicamente -¡pobre Tío Sam y sus errores de cálculo!-, ahora van a necesitar más de diez millones de proyectiles para acabarte.

Conocías la falsedad que entraña la idea de “haber despertado al pueblo”, eso esta muy bien como metáfora poética, pero tú sabias que eras una brizna de paja en el viento revolucionario. ¿Y qué es el viento revolucionario sino un pueblo en movimiento? No, no era que estábamos dormidos, no creamos en cuentos de hadas, era que en más de 200 años este pueblo mismo no había parido el hombre en quién depositar la confianza en la forma en que ahora te lo demuestra ese río humano que paciente espera, bajo el sol inclemente, para verte y saludarte en físico por última vez. Una parte de nosotros se va contigo, una parte de ti se queda con nosotros. El pueblo en ti se individualiza, en el pueblo tú te eternizas, es la más poderosa “dialéctica de las cosas”

Te fuiste con la lluvia, con ella regresarás por siempre.

Hasta la victoria siempre camarada Chávez

Perseveraremos. No nos derrotarán. Triunfaremos.



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Juan Torres Rodríguez


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