Eran los días de abril del 2002, creo si mi memoria no me engaña, el doce, estando el presidente secuestrado, cuando una señora, en plena calle, en una urbanización popular, pese la represión y persecución desatada contra los chavistas, sobre todo en Caracas, por el gobierno de facto, dijo a pulmón pleno;
“Voté por Chávez. Quiero que Chávez siga siendo el presidente.”
Luego, con el mismo énfasis y actitud temeraria agregó, a manera de pregunta sin destinatario:
“¿Si Chávez no vuelve qué hago con mi voto?”
Aquello se me vino de pronto, justo cuando Ernesto Villegas, terminó de leer su último informe, el de anoche 21 de febrero, sobre la salud del presidente.
Confieso, quisiera poder pensar y decir todo lo contrario, que aquella versión oficial me llenó de pesimismo con respecto al estado del compañero presidente. Se agregó lo expresado por el ministro, a lo relacionado con Evo Morales, quien dijo aquí y en el exterior, que no había podido ver y hablar con Chávez y limitado a hacerlo con sus compañeros de la dirección del proceso y familiares de aquél. No puedo imaginar que el presidente boliviano mienta, ni entender que no estando el nuestro en estado precario, aquello haya sucedido. Sobre todo por el grado de afinidad que ha habido entre ambos.
Recordé que el parte anterior leído por Villegas, estando todavía el presidente en la Habana, anunció que la infección respiratoria había sido superada y el paciente entrado en una nueva etapa del tratamiento. De donde concluí, comparando una y otra información, que éste había experimentado lo que coloquialmente solemos llamar una recaída.
Pese a que el mismo informante agregó que el tratamiento de “la enfermedad base”, creo fue la expresión utilizada, estaba funcionando de acuerdo a lo previsto, no encontré motivos para disipar mis preocupaciones por la suerte de nuestro querido compañero enfermo.
Por esto, justamente por esto, pensé lo que aquella valiente y admirada señora expresó emocionada y hasta extremadamente furiosa:
“Yo quiero que Chávez siga siendo el presidente.”
Y no me cabe duda que eso habrá de acontecer. El movimiento revolucionario venezolano tiene un proyecto, un plan, el de la patria, partido de masas, con un indudable arraigo popular; tanto que las encuestas así lo confirman. Pero también hay un equipo de hombres competentes, consustanciados con la estrategia y táctica que deben atenderse y se han venido desarrollando, sin caer en concesiones, conciliaciones de clases, pero tampoco en apresuramientos o excesos que puedan producir un descarrilamiento, tal como tantas veces ha advertido Hugo Chávez. Aunque haya quienes, sin descalificar al presidente porque eso sería correr un serio riesgo, suelen hablar de reformismos porque no se impone una abrupta ruptura. En este particular, es bueno leer algunas de estas cosas en VEA.
En la actualidad, el Psuv y demás partidos aliados del proceso controlan la AN, 20 de las 23 gobernaciones de Estado, respaldo de masas más allá de los partidos que permitió obtener el voto favorable por encima de ocho millones de venezolanos y la aplastante mayoría de compatriotas que lucen el uniforme militar y portan las armas de la república reconocen la legalidad de las instituciones y hasta simpatizan con el proceso bolivariano.
Los militantes del proceso, perdonen no diga y las militantes, porque por gruñón, creo no sea necesario, dicen y repiten, en cada rincón de Venezuela, de manera muy hermosa y significativa: “Yo soy Chávez. Nosotros somos Chávez. Todos somos Chávez.”
Todo lo anterior, no hace sino confirmar que por encima de todo, Chávez está y estará presente y al frente de las luchas populares.
Neruda creyó ver y hasta conversar con Bolívar en las calles de Madrid, cuando el movimiento popular y al frente de este “el Quinto Regimiento”, se batía heroicamente para tratar de impedir que no pasase el fascismo.
Recuerdo que Pepe Mujica, el presidente uruguayo, hombre de una rica experiencia y con mucho que enseñar, la vez que estuvo en el acto de juramentación presidido por Maduro, nos aconsejó que mantuviésemos la fe y la unidad en torno al proceso aún en la ausencia física de Chávez. Alguna poderosa razón tuvo para recomendarnos aquello. Hoy, ahorita, cuando pienso en lo que arriba comenté sobre las alocuciones de Villegas, la sabia advertencia del presidente sureño toma plena vigencia en mi conciencia.
Hay una proposición del presidente Chávez, hecha como una premonición, antes de viajar a la Habana a su última operación, relacionada con Nicolás Maduro, que para los revolucionarios tiene la magia y el mandato de mantener el ritmo y la unidad del proceso.
La derecha, nacional e internacional, sabe bien todo lo anterior. Como que todos somos Chávez; Nicolás Maduro, por la fuerza y el liderazgo del presidente, también es Chávez; y lo es porque todos los venezolanos que apostamos por este proyecto chavista y bolivariano, lo aceptamos y hemos decidido que así sea.
Es natural, siendo así las cosas, lo que incluye nuestro sentimiento, esperanza y disposición, que los enemigos de la revolución bolivariana intenten descalificar al compañero Maduro. Lo nuestro es ver en él, si llegásemos al caso extremo, que esperamos con amor que así no sea, atendiendo a lo dicho por Pepe Mujica, al compañero Hugo Chávez Frías y a todos nosotros, porque “somos Chávez”. Porque “Yo quiero que Chávez siga siendo el presidente”. Porque Maduro también es Chávez.
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