Huracán, Revolución

Nos encontramos en momentos sumamente importantes y trascendentales para nuestro país, para su historia, y el pueblo venezolano. Cada día se escribe una página más, y cada una de ellas, más cargada de heroísmo, de lealtad, de compromiso y militancia.

La juventud y el pueblo en general han dado, desde el 10 de enero a nuestros días, luces sobre un nuevo tiempo político. Este nuevo periodo político, el cual ha calado en el imaginario colectivo y se está haciendo cultura, esta erigiéndose sobre nuevos principios éticos y morales.

La politización en la cual ha estado sumergida la sociedad ya está dando sus frutos; y entre ellos, sujetos con conciencia de clase, hombres y mujeres que precisan y concientizan el valor de su trabajo, de su palabra, de su acción cotidiana.

En Venezuela, como en ningún otro país, se ha rebasado la barrera de lo imposible y cada quien quiere escribir la historia; este libro nuevo, este compendio patrio que hoy escribimos, es tan abigarrado como el número de sus hombres y mujeres que lo componen.

Hay una fuerza brutal en la calle, una mística arrolladora, es como si las banderas de las luchas más excelsas estuvieran enarboladas en cada calle, en cada esquina. Y es que la están. Hoy la crítica es certera, hoy hay percepción exacta de la capacidad del Poder. Y todos, organizados y en cumplimiento de un proyecto, están asumiendo el Poder.

El Verdadero Poder, de hacer, de decidir, de transformar. Cuales Páez con lanzas; como Bolívar a espada; como Zamora y su fuerza; como Chávez-corazón. Todos, en absoluto, andando, en los caminos de la libertad, en construcción decidida de la nueva sociedad.

Fuerza, corazón, y la vitalidad de un hombre de mil batallas mostrando caminos, escribiendo el futuro para que sepamos a donde seguir. Chávez y lo que diga Chávez. El Proyecto y sus líneas.

El pueblo organizado. La patria grande. CELAC, UNASUR, ALBA. Cuba y ese amor desenfrenado que impulsa, que arrebata y ata a la lucha, que se incrusta en el más hondo sentir y hace escribir, y soñar, y pensar. Revolución, sueño heroico de los hombres valientes, aliento del siglo XX, verbo desenfadado de un Che, de un Farabundo, de un Allende, de un Gaitán. Para la selva, para nuestros indios y negros, para un pueblo explotado por el norteño usurpador. Y las ganas de vivir, de crecer, de comer, de la copula tranquila, del pescar, de los valores del espíritu y el desenvolvimiento natural del hombre, sin preocupación por la necesidad inyectada, del trabajo alienante, de la plusvalía.

Hombre, espíritu errante, creador de cuentos y su entera ficción. Hombre, ficción y mundo, y la magia y el chaman y su ayahuasca. La fusión Hombre-Chaman, la superposición del todo puedes y el nacimiento de la fe en ello. Chávez, y su amor mayor.

La mitología y el nacimiento de la tragedia. Y si todos pudiéramos escuchar a Dylan, y corear a la Sosa. Venezuela y sus tiempos, nuestros tiempos. Revolución, hombre nuevo, sueño, camisa roja, barbas largas, eficiencia o nada. Y así andamos, en un huracán, como todo esto. Un huracán con sentido y objeto. El desenfreno de toda revolución, tan variopinta que se hace única, que se compacta ante tanta diversidad.

Y es que Chávez es un imán, es quien golpea la mesa sin estar, es el Alto-Adelante. Así que párate y construye. Así que párate y critica, pero construye. Así que aporta, así que grita si crees que no te quieren dejar hacerte escuchar. Así que tú, y tu clase, marca un mapa y obsérvate reflejado. Y cuando te veas, actúa, en función de tu posición, en función de tu clase. Tu clase que son los más, que son los históricos, que otorgaron su sangre para que se escribieran otros nombres, que construyeron castillos para que otros vivieran.

Pelea por ellos, por tu clase, y no para imponerse, nadie habló de imposiciones, sino para que nadie más, nunca más, se les impongan. Y rían como se les fue negado, y corran sin ver fronteras. Porque tu frontera, como la de tu clase, es frontera en expansión, y así lo hace esta revolución, y sus tiempos modernos.

Y no hay postmodernidad. Es aquí, con tus conceptos, con tu cosmovisión, con tu jeep para subir el cerro, con tu pasta con queso en la bandeja, con tu tobo de agua fría, con tu desencanto ante paisaje muerto.

Tu, sujeto noble y activo, príncipe de esta revolución, vive tu momento, que es histórico, y párate y grita y construye, y defiende tu tiempo, tu revolución, tu sueño postergado, a tu Chávez como si fueras tu mismo.

elcorreodefranciscoojeda@gmail.com
@Franc_Ojeda


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Francisco Ojeda


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