Y por cierto Venezuela lo tiene.
Una revolución -no es ninguna novedad- implica transformaciones profundas en todos los campos de la vida. Revolucionar algo, transformarlo de raíz, hacer algo de una manera nueva contra la corriente de lo que siempre fue y pretende seguir siendo igual, es difícil, complejo. Esa lucha encuentra incontables obstáculos externos -las fuerzas sociales que pierden sus privilegios; para el caso léase: oligarquía nacional e intereses transnacionales, estadounidenses en lo fundamental-, así como internos -las fuerzas conservadoras que todos llevamos adentro-. A veces esas fuerzas internas son más reaccionarias, más retrógradas y conservadoras que una invasión exterior. Los funcionarios que hacen parte del servicio diplomático de un país -empleados de carrera que responden al gobierno de turno- en el momento de una revolución, y la historia está llena de ejemplos al respecto, por distintos motivos (de formación, de procedencia de clase, de carrera profesional) pueden no estar en total sintonía con la misma, o simplemente pasar a ser sus enemigos. El caso de la Revolución Bolivariana que está viviendo la República de Venezuela no es la excepción.
En un mundo globalizado, altamente interdependiente, cada vez más las luchas políticas, las verdaderas transformaciones político-sociales, necesitan de la adecuada difusión en el ámbito internacional; a veces, incluso, su posibilidad de imponerse depende en buena medida del apoyo externo que logran conseguir, de la forma en que se posicionan ante la comunidad internacional. En ese sentido, entonces, el servicio externo juega un papel de suma importancia.
En Guatemala, país en el que hasta 1944 se vendían fincas 'con todo lo clavado y plantado, indios incluidos', que vivió su 'primavera democrática' entre la década de los 40 y los 50 del siglo XX, y que luego, tras una violenta represión del movimiento popular y de reversión de las conquistas de aquél movimiento nacionalista y antiimperialista, conoció una larga guerra interna con un movimiento insurgente salvajemente perseguido por un Estado contrainsurgente que provocó 200,000 muertes, la embajada venezolana está haciendo un hermoso trabajo de difusión de los logros de la revolución en curso, logros no muy diferentes en su raíz de los que comenzó a producir el gobierno de Jacobo Arbenz 60 años atrás. Si se quiere, hay muchas similitudes entre aquel proceso nacional y popular vivido por los guatemaltecos y entre la propuesta latinoamericanista que se impulsa hoy desde Venezuela, el socialismo del siglo XXI. Si aquél gobierno no hubiera sido depuesto en 1954 por un golpe militar (en su caída participó la CIA siendo ésa su primer misión fuera del territorio estadounidense), si esa revolución hubiera seguido adelante, seguramente hoy Guatemala haría parte en forma espontánea e inmediata de la propuesta del ALBA, o de Telesur.
Pero no obstante un gobierno que acaba de firmar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (el llamado CAFTA, por su sigla en inglés), existen profundos vínculos entre guatemaltecos y venezolanos. Vínculos solidarios que un servicio exterior inteligente debe promover y acrecentar. Es por eso que en la tierra de los mayas la Revolución Bolivariana encuentra eco, y la Embajada está haciendo un interesante trabajo de difusión de sus logros.
Como muestra, dos aspectos: el 5 de julio recién pasado fue celebrada la Fiesta Nacional de Venezuela a lo grande, como una forma de estrechar lazos entre ambos gobiernos. En el monumento a los Próceres de Centroamérica y estatua ecuestre del Libertador Simón Bolívar comenzó el festejo con una ofrenda floral. Estos actos fueron organizados conjuntamente por la representación diplomática venezolana junto con la Dirección de Protocolo del Ministerio de Relaciones Exteriores así como con el Ministerio de la Defensa Nacional. Un pelotón de soldados del ejército de Guatemala rindió los honores correspondientes, y el diputado por el Parlamento Andino, Mario Arias, fue el orador de orden. Su discurso se basó en la importancia que reviste la integración latinoamericana y los programas de justicia social que adelanta en Venezuela el Gobierno Bolivariano a través de las Misiones. Destacó entre ellas la Misión Robinson a través de la cual este año Venezuela será declarado 'territorio libre de analfabetismo', la Misión Barrio Adentro que ha salvado la vida a más de 250 mil venezolanos y realizado más de 80 millones de consultas a personas que nunca habían tenido acceso a la atención médica. También la Misión Milagro, a través de la cual más de 150 mil venezolanos han sido operados de la vista en Cuba, algunos de ellos con más de 25 años sin visión recuperando la visión, de ahí el 'milagro' escogido por nombre. Posteriormente a este parte del evento, tuvo lugar la recepción en la Residencia Oficial de la Embajada de Venezuela, a la cual asistieron 250 personas aproximadamente, entre ellas altos funcionarios del gobierno nacional. Se contó con la presencia de, entre otros, el Ministro de Energía y Minas, el Ministro de Defensa, el Viceministro de Relaciones Exteriores, el Presidente de la Corte Suprema de Justicia, del Tribunal Supremo Electoral, además de funcionarios del Cuerpo Diplomático, de Organismos Internacionales, así como de invitados especiales y medios de comunicación social. Los anfitriones, el Embajador a.i. Lic. Félix Méndez Correa y su esposa Sra. Gladys de Méndez, estuvieron presentes en todos los actos luciendo un impecable traje blanco muy típico de Venezuela llamado Liqui Liqui. Una banda de siete músicos de la Orquesta Sinfónica de Guatemala interpretó melodías de la región andina y llanera, cerrando la actividad con la tradicional -y segundo himno de los venezolanos- 'Alma Llanera' del autor Pedro Elías Gutiérrez.
Por otro lado, en otro contexto y llegando a otro tipo de público, el 15 de julio, en la sede de Quetzaltenango -segunda ciudad del país, en pleno corazón del altiplano indígena- de la Universidad de San Carlos de Guatemala (la universidad pública más grande de Centroamérica y tercera casa de estudios superiores fundada por los españoles en tierra americana) tuvo lugar una conferencia sobre el ALBA -la Alternativa Bolivariana para las Américas- dictada por el Lic. Félix A. Méndez Correa con el propósito de difundir las ideas de integración continental que impulsa la Revolución Bolivariana. En ese marco, el Lic. Carlos Wer desarrolló una instructiva ponencia que contextualiza con precisión lo que está sucediendo hoy en Venezuela, hacia dónde va el movimiento, y cómo eso puede ser fuente de inspiración para otros pueblos que también anhelan 'otro mundo posible'. Nos permitimos transcribir textualmente esa ponencia no sin antes concluir, entonces, que todos estos aportes, de diferentes tipos (con cuerpos diplomáticos, con estudiantes, con el campo popular, con medios de comunicación), sin intrometerse en asuntos internos de cada país pero dejando claro por dónde camina la revolución, son importantes aportes para mostrar que el monstruo construido por los canales oficiales de la derecha (la 'nueva dictadura comunista' que amenaza con incendiar Latinoamérica, la 'amenaza militar del tirano Chávez', etc., etc.) no es tal. En todo caso, el monstruo no está en Venezuela, ni en su gobierno ni en su pueblo. Hacer entender eso, ayudar a que la comunidad internacional y la opinión pública mundial conozcan la 'verdadera verdad' es misión de un servicio exterior comprometido con esta causa. Ese trabajo, a no dudarlo, también es parte de la Revolución.
'Para quienes crean que el Movimiento Bolivariano y el ALBA nacieron con la llama encendida por el Comandante Hugo Chávez el 4 de Febrero de 1992, les podría decir que es una verdad solamente a medias. Pero que la verdad en toda la plenitud de su esencia la podríamos encontrar en el lejano Monte Sacro de Aventino, un 15 de Agosto del también lejano 1805, día en el que Simón Bolívar en su cúspide expresara ante su tutor, maestro y amigo Simón Rodríguez: 'Juro por Dios y juro por mis padres que no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi alma hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español'.
Es, pues, la inspiración del pensamiento del Libertador lo que ha llevado a los hijos de las armas venezolanas a retomarlo, a darle nuevamente vida y a alumbrar con su esperanza el ensombrecido cielo de esta nuestra Patria Grande, tan amada, tan cercana a nuestros sueños, pero también tan escarnecida, tan explotada.
Cuando en el Samán de Guere cuatro hombres de la promoción que lleva el nombre del Libertador, repiten el juramento y prometen dignificar la carrera de las armas y darle el sentido libertario que le imprimiera el genio de Bolívar, siembran con él el nuevo espíritu de grandeza, que como ayer, no se limita a la lucha por la independencia de Venezuela sino por la de todo un continente opreso por el poder español.
Hoy esa grandeza nacida en Venezuela proyecta su sombra de dignidad sobre toda la América Latina y lanza al viento el reto libertador a la fuerza neoliberal que la ha plagado de desgracias. Hoy, bajo el liderazgo del Comandante Chávez, quien imbuido de un auténtico renacer bolivariano propone la independencia económica del continente, nace como una promesa el proyecto ALBA, la respuesta al proyecto que nacido de las entrañas de los poderes económicos que controlan la economía mundial imponen sus condiciones para mantener la explotación del hombre y la de los recursos naturales de sus pueblos impulsados por el absurdo sueño de su nuevo imperio mundial.
En oposición a las premisas del ALCA que pretende equiparar las economías de la potencia hegemónica con las subdesarrolladas y dependientes de nuestros países, el ALBA bolivariano responde con la grandeza de su herencia bolivariana, convirtiéndolo en un instrumento que permita, junto a la liberación económica y el motor del desarrollo de los países latinoamericanos, no en una relación de David a Goliat como pretende el aspirante a convertirse en imperio, sino en una fraternal comunidad de países soberanos fraternalmente unidos por el pensamiento de aquél que en el Congreso Anfictiónico de Panamá soñara con la unión de los países de la América Latina.
Así, con el bagaje del pensamiento del Libertador, la propuesta venezolana del ALBA es una propuesta de integración humanista que pretende, contra los intereses amañados del ALCA, alcanzar un desarrollo endógeno nacional y regional que erradique la pobreza, que corrija las desigualdades sociales y que asegure una creciente calidad de vida para los hijos de este subcontinente.
En la agricultura, de la que viven millones de latinoamericanos por ejemplo, propone el tratamiento de los bienes agrícolas como cualquier bien, sin distinción de ningún tipo. Así identifica plenamente el que ella es mucho más que una simple producción de una mercancía; es un modo de vida y un lazo profundo de nuestras civilizaciones primigenias, en la que sustentan su cosmovisión.
Opuesta frontalmente a la propuesta del ALCA, con el que se pretende eternizar el abuso del trabajo de nuestras poblaciones y sus recursos con beneficio exclusivo para los enormes intereses económicos detrás de las políticas estadounidenses, la cual está basada en la liberalización total y absoluta del comercio y la inversión sin tomar en cuenta las asimetrías de sus economías individuales, el ALBA propone con justicia que esas asimetrías sean compensadas.
La pobreza y la exclusión social, signo casi uniforme en la geografía de nuestra Patria Grande, es una de las principales preocupaciones de la propuesta del ALBA.
La decisión histórica que han asumido aquellas fuerzas progresistas venezolanas tienen como fondo un pensamiento que alienta a los millones de ciudadanos latinoamericanos: ¡que otra América es posible!
Ojalá que, inspirados en el ejemplo de la nueva república bolivariana, ustedes profesionales, estudiantes y guatemaltecos todos, sepan luchar por la independencia económica de nuestra Patria y encontrar en el ALBA el eslabón que permita legarle a las generaciones venideras un país en el que la dignidad le sea devuelta a sus hijos.'