La dirigencia opositora “venezolana” sólo sobrevive si mantiene la capacidad de meter presión y mantenerse como alternativa a El Proceso. Al efecto, la estrategia a utilizar puede estar claramente destinada al fracaso desde el principio, sus argumentos carecer de solidez, ser crueles, o simplemente falsos, pero nada de eso importa cuando la única meta es mantener caudal político, y por consiguiente, flujo de financiamiento. Es el signo de la desesperación ante la derrota total, pero es innegable que también es el signo de la supervivencia.
El mentado “stress traumático post electoral” tenía a sus seguidores contra el suelo. La confrontación había terminado con 12 puntos de diferencias en octubre y con 20 gobernaciones y 22 legislaturas rojas en diciembre, con todo y presidente ausente y enfermo. Demasiado. Andaban rumiando su frustración en la oscuridad ante un Chávez no sólamente victorioso, sino crecido en el corazón de la mayoría de los electores.
Para la dirigencia era necesario negar la derrota, sobre todo la de diciembre, aferrándose a la Gobernación de Miranda, a las supuestas “joyas de la corona”, sin importar que sólo se hubiera producido por el aporte de los municipios más “histéricamente sifrinos del Este del Este”, como sugirió aquel encuestador. Pero eso no era suficiente. Debían ser un poco mas “contundentes” y “convincentes”, así no fueran originales. Y actuaron como siempre. Acudieron a las medidas de odio, falsedad, maluqueza y disociación, con la que han alimentado a sus fans. Había que justificar los dólares recibidos y seguirlos recibiendo.
Los más visibles se fueron a Europa y USA de “vacaciones”, como gran parte de los escuálidos deprimidos. Había que reforzar esa identidad común. Mientras tanto sus empresarios se fajaron a sabotear hallacas, dulces de lechoza y a esconder pollo, pan, y hasta papel toilet, mientras sus medios reabrían las cloacas. Era imperativo estropear las navidades y aguar la celebración de todos. “O mía o muerta”, como dice el celoso. Pero había que dosificar las acciones; no podían usar sus curas todavía, ni tampoco “convocar” un paro cívico ficticio. Eso lo planificaron para los primeros días de enero.
Como siempre, Su Excelencia les había notado el bojote en el medio del tongoneo; sabía lo que venía; lo había dicho ya antes de irse a La Habana, y estaba preparado.
Curioso sin embargo el resultado de esta campaña.
Pese a confiar en la omnipresente y acostumbrada victoria final y aun cuando el desempeño de los líderes bolivarianos fue impecable desde el viaje de Don Hugo, el pueblo chavista se preocupó, se angustió. O sea que el rumor hizo lo suyo.
La estrategia de reflote funcionó también. Los escuálidos se animaron, se olvidaron de la derrotas del 2012, babearon aun con el resultado de sesión de ayer en la AN. Germinó de nuevo la esperanza en el Este…Están vivos, patalean…Así sea hasta el próximo knockout que inevitablemente les infligirá El Comandante, incluso peleando desde afuera, sin entrar en el clinch, y con esos tremendos seconds en la esquina roja.
Pero así son las cosas: “ni ponen, ni dejan la culequera… gallina vieja esta gente”. Tenía razón el Alí. Pero es que además ésa es su naturaleza; la del escorpión aquel: escuálidos, reflotados, pero escuálidos al fin.
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