El recluso o “privado de libertad”, frase que pareciera enrostrarle a la sociedad toda la culpa, lo que en verdad no es desacertado, quien intentó irse de la cárcel en una maleta, merece de mi parte un fuerte aplauso. Es un prodigio de creatividad y contorsionismo.
Una joven, posiblemente muy entrañable amiga, arrastraba sin dificultad su maleta en dirección a la salida del centro de reclusión, en la tarde del domingo, al final de la visita. Pero tuvo que subir unas escaleras, lo que le exigió un esfuerzo grande, terminando por llamar la atención de un guardia nacional, quien le exigió abriese aquella pesada maleta y quedó sorprendido por lo que se hallaba adentro.
Pero más sorprendido queda uno por las circunstancias que de seguidas comentamos.
Si la joven que arrastraba la carga no se encuentra en el camino aquella escalera, pudo haber logrado su fin. La nota periodística dice que le pidieron abriese la maleta por el esfuerzo que ponía para subir su carga. El hecho mismo, que la joven se atreviese a intentar salir con aquel contrabando, confirma la idea que pudo salir sin dificultad de no haber despertado sospechas por lo pesado de la carga. Eso, de salir de una cárcel llevando una maleta, meta que se trazaron la joven y el transportado, sin ser molestados, causa extrañeza. Es posible, no obstante pensar, que en ese intento intermediasen otras circunstancias y factores. Cosa esta última que deberán averiguar las autoridades competentes.
Sorprende como aquel contorsionista desmedido y audaz, pudo enrollarse para colocarse “muellemente” en la maleta. Llama también la atención que previamente, alguien, el mismo contorsionista, u otra persona, hizo un cálculo “infinitesimal” para que aquél cupiese exactamente en la maleta, sin que nada de él sobrase o se hubiese de meter a la fuerza, ni tampoco sobrase ni faltase espacio. Al mirar la fotografía, que aparece en varios medios, se tiene la sensación de un adulto instalado en el vientre de su madre. Hasta cómodamente puede decirse, pese a la contorsión que tuvo que hacer. El tema de las pirámides, del colocar cada piedra con exquisita precisión, parece haber inspirado a quien intentó evadirse o planificó el asunto.
Aquel sorprendente escapista húngaro, posteriormente residenciado en USA, llamado Houdini, pudo quedarse pendejo si no se mete en el medio aquella fatal escalera.
Pero, pese a ese reconocimiento a la audacia, creatividad y dotes contorsionistas del pretendido evasor, uno vuelve a interrogarse: ¿Pudo esa joven salir con una maleta de la cárcel sin que le hubiesen requisado? ¿No hay otra trácala oculta de la que nada se dijo?
Aquel acomodo, sin que nade sobre o falte, es toda una clase de cómo hacer las cosas con portentosa validez en lo arquitectónico, calistenia y hasta en política, donde muchos suelen hacer las cosas dejando mucho por fuera o intentando meter más de lo que cabe.
Pero todavía uno sigue asombrado, tanto como seguir hablando de ese asunto.
Mire la fotografía. No se la pierda. Aquello asombra más aún. Ver al personaje dentro de aquella maleta en una toma fotográfica, uno evoca un cuadro de Picasso o Miró. Una estupenda escultura. En fin una exquisita obra de arte.
Hay allí talento que no debería desperdiciarse. Quizás, ese fallido intento de fuga, mediante procedimiento tan creativo y plástico, sirva para que el autor, ayudado por quienes deberían hacerlo, se descubra capaz de hacer algo útil y deje de ser un vulgar “privado de libertad”.
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