Un compatriota me envía un correo pidiendo mano dura

Compatriota, le contesto públicamente el envío de su atento email: ¿Quiénes son los culpables de la corrupción, inseguridad y delincuencia en nuestra Patria? Leamos esta clase Magistral del señor Coronel y escritor Aquiles López Sánchez:

La corrupción era una estructura subyacente que alimentaba y sostenía el sistema de partidos y la organización político-social de Venezuela como un todo, apoyada sobre las instituciones económico-financieras y el poder judicial. Era una estructura con racionalidad propia, indispensable para entender los mecanismos del poder del puntofijismo.

Y si a esto añadimos el mal ejemplo dado por la élite, la que en esas circunstancias pide sacrificios a todos mientras vive en la opulencia, viaja constantemente al exterior, exhibe el espectáculo bufo de sus celulares; el Parlamento se ocupa de pequeñas causas, nadie creía en la veracidad de lo que allí se discutía; tanto diputados como senadores, con alguna que otra excepción, dieron aquel burlesco ejemplo de indiferencia en las sesiones, transmitidas por televisión, la tarde de aquel 4 de febrero de 1992.

Aquellos jóvenes oficiales del 4 de febrero de 1992, por sus salarios gente de clase media, quienes como los civiles sufrieron en carne propia las consecuencias del “paquete”; quienes contemplaron con estupefacción e impotencia el espectáculo de la corrupción sin castigo, de la viciosa administración de justicia; quienes se han sentido impotentes como muchísimos venezolanos; quienes como los miembros de esa clase social por sus profesiones, por no tener el agobio de los pobres, quienes deben luchar por el alimento cada día, tuvieron tiempo libre para pensar, para angustiarse, para soñar una salida digna.

La oligarquía venezolana comienza con el perraje partidista y se basa en el dinero robado. Para el año 1958 esa gente eran unos limpios. No tenían ni siquiera un apartamento como los del 23 de Enero, y hoy son dueños de bancos, financiadoras, fábricas, empresas, industrias y ocupaban los mejores cargos en las Empresas del Estado.

La picada o arrancada del ocaso de Venezuela comienza con el primer gobierno del señor Carlos Andrés Pérez y acelera el ritmo en el gobierno de Luis Herrera Campins para llegar a la cúspide del despelote, degradación, inmoralidad y derroche con Jaime Lusinchi y Blanca Ibáñez y finalmente rematar con broche negro en el otro desgobierno del señor Pérez.

Los partidos políticos, particularmente AD y Copei, han venido formando la oligarquía del dinero con los hijos y los parientes de los llamados líderes. Los teníamos en el antiguo Congreso, en los ministerios, en Petróleos de Venezuela, en los mejores cargos en el exterior. Esta era una Mafia política. Altos cargos y puestos eran para esos privilegiados entre los cuales, de paso, como lo denunció un exembajador, (Don Francisco Herrera Luque) pululaban los Bellos Mariposos y las Amantes e Hijas alegres de esos Mafiosos.

Con esa gente, en el campo militar también se formaron una oligarquía que contaba con Generales y Almirantes. Antes los cargos y ascensos eran por rigoroso orden de méritos (méritos en los cursos realizados, en los trabajos, comisiones, etc.), en los gobiernos puntofijistas había que ser incondicional del partido de esos líderes, etc., y eso desmoronó la disciplina, la mística, acabó con el liderazgo castrense y el interés de los jóvenes para escoger esa carrera.

Estábamos viendo con horror que la terrible sentencia de El Libertador, referida al Destino Manifiesto de Angloamérica con relación a las naciones latinoamericanas, cambió de sujeto; pues parece ser que los venezolanos que a partir de 1958 a 1998 tomaron las riendas políticas de la nación hubieran sido predestinados por la Providencia para destruir a Venezuela.

Con frecuencia oíamos gritar a esos politiqueros cuando eran sindicados de delitos contra la cosa Pública o contra el Pueblo que la “democracia estaba en peligro”. ¡Bandidos!, la democracia la han desnaturalizado y la estaban poniendo en peligro ellos con sus vicios, robos millonarios, entregas, crimines y traiciones.

Venezuela, mi patria, vuestra patria, nuestra patria, era una Gran Mina, una mina libre y abierta a la explotación por parte de extranjeros indocumentados e indeseables en sus propios países, y otros que sólo vienen a especular y enriquecerse a como dé lugar. Y los venezolanos somos los grandes imbéciles, que todo lo damos a quienes todo lo quieren y llevan fuera de nuestras fronteras. Toda vía hoy.

En la era del puntofijismo, Venezuela era un inmenso Garito, el venezolano pobre sólo soñaba con el loto o el billete de la lotería millonaria, y hasta la más humilde mujer soñaba con el terminal para ir al mercado, los caseríos tenían sus loterías de animalitos y en cada cuadra había una venta de cerveza y más rocolas que escuelas y hospitales.

El pueblo estaba alienado, 40 años de mentiras, 40 años de compra de conciencias, 40 años de estrangulamiento del estómago, han hecho creer que Acción Democrática y Copei eran “invencibles” y que la Patria eran esos partidos.

AD y Copei son los responsables y autores de todo lo bueno y todo lo malo que ha acontecido en el país desde 1958 a 1998. Lo bueno es insignificante y lo malo es todo, y mucho lo es transcendente pues atentaba contra el Pueblo y contra la Patria.

En el venezolano de ayer no existía el amor al trabajo ni la vocación de servicio ni el espíritu de sacrificio; el petróleo nos había corrompido y alienado, y grandes corruptos, corruptores y mediocres, pero habilidísimos para engañar, habilidísimos para corromperlo todo y habilidísimos para trepar el poder, nos estaban convirtiendo en animales que sólo pensábamos en beber, comer, defecar, dormir y engendrar.

No existía motivación sana para nuestra juventud, ésta pasaba su tiempo entre las policías, las cárceles, el vicio y el cementerio, conformando una carga peligrosa para el Estado.

Estábamos destruyendo los gloriosos valores heredados y formando la generación de la anarquía: jóvenes que dormían de día y trabajaban de noche con el cuchillo y la pistola, esos son los hijos de la democracia adeco-copeyana.

El precio social pagado por esa democracia fue cruel y criminal: una juventud apática, indiferente, sin futuro, una sociedad sin seguridad ni servicios y corrompida, una economía deteriorada, un campo arruinado y subvencionado por los favores partidistas, una nación endeudada peligrosamente, un país indefenso y ocupado por oleadas de indocumentados indeseables.

Estábamos en el cataclismo: corrupción, inmoralidad, inseguridad miseria, hambre; pronto el cinturón de miseria que circundaba la Capital bajaron (perdóname pueblo) como jauría de perros hambrientos el 27 de febrero de 1989.

Moral, no había moral, ni en los partidos ni en el Gobierno ni en las instituciones, y sólo la moral salva a los pueblos cuando estos se acercan al sodomismo o al gonorrismo.

Ya el Libertador visualizó ese hecho cuando propuso la creación del Cuarto Poder. El Poder Moral.

Mientras, Venezuela permanezca en manos como dijera Bolívar: “salidas del fango y que se encuentran repentinamente (gracias a un carnet o a un parentesco) con el Poder en las manos sin saber que hacer, se van por el camino más corto: utilizarlo para robar, atropellar, abusar”. Así acontecía, en tanto la Patria se encontraba en vías de desaparecer; pues, aparte de no poder soportar esa plaga voraz e inútil, no podía dominar sus espacios.

—Compatriota: Espero le sirva esta misiva aclarando las mentes calenturientas y oficiosas.


manueltaibo1936@gmail.com

¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los cinco cubanos héroes de la Humanidad!

¡Ahora más que nunca —con— Chávez!

¡Independencia y Patria Socialista!

¡Bolívar Vive!



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Manuel Taibo


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