Palabras para un coloquio

La ética i la política

“Separar el orden moral del político
sin que éste perezca, no es posible”
Chateaubriand

“En política la injusticia
es peligrosa, hasta para ella misma”
Talleyrand


En una intervención con un propósito tan profundo, como hablar de ética i política, tendrán que convenir o conformarse, con unos someros preceptos que explique la ética como una disciplina esencialmente práctica i no simple teoría, pues hasta Kant la expuso, en su Crítica de la Razón Práctica. Sin embargo, para no confundirla con moral, fundada simplemente en la tradición o en las religiones, diré que la ética es una reflexión filosófica sobre lo moral o una ciencia de lo moral, por lo cual tiene que ser desprejuiciada e imparcial. En lo práctico, pues, es lo interesante de observar lo ético, como lo dijo un filósofo norteamericano Hudson que exponía: “es ver lo que los hombres hacen, cuando hablan acerca de lo que deben hacer” i es lo mejor para valorar a los políticos i a la política. Lo importante es saber valorar a los hombres i los hechos, no como los filósofos analíticos que se conformaban con el análisis lógico del lenguaje moral, porque a veces lo importante no es lo que se expresa así, sino los rasgos lógicos que subyacen en los discursos o en las promesas, que en lenguaje coloquial, es pintar pájaros en el aire; ofrecimientos sin fundamentos que, en última instancias son engaños. Por eso necesitamos saber hacer juicios éticos, juicios de valor i si éstos son susceptibles de verdad o falsedad, si se quedan en su enunciado o son juicios sobre los hechos. Por eso algunos como Wilson, dicen que ha llegado el momento de sacar por un tiempo, la ética de manos de algunos filósofos, para que opinen los filósofos de la ecología o la sociobiología como sentimos su necesidad, hoi en día. Allí tenemos el caso del aborto i los derechos humanos de la mujer, tergiversados, escondidos o simplemente negados, por los que están contaminados de religiones i prejuicios morales. Lo han visto en la lucha que mantengo porque se haga una lei que despenalice el aborto, pues muchos abogados i políticos hablan sobre eso, demostrando una ignorancia monumental. A eso agreguemos, siguiendo las ideas de Mary Warnock, preguntarnos ¿Qué credenciales acreditan al filósofo como la persona más indicada para encargarse de dictarnos normas directrices de nuestro comportamiento? Si el filósofo quiere sobrevivir en la política, debe limitarse a orientar en las principales ramas de la filosofía del presente, en el caso de la política, en los predios de la Filosofía de la Historia que estudia fundamentalmente, las ideas políticas. I cada uno debe estimarse i culturizarse lo suficiente para no ser “pieza” o “ficha” sin autonomía, como miembro de partidos políticos. Esta Revolución, como vemos, está pidiendo hombres así, que sientan el compromiso histórico que los envuelve i que, como en el amor, vale más dar que recibir. Tenemos que aportar talento, eticidad i fraternidad, para conseguir la paz i la armonía deseada para la patria.

En un bello libro de recopilaciones de ideas russellianas, hecho por Lee Eisler, Russell responde a la pregunta ¿A qué se debe la poca estima en que la gente tiene a los políticos? Dice textualmente: “Resulta curioso que en una democracia donde el pueblo elige a los políticos eminentes, casi todo el mundo está de acuerdo en que los políticos son un gremio de inútiles, hasta tal punto que hasta la misma palabra ha adquirido un matiz despectivo. A mi modo de ver, la razón principal de este estado de cosas se debe a la rigidez de la disciplina de partido. En cualquier momento determinado, un partido tiene una serie de opiniones y políticas a las que deben adherirse todos sus miembros activos, por muy poco de acuerdo que puedan estar personalmente. La ortodoxia se valora más que la honestidad o la perspicacia, con el resultado de que a la mayoría de los jóvenes que no son mediocre la política de partidos les parece intolerable y la abandonan antes de que tengan ocasión de convertirse en dirigentes”. I ese ejemplo lo hemos visto hecho realidad en los dos grandes partidos de ayer que saquearon i desmoralizaron al país i a la ciencia política, i los muchos mini partidos que esporularon de ellos. Por ello, personalmente, toda mi ya larga vida, me alejé de todos los partidos, pero mis preocupaciones políticas por mi patria, allí están consignadas en mis escritos, también, de toda la vida. Por eso, esta revolución, como no está hecha con marcianos ni venusianos o de otros planetas, sino con venezolanos que han vivido esta larga historia, el triunfo del presidente Chávez, lo tomaron muchos, como lo que sucedía cuando el poder cambiaba de partido. Sálganse ustedes, para ponernos nosotros i por ello, el movimiento que llevó al presidente Chávez, algunos por disfrazados de revolucionarios i otros porque no lo han meditado debidamente, no quieren entender el deseo de nuestro líder, de que sea un cambio radical. Tengo mis dudas, de si los partidos políticos son absolutamente indispensables para la democracia, pero admito que si todavía, por ahora, lo son relativamente, tiene que ser un partido diferente a los tradicionales, porque sobre todo se le está dando participación i protagonismo a los hasta ayer excluidos i a las etnias indígenas. Tenemos, no hai duda, una Constitución Bolivariana formidable aunque no sea perfecta, i lo lógico, saludable i hermoso, es que nos adaptemos a ella en lo posible. Es, en realidad, un bello programa de gobierno a largo plazo.

Así, lo que la hace realmente hermosa i con proyección de futuro, es no separar el orden moral, o mejor ético, del político, para que el sueño que se está haciendo realidad, no perezca. Si leen la obra de Joan Antón Mellón, Las ideas políticas del siglo XXI, se percatarán de cómo evolucionaron las ideas que tanto daño han hecho a la Humanidad, como el fascismo, el nacional socialismo, o las deformaciones del marxismo como el stalinismo, pero igualmente comprenderán que de todos los filósofos de los siglos XIX i XX, quizá en lo socio político, el filósofo que no podemos dejar de estudiar i consultar es Marx, sin necesidad de ser marxista, comunista o radicales anarquistas u otras derivaciones absurdas, porque fue un filósofo que bajó el idealismo alemán de Hegel, a la realidad i su tarea era buscar remedio a los sufrimientos i a las injusticias sociales i económicas, creadas por la Revolución Industrial de fines del siglo XIX i principios del XX. Sencillamente, les puedo decir que, Marx no es el diablo cojuelo que pinta el capitalismo del Primer Imperio Planetario del mundo, ni del Imperio Vaticano que enturbia conciencias, ambos responsables de todas las calamidades, miserias, pobreza i hambre que todos los días del año, “derriban dos Torres Gemelas” en la Tierra. Por eso, como decía Telleyrand, no propiamente la política, sino la injusticia en política, pienso yo, es peligrosa hasta para ella misma, como lo empezamos a percibir en los Estados Unidos con el gobierno dictatorial de Mr. Danger Bush.

La ética, entonces, como una fijación en la conciencia, nos debe hacer hombres capaces, libres i justos en la política. Lo importante como aptitud i como inversión a futuro, para dejar una patria grande a las generaciones del mañana, es establecer una ética no dogmática (eso sería paradójico) para poder aplicar esa ética a los problemas políticos actuales. Con Russell pienso que la razón, no es causa de la acción, sino simplemente su reguladora i razón según este autor, “tiene un significado perfectamente claro y preciso. Significa, la elección del medio acertado, para el fin que se desee alcanzar”.

Por ello, al inicio de este coloquio que me han hecho la cortesía de iniciar, hago un llamado a la unidad, al cooperativismo, a la renuncia de privilegios i logros personales i a la búsqueda de la verdad que no pertenece a nadie, como decía Antonio Machado, el poeta filósofo a quien la mala política aventó de su tierra:

¿Tu verdad? ¿Mi verdad?
No; ¡la verdad!
¡Y vamos juntos a buscarla…!


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Roberto Jiménez Maggiolo


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