La Iglesia Católica i las sectas

Un joven de apenas 15 años, acaba de cometer dos monstruosos e inconcebibles crímenes; “no fui yo, fue el demonio”. La ciudad i el país están consternados frente a este horror que tiene muchas motivaciones, algunas fomentadas por una sociedad que se deshumaniza en la política, cuando no pudiendo alcanzar el poder por los medios democráticos, recurre a cuantas fechorías fuesen posible, con el consenso, la aprobación i la colaboración de la iglesia católica. “Por sus obras los conocereis” dice ese libro “sagrado” que distorsiona tantas mentes i crea tantos miedos infundados, pero que aterra a los creyentes en Cristo. Fue un baño de sangre…pero apenas en un apartamento de la ciudad i ayudado e incitado por un personaje inexistente que es una creación de la iglesia, igual que el infierno, para imponer la autoridad del otro imperio: el Imperio Vaticano de tan objetable o lamentable historia.

Aprovechando esta “nueva oportunidad” para “pontificar moral”, con una ética interesada por detrás, sale a la palestra Monseñor Baltasar Porras, “un connotado adeco conspirador i golpista”, para decir que “la iglesia católica someterá a revisión exhaustiva el posible surgimiento de sectas satánicas en la nación”. Primero habrá que recordarle que, como sacerdote i moralista, no tiene autoridad de abrir la boca ni para bostezar; luego, hacerle ver que su iglesia, tal como la concibe su Centro Conspirativo de la Conferencia Episcopal Venezolana, es de por sí una secta “santánica” o sea, tan milenaria i dañina, afortunadamente para apenas una quinta o sexta parte del género humano, como cualquier secta satánica i que, si el adolescente apuñaleó muchas veces a su madre i a una amiga produciendo el baño de sangre en su hogar, el Cardenal Rosario Castillo Lara, anda pregonando un baño de sangre para su Madre Patria, porque lo está deseando i porque por la fuerza, desea desaparecer al presidente constitucional legítimo, i relegitimado varias veces más i con más demostración de buen cristiano que todos los que están en esa guarida episcopal. Si Dios es omnipotente, omniciente, i todos los “omni” que le han inventado, de existir el mal i de existir el demonio, es cosa de su propia creación. Si Dios es perfecto, como dice la prueba refutada por San Buenaventura, no debería ser tan escaso de talento como lo pinta la iglesia i este mundo, tal parece, le salió bastante mal i el hombre, más defectuoso todavía. Al joven no lo dirigió ningún demonio, sino las ideas i la formación que tuvo en sus escasos años de vida i el negocio de las drogas que manejan los poderosos del dinero; fue el ambiente, fue el entorno, fueron las prédicas de otros adultos desquiciados, quienes desquiciaron también esa mente, i eso está bien estudiado en la Psiquiatría i en la Psicología para citar solamente dos ciencias. No fue tampoco el divorcio, que es un logro jurídico para remediar males inteligentemente i una de las falsedades que maneja la secta “santánica”, calificándolo de “plaga” porque lo dijo Juan Pablo II uno de los Papas más retrógrados en todos los tiempos. Yo conozco dos casos mui concretos de “anulación del matrimonio eclesiástico” (lo que une Dios nadie lo desatará) concedidos por el Vaticano, apenas por la cifra de 50.000 bolívares, aunque en ese tiempo eso era dinero, buen dinero. Estamos en el siglo XXI, con unos conocimientos que hasta llegan a indagar sobre los más misteriosos problemas de la naturaleza, con matemáticas fractales i tenemos una tecnología extraordinaria que pregona el otro imperio, el del Calígula norteamericano Mr. Bush, i sin embargo todavía la iglesia cree en “pájaros preñados” i en sus lamentables inventos del pecado, el castigo eterno (el Dios más injusto que pueda concebirse), el demonio, el infierno i paremos de contar estupideces. Sé que hai sacerdotes i hai creyentes de buena fe; puros i hasta inocentes, dignos de respeto, pero es porque el miedo difundido desde el Vaticano “urbi e orbi” les hace tan temerosos que no quieren leer lo que se les prohibe. Persiguen un eudemonismo en el más allá, sin razonar siquiera, el inmenso e inacabable castigo de la eternidad, como era el único miedo de Jorge Luis Borges, después de morir. Tuvieron que eliminar el Index, pero siguen pregonando mentiras i obnubilando sistemáticamente las mentes débiles. Ya lo dije en otra ocasión que, según Bertrand Russell, una de las mentes más lúcidas del siglo XX, “podemos definir la como la firme creencia en algo de lo que no se tiene ninguna evidencia”.

Con estas reflexiones i refutaciones al adeco con sotana, sería bueno preguntarle ¿Las terribles i falsas acusaciones contra el gobierno i la patria venezolana, que hace ese Cardenal Castillo Lara, es porque su fe se les fue de las manos? ¿Están acordes a lo que eufemísticamente llaman “doctrina social de la iglesia? ¿No le parece que ese triste i escaso Cardenal (¿o cuervo?) está apuñalando a su patria i propiciando una (aunque imposible) guerra civil o una invasión extranjera? ¿No será que para él lo válido es ubi bene, ubi patria? ¿Dónde está su cristianismo i su patriotismo? ¡Por favor, Baltasar de la Porra, no abra la boca ni para bostezar, porque su aliento mentiroso, desestabilizador i conspirador, no lo soporta el pueblo venezolano!





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Roberto Jiménez Maggiolo


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