La izquierda, López Obrador y el Chavismo

1. Andrés Manuel López Obrador (AMLO) tiene hoy muchas piedras en el camino hacia la Presidencia de la República. Después de la gigantesca manifestación de apoyo -de alrededor de un millón de personas contra su desafuero- que obligó al presidente Fox a dar marcha atrás al pedir la renuncia de su procurador y a retirar muchos cargos contra AMLO, la presencia política de éste se fortaleció unos días, pero después comenzó a debilitarse al mismo ritmo en que su discurso perdía fuerza. El cambio brusco, de izquierda a centro del perredista -seguramente aconsejado por sus asesores para lograr el apoyo de empresarios, clérigos, así como de políticos que pudieran desprenderse de otros partidos- ha provocado mucho ruido en la aún débil izquierda.



2. Los partidos de izquierda y de derecha en México han sido débiles porque los gobiernos del PRI, que dominaron con prácticas corporativas y paternalistas durante siete décadas, lograron que la población se desinteresara por participar políticamente. A pesar de momentos gloriosos de movimientos: ferrocarrileros, médicos, guerrilleros, estudiantiles, obreros y ciudadanos, las estructuras priístas sólo comenzaron a resquebrajarse en el proceso electoral de 1988. Seguramente el tránsito de López Obrador -de la posición política de izquierda al centro- obedece a esa debilidad histórica de la izquierda y la convicción de que la única manera para llegar al poder es por la vía electoral. En este contexto resurgen el cardenismo y el zapatismo.



3. ¿Cómo se podrá “conformar un frente amplio de izquierda que gane las elecciones de 2006” sin definir claramente lo que se debe entender por izquierda en México? A partir del llamado de Cuauhtémoc Cárdenas (CC) y del Partido del Trabajo (PT) a “conformar un Frente de Izquierda”, habría que comenzar, en primer lugar, por reconocer que hay en el momento dos izquierdas enfrentadas: una electoral y otra decididamente no electoral. ¿Puede la “izquierda electoral” –conocida su histórica debilidad- ganar las elecciones sin contar con otros sectores? Otra cosa es la izquierda no electoral porque no se plantea ganar elecciones o la Presidencia sino primero fortalecer un movimiento social entre campesinos, indígenas, obreros, pobres y explotados.



4. Al parecer, como dicen por allá, sólo hay “dos sopas”: o se le entra al proceso electoral burgués para ganar, que de por sí implica en México aliarse y hacer compromisos “hasta con el diablo”, es decir, con el centro, los caciques, la derecha, los empresarios, el imperialismo, con el fin de alcanzar los votos necesarios, o no entrar al proceso electoral y comprometerse seriamente en el trabajo de base entre los asalariados. Con la gloriosa excepción de Venezuela, que en procesos electorales ha logrado convertirse en el país más participativo y democrático del continente, las otras experiencias electorales de América y en el mundo -que han llevado al gobierno a la izquierda o centro-izquierda- sólo han logrado resultados engañosos, pues los gobiernos se han convertido en efectivos administradores del capital y de programas neoliberales.



5. Tengo la convicción de que el modelo de sociedad participativa que está construyendo el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela –con toda la oposición de Bush y las empresas yanquis- debería ser un ejemplo para los pueblos de América Latina. Y no es que el chavismo carezca de errores en la conducción política (seguramente se cometen muchos); sin embargo, conocida la experiencia venezolana de los últimos seis años -que puede concretarse en 1. Reconfirmado apoyo de la población; 2. Altos índices de crecimiento anual y 3. Creación de miles de organismos de base con cierto carácter autogestivo- sólo puede reafirmarse que la Revolución Bolivariana lleva un rumbo acertado. ¿Cómo lograr un gobierno de izquierda sin un movimiento de izquierda fuerte?



6. López Obrador, el único candidato de centro-izquierda con posibilidades reales de ganar la Presidencia en 2006, si gana, quizá tendrá que gobernar como el brasileño Lula Da Silva. Para poder salir adelante, AMLO tendrá que cumplirle al equipo de asesores, a las “tribus” del PRD, a los empresarios; estará obligado a negociar con el PRI y con el PAN, así como con sectores del clero. Sin duda alguna AMLO no sería tan negativo como podría ser si el priísta Madrazo o el candidato panista fueran electos. A pesar de ello AMLO llegaría atado por la cantidad de compromisos que hará para ganar la elección. Otra cosa es cuando una revolución viene de abajo como la cubana o cuando sufre trasformaciones de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba como en Venezuela.



7. Obviamente la situación económica, política, histórica, geográfica de México y Venezuela son extremadamente distintas, por eso no se trata de copiar o repetir programas o experiencias. Sin embargo hay políticas generales y definiciones estratégicas que pueden ayudar a favorecer y desarrollar un movimiento social de masas que podría ser definitivo para que la política cambie en beneficio de los trabajadores. Aquí es donde la aún débil izquierda social mexicana realmente comprometida y la experiencia organizativa venezolana entre campesinos y sectores pobres urbanos pueden aportar mucho. Quizá no podamos romper de un golpe y de tajo con los explotadores y saqueadores tradicionales, pero un gran movimiento social, puede obligar a cualquier gobernante a obedecer.


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Pedro Echeverría


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