Biografía de Hugo Chávez

"De qué vale atribuirme a mí todo el bien

o todo el mal, sería darme una importancia

que no merezco, no he sido más que una

débil paja arrastrada por el huracán

revolucionario"

Simón Bolívar

"Vencer significa lograr la concreción firme,

La concreción profunda, la concreción plena e

Integral del proyecto nacional de Simón

Bolívar"

Hugo Chávez

EL SOLDADO HEROICO

Cuando emprendió el camino a la capital no estaba muy seguro de su verdadera vocación. Abrazar la carrera de las armas se le ofrecía sólo como una perspectiva de continuar sus estudios. Tal vez su verdadera inclinación era ser artista, pues desde niño siempre tuvo sus preferencias por el dibujo y la pintura, como también recordaba, que una de sus fuertes y efímeras aficiones era hacer pequeñas figuras de barro aprovechando las arcillosas arenas del río que serpenteaba sobre la explanada donde estaba enclavada la pequeña población, cuna de sus abuelos y de sus padres, y de unos oscuros ancestros que según decía su abuela fueron guerrilleros que combatieron en una y mil batallas por esos sabanales de Dios y que según la leyenda todavía se escuchaban sus gritos arengando tropas imaginarias como espantos entre los altos pastizales.

Nunca pensó, como ocurrió poco tiempo después de su ingreso que se inflamarían sus venas y palpitaría estruendoso su corazón ante el llamado de la patria y el emprendimiento de la honrosa carrera de las armas. Como estudiante aprovechado, su disciplina favorita, siempre fue la historia, se permitía a través de ella recorrer imaginariamente todos los escenarios y los movimientos tácticos y las estrategias de las grandes batallas libradas por los héroes de la Independencia y la llamada Guerra Larga.

Como en un círculo concéntrico expansible transcurrieron sus primeros años en la academia militar, no obstante, su pensamiento se iba aquilatando y sus ideas se iban clarificando a la luz de los acontecimientos que transcurrían pesadamente ante sus ojos sin tener posibilidad de poder transformar las crudas realidades. Cada vez le resultaba más duro soportar las medidas disciplinarias que se le imponían por exponer, cuando se le daba oportunidad, sus ideas originales pero diametralmente opuestas y cada vez más divergentes de sus jefes militares y de la dirigencia política de su país. Pues sus ideales resultaban más próximos a los grandes idealistas, forjadores de la patria derivaban hacia nuevos conceptos con respecto al sistema político. Pensaba que se mancillaba a las fuerzas armadas de su país cuando se le imponían autoridades que carecían de la catadura moral para gobernar al pueblo que vivía oprimido en medio de estrecheces, padeciendo hambre y miseria: mientras los jerarcas políticos, los altos mandos militares y el alto clero vivían en una artificiosa bonanza al frente de un Estado corrupto, falso y manirroto que dilapidaba los recursos a manos llenas en un permanente festival de fantoches y fariseos.

Pudo resistir estoicamente transido por el dolor de ver desangrar a su pueblo bajo la metralla de sus propios compañeros de armas. Una y otra vez se juramentó bajo la sombra de árboles centenarios adscribiéndose a la doctrina de los militares honrosos. Juró con sus camaradas, al fundar su congregación, que jamás permitirían que se derramara la sangre de sus compatriotas en esas orgías sangrientas en las cuales participaba su propio ejército.

Su primera intentona, casi aventurera de carácter romántico: pues en su planificación, no contaba con un apoyo logístico real y sin el respaldo de otros componentes de las fuerzas armadas estuvo condenado a ser un rotundo fracaso desde el punto de vista militar no así desde la civilidad, el estamento social se conmocionó por la firmeza de sus principios así como por la entereza del carácter de su liderazgo quien asumió plenamente su responsabilidad ante sus compatriotas. Desde ese preciso momento nunca lo abandonó el respaldo popular que habría de elevarlo hasta la cima del poder político.

Indudablemente la fracasada intentona conmovió también los cimientos del estamento militar, pues hubo nuevos intentos también infructuosos pero que dejaban vislumbrar el descontento interno dentro las fuerzas armadas sobre todo entre la oficialidad más joven.

Su permanencia en la cárcel posiblemente añadió más lumbre a su pensamiento eminentemente transformador, sus lecturas y reflexiones en solitario en las penumbras de las cuatro paredes fueron estructurando la solidez de sus principios y de sus ideales revolucionarios en un proyecto de transformación revolucionario, concebido luego como Plan de la Patria.

En una rápida pero vertiginosa campaña electoral, al calor de su pueblo recorrió todo el país anunciando las promesas electorales propias con la novedad de llamar a una Constituyente con el propósito de refundar la República sobre unas nuevas bases, pues consideraba que las actuales estaban corroídas y urgidas de una transformación. Su juventud y sus fogosos discursos con una nueva visión de país, en contacto directo con la gente que lo aclamaba con una pasión desconocida hasta sus días, ganó la contienda electoral.

Desde la Presidencia de la República iluminó con las poderosas luces de la redención social a los invisibilizados por la niebla de la ignorancia y el ocultamiento bajo las lúgubres sombras del hambre y la miseria de los depauperados de los siglos, los campesinos, obreros e indígenas.

Desde esas alturas del poder político debió conjurar todos los espíritus maléficos que amenazaban con abrazarlo como el monstruo tricéfalo conformado por la burguesía apátrida, la alta jerarquía militar complaciente y el alto clero conservador, pero sobre todo al poderío demoledor de los medios que lo endiosaba hacia un trono melifluo y aberrante.

Bien pronto percibieron que la entereza demostrada en sus acciones no eran circunstanciales sino producto del carácter sin dobleces, propio de una personalidad curtida para emprender una senda escabrosa sembrada de odios y de exclusiones, engaños y perfidias, de amigos y enemigos, de vicios y virtudes ciudadanas que era necesario ir desbrozando para promover e iniciar la limpidez que requería un proceso innovador y de transformación radical de esa sociedad sumisa, aletargada y sin futuro. Allí se inicia el verdadero viacrucis de su fructífera aunque breve existencia.

Bajo la doctrina de los militares honrosos, forjadores de la patria, fundamentalmente el pensamiento luminoso de nuestro Libertador, Simón Bolívar, inició una labor pedagógica de rescate de los valores e ideales que animaron la vida y obra de aquellos héroes olvidados, cuyos pensamientos redivivos dieron un nuevo aliento a sus conciudadanos y contribuyeron a acendrar los sentimientos nacionalistas y defensa de los patrimonios culturales desde nuestras raíces ancestrales hasta los últimos halitos de vida en el intento de recuperar la perdida identidad cultural en un país como el nuestro atrozmente transculturizado hasta los tuétanos y en las garras del neocolonismo.

Resistiendo todo el ímpetu de la canalla internacional en coexistencia con la burguesía nacional apátrida, pudo sobrevivir a varias de las intentonas para derrocarlo, sucesivamente un golpe de Estado, un paro petrolero y las llamadas guarimbas destinadas a sembrar el caos y la ruina del país mediante la destrucción, el saboteo de los bienes y servicios públicos nacionales, en lugar de ello, salió fortalecido mientras sus enemigos internos y externos vieron mermadas sus energías. Aun en medio de este maremágnum e implacables ataques en todos los frentes cobró mayor autoridad moral y pudo recuperar el manejo de las principales riquezas energéticas del país, siempre en manos de los tradicionales grupos económicos de poder y de una casta arrogante que era la beneficiaria directa de tan valiosos recursos, aliadas y en convivencia feliz con los consorcios e intereses transnacionales, que drenaban nuestras riquezas hacia el exterior; ingentes cantidades de recursos, como ganancias indexadas, correspondientes al tesoro nacional.

Esta resistencia significó la real y verdadera tenencia del poder porque en su gestión, el gobierno pasó a ejercer control de todos nuestros recursos económicos, bajo la estricta supervisión del Estado, recuperando así la autonomía sobre las empresas básicas y consecuencialmente la soberanía nacional secuestrada.

En su discurso político siempre fue consistente provisto de una estructura lineal y de una verticalidad inmutable en todas sus intervenciones públicas y en todas sus obras escritas. Sus ideales se reflejan en toda la intención y extensión de esa literatura, aunque no fuera tan voluminosa esta plena de sustanciosas interpretaciones de la realidad actual de su país, del continente y del mundo, sobretodo en el estudio de la historia nacional y mundial así como en el campo de las relaciones internacionales y de las transformaciones en la geopolítica del mundo que avizorara con un criterio casi profético. El surgimiento de nuevos bloques de poder y la derrota del mundo unipolar y de un supuesto fin de la historia, flaqueó ante la victoria de los pueblos unidos pregonando un mundo económico y culturalmente heterogéneo, multiétnico y multipolar. Sus ideas de la integración latinoamericana, extraídas de los más caros anhelos de los insignes próceres de la independencia y forjadores de la nacionalidad cuajaron en la conformación de organismos internacionales como la CELAC, UNASUR, PETROCARIBE, ALBA y otros siempre bajo la idea central de que la unión siempre nos hará más fuertes. Asimismo denunció la disfuncionalidad de otros organismos mundiales controlados bajo la presión o el soborno como la OEA, el anacronismo de la ONU, la arrogancia de la OTAN, la venalidad de organismos de la Defensa de Derechos Humanos caso Human Right Watch. Sus enjundiosas críticas de muchos de estos entes fueron expresadas valientemente en foros y eventos internacionales o quedaron plasmadas en sus documentos escritos.

En sus planes y programas fue una constante la justicia social partiendo de una nueva redistribución de los ingresos nacionales. Muchos de los planteamientos al respecto quedaron plasmados como leyes de carácter constitucional.

La Constitución Nacional de la República Bolivariana de Venezuela fue sin lugar a dudas uno de sus logros y promesas cumplidas más contundente y trepidante por cuanto en ella se recogen muchas de las transformaciones que en su momento eran perentorias para la nueva arquitectura del Estado.

Sería prolífico enumerar tales cambios… pero a grosso modo… podemos enumerar algunas de sus bondades. Por ejemplo, amplió la base social que consagra los derechos de los ciudadanos en cuanto a educación, salud, derecho al trabajo, derechos políticos, económicos, etc.

Se modificó la estructura del Poder Público agregando dos nuevos poderes el Poder Ciudadano y el Poder Electoral. Se consagran los referendos como mecanismos de aceptación o rechazo de la gestión administrativa de un gobernante, se establece la nulidad de la prescripción de los delitos contra la cosa pública, etc.

Igualmente, mediante Ley Habilitante puede legislar y presenta nuevas leyes como la de Hidrocarburos, la ley de Tierras, la ley de Pesca y muchas otras siempre dirigidas a proteger los recursos naturales y el ambiente de nuestro territorio. Pero desde sus inicios en el gobierno consagra como mecanismo para salvar las trabas burocráticas las Misiones Sociales tales como la Misión Barrio Adentro, La Misión Vivienda, La Misión Madres del Barrio, Misión en Amor Mayor, etc. Pero tal vez, las más destacadas sean la Misión Robinson, que erradicó el analfabetismo, La Misión Ribas y La Misión Sucre, todas destinadas a elevar el nivel educativo de la población.

Adoptó un lema de un revolucionario de otra época, José Martí héroe cubano muerto en combate por la independencia de su país: "Con los pobres de la tierra, quiero yo mi suerte echar." Bajo esta consigna, repetida muchas veces en sus discursos, pudo reivindicar a muchos de estos seres olvidados, invisibilizados en una sociedad de cómplices de la desidia gubernamental. Su gestión fue exitosa en materia de salud, educación y vivienda. Redujo ostensiblemente los índices de pobreza extrema, de acceso al agua potable y se declaró al territorio como libre de analfabetismo, abrió el acceso a los estudios universitarios de los estudiantes excluidos mediante la creación de nuevas universidades.

Al pie de la tumba, vencido por la letal enfermedad sólo lamentaba no haber concluido su obra, dejar muchas cosas por hacer que encomendaba a sus seguidores continuar. Advirtiendo que los procesos sociales de transformación radical de las sociedades, es decir los procesos revolucionarios, aun cuando sean pacíficos y tal vez más por eso, están sembrados de obstáculos, resistencias, avances y retrocesos, victorias y derrotas, adhesiones y traiciones amigos y enemigos pero siempre serán escabrosos y abruptos senderos que se deben transitar con la disciplina y la férrea voluntad del revolucionario cabal e ideológicamente bien construido. De allí deriva su preocupación por el desarrollo de los círculos de estudio, de las escuelas de formación ideológica, en fin el desarrollo y la expansión hacia los sectores populares de una cultura política bien fundamentada y de los liderazgos en el seno de las comunas. Su preocupación igualmente por lograr la organización del pueblo mediante la fundación de las comunas como núcleos de desarrollo del socialismo bolivariano del siglo xx. El socialismo humanista desarrollado desde las bases populares sin imposiciones dogmáticas ni seguimiento de experiencias fracasadas en el pasado. El socialismo con un sello original, muy nuestro; orientado bajo la consigna Robinsoniana de: inventamos o erramos.

Según su propia expresión las bases del pensamiento revolucionario bolivariano descansaba sobre un trípode conformado por los ideales de los próceres e ideólogos venezolanos: Simón Rodríguez, Ezequiel Zamora y Simón Bolívar.

Como lloró el pueblo su muerte, su cadáver expuesto en la Academia Militar durante varios días fue visitado y honrado con muestras evidentes de dolor por millones de personas; sus restos mortales reposan en el mausoleo, obra del más insigne arquitecto venezolano de nuestros días, D. Fruto Vivas, ubicado en el cuartel de la Montaña de su amada parroquia del 23 de enero. El llanto colectivo se escuchó no sólo dentro de los límites territoriales, sino en todo el continente y allende los mares. Los pobres de la tierra enjugaron sus lágrimas tras su desaparición física terrenal, pero dejó su huella sembrada en el corazón de muchos hombres y mujeres del planeta que vislumbran la esperanza de luchar por un mundo mejor.

Si la redención de los pobres de la tierra; si la defensa de todos los habitas humanos; la defensa de la paz universal; la explotación y ejercicio soberano de los recursos naturales de cada país; la posibilidad de disfrutar de los beneficios de la ciencia y el desarrollo tecnológico; la defensa de la educación como derecho público; la coexistencia pacífica de los pueblos; la desaparición de las guerras y los genocidios; la elevación de los índices de desarrollo humano; la liquidación de las enfermedades endémicas y epidémicas; la erradicación del hambre de los siglos; la posibilidad de dar la mayor suma de felicidad a su pueblo hasta verlo convertido en un país potencia no hubieran sido las líneas de pensamiento que orientaran su acción política y el curso de su vida cotidiana, no estaríamos en posición de exaltar su figura como un líder de proyección continental y mundial. Pero el soldado heroico siempre tuvo un norte o tal vez un sur, orientado hacia la próxima y a la vez lejana utopía de los iluminados o los grandes majaderos de la historia.

2008csalazar@gmail.com







 



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César E. Salazar Rodríguez


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