Pobrecita, la oposición venezolana está tan desprovista de materia gris que sólo le queda el camino de la conspiración. Oírlos es un ejercicio agotador por la andana de ridiculeces que debe soportarse. Un rosario de disparates y mentiras que ya no sorprende a nadie. Y resulta que, en política, no obstante lo que dice José Ortega y Gasset en El Hombre y la Gente, cuando afirma que: “el político, incluso el famoso, es político, precisamente porque es torpe” la realidad es que, sin dirigentes de mentes claras habrá cualquier cosa menos política. Ese objeto del pensamiento que es la política, exige de personas que sean capaces de orientarse en el caos de la realidad.
Personas que sean capaces de no confundirse entre la realidad que imaginan y la que es. Que tengan el valor de ajustar su idea de las cosas a lo que realmente son las cosas. No hacerlo, negarse a aceptar la realidad es perderse. Mientras se atrinchere en sus propios cuentos de camino para defenderse de la verdad como si fueran aspas de molino y no sean capaces de liberarse de sus propias ideas, siempre estarán perdidos.
Tienen más de seis años recibiendo castigo. Al menos diez palizas soberanas infligidas por un hombre al que siguen llamando bruto tienen entre pecho y espalda. Y no despiertan. A cada paliza le sucede una nueva huida alocada y sin destino. No tienen el primer atrevimiento que ha de tenerse para encontrarse: saberse perdido. La arrogancia no se los permite. Todavía siguen abrazados a sus mentiras como un náufrago lo hace a una tabla. Sin ordenar el caos de sus ideas se agotan penosamente en su retórica y farsa íntima.
Sin elegancia alguna saltan de un clavo caliente a otro sin medir las consecuencias de la caída. Podría argüirse que tal tesoro de torpezas es garantía de nuevas y más dolorosas palizas, y por tanto, bueno para el proceso revolucionario. En el fondo no lo creo. Creo que el país necesita de una oposición propositiva, inteligente. Una oposición que sea capaz de estimular el debate y espolear, con honestidad democrática, el paso, no pocas veces torpe, de los administradores del proceso revolucionario. Una oposición capaz de aislar loquitos y alejar los diablos de la intolerancia y la conspiración. Eso debió pasar, -aceptando que un error lo tiene cualquiera- el mismo 14 de abril de 2002. Pero no, ese sueño de una noche de verano parece lejano. La oposición venezolana, acéfala, desgarbada y trágica no parece capaz de encontrarse a sí misma. Cuarenta años de modorra gobiernera, descuadernó la poquita enjundia que algún día, quienes hoy son oposición, tuvieron. Viven, como los topos, cegados y enterrados en sus sueños viejos. Incapaces de producir una sola idea. Sin el apoyo auténtico de pueblo sólo les quedaron los estudios de radio y televisión. Allí la ceguera se hizo casi irreversible. Entre decoraciones y maquillaje la confusión de la virtualidad con el mundo real se hizo total.
En esta etapa, calentita aún la última paliza que se dieron ellos mismos, parecen inanimados, como zombis, incapaces de articular palabras o ideas por sí mismos. Unos se presentan, con muchos riñones y poquísima vergüenza, llamando a votar en diciembre, en elecciones organizadas por el mismo Consejo Nacional Electoral que no aceptaron como árbitro llamando a la abstención. Verlos da pena. ¿Tan menguado de memoria o tonto suponen al pueblo venezolano? Otros, los que sí fueron a las elecciones pasadas, lo hacen como si la lid electoral los hubiera confirmado como los grandes representantes del pueblo venezolano. Lo dicho, no quieren mirarse al espejo, huyen despavoridos de su propia imagen. AD o COPEI, los dos grandes partidos de la “democracia” puntofijista no quieren entender que entre ambos partidos no obtuvieron sino la sexta parte de los votos que sólo el MVR obtuvo, sin tomar en cuenta los otros factores del chavismo y el “gran partido emergente” de la derecha venezolana no llegó a los doscientos mil votos. Por último están los niños mimados de los dueños de medios. Los payasos en manos de un sector que se ha erigido en cabeza de la conspiración. Estos repiten, en una especie de recorrido por todos los medios la misma especie: Chávez desestabilizador, Chávez comunista, Chávez manirroto, Chávez… Sólo Granier, él solito, recorrió todas las televisoras, emisoras de radio y páginas de periódicos el último fin de semana como alma en pena.
En este momento ni siquiera aparecen los políticos en las pantallas de televisión. Para estos fines acordes con los planes de la CIA, parecieran más útiles y acaso baratos, unos cuantos “animadores” al estilo de Miguel Ángel Rodríguez o Leopoldo Castillo, junto a unas cuantas caras lindas, “comentando”- guiños pícaros, ojitos de sorpresa y risitas cómplices de por medio-, las “noticias” previamente cocinadas en las oficinas de Miguel Enrique Otero, Andrés Mata, De Armas o Patricia Poleo. ¡Pobrecitos… no tienen compón!.
Esta nota ha sido leída aproximadamente 3386 veces.