Pueblo, religión i política (I)

“La prehistoria de la humanidad termina
cuando se acaben las religiones”

Bertrand Russell

“La religión es el opio del pueblo”

Lenín



“Las religiones son un cóctel de drogas
para la humanidad”

R.J.M.


El mundo de hoi, con el portentoso desarrollo de los medios de comunicación social –aun en manos de los poderosos i opresores apenas empieza, no a mostrar sino a demostrar, dónde i en que clase social, predomina o reside el fanatismo, el acriticismo, la maldad solapada i la más descomunal mentira inventada por el hombre, como es la estúpida vanidad de creerse realizado a imagen i semejanza de Dios, i luego, forjar sectas o mafias que se creen integradas por escogidos i representantes o intermediarios de ese Dios (que realmente desconocen i es un invento mal concebido i estructurado); son, la mayoría, paranoicos o esquizoideos sus jerarcas o jefes –incluyendo a los Papas pues tienen síndromes esquizoides hasta llegar en algunos a una verdadera esquizofrenia: una personalidad dividida, una dualidad ética o como dice la gente, llegan a tener dos caras. La falsedad los lleva a ello: predican a Dios (sin la más mínima prueba de su existencia) i, aparentando creer, tienen íntimamente conocimiento o conciencia de engañar, para hacer de ese calumniado Dios i sus castigos: pecado original, pecados mortales i veniales, limbo, purgatorio, infierno i eternidad (sea en el cielo, sea en el infierno) por lo menos en las religiones occidentales que conozco, confusas e irracionales, los instrumentos de intimidación, mientras que las bondades del Señor (como con eufemismo dicen) son privilegios que se venden o comercian, para el gran negocio eterno. Así unen o armonizan, los dos negocios fatales para la humanidad “creyente”, o las humanidades como lo sostengo, pues no hai sociedad humana, sino sociedades humanas: el negocio de Dios castigador i terrible “gerenciado” por ellos los clérigos; i el negocio cívico-militar: el negocio de la guerra, ambos universalmente extendidos: el segundo no inventado por los militares propiamente, sino por los civiles poderosos en dinero que, en última instancia manejan a los dos: el único fetiche, o el único dios terrenal es el dinero. El más genuino ídolo creado durante El Renacimiento. Después de toda una vida leyendo i estudiando desde ciencia i filosofía, hasta las distintas religiones no porque me interesen como “creyente”, sino porque son parte de la vida del hombre desde la prehistoria, cuando indefenso i casi solitario, inventó a dios como evasión i última esperanza al solipsismo que lo aterraba, de manera que necesario es concluir que el hombre inventó a Dios (ahora con mayúscula) i jamás hizo Dios al hombre, sino producto de un big bang, luego una sopa biótica i un proceso bioquímico de millones de años (no apenas 6.000 años hasta la fábula de Adán i Eva, en la leyenda antihistórica que es la Biblia) que se llama EVOLUCIÓN develada por Darwin. De manera que pienso, ninguna religión tiene nada que ver con Dios, si es que existe i a quien tan mal han concebido por lo menos las religiones occidentales, haciéndolo al mismo tiempo creador del mal i realizando este mundo imperfecto indigno de todos sus supremos poderes. I digo que, “si es que existe” porque igual a lo discutido en 1948 en la BBC de Londres por Bertrand Russell i Frederich Copleston, así como el segundo no pudo darle ni una sola prueba de la existencia de dios, tampoco Russell –i así se lo dijo podía darle ni una sola prueba de la NO existencia de Dios. Por siglos, pues, la iglesia Romana (favorecida por el poder económico que le otorgó Constantino, emperador romano convertido al cristianismo por su madre i transformando la religión de los pobres, en la religión de los poderosos), ha organizado, “pulido” i materializado el gran negocio del cristianismo que, actualmente, tanto en el desempeño político del Vaticano, como de las sectas protestantes evangélicas, están demostrando que lo que menos les interesa es la posible relación con dios, sino las cosas materiales, absurdas i terribles para la humanidad, como es el imperio del poder i del dinero. El único fetiche es el dinero; ese es realmente el Dios de los sacerdotes de todas las religiones del planeta i como son inmensa mayoría los que no tienen verdadera cultura científica i filosófica, los gobernantes políticos arrastran con su analfabetismo cultural, a la casi totalidad de los pueblos de la Tierra. Mas, estamos en la frontera en la cual la ciencia, con el conocimiento que tiene del cosmos, cada vez más sorprendente, demostrará la falsedad de todos los grandes negocios materiales, a nombre de Dios. Por ello, los jerarcas religiosos, tienen todos una personalidad esquizoide, dividida, como lo señala el prefijo “esquizo”. Allí tienen el ejemplo de los Papas; allí tienen los ejemplos de los miles de “Robertson” que están diseminados por el mundo.

Estoi convencido de que pasarán siglos de siglos antes de salir de esta prehistoria del pensamiento religioso; la mayoría son ovejas del rebaño i cuidado con una revolución del pensamiento filosófico que trate de apartar a los hombres en mayoría, del “camino de la fe”. Por eso, hasta los más profundos, como Kant, prefirieron ver de lejos ese pensamiento dogmático i se ocuparon por ejemplo, en tratar de explicar qué es el conocimiento, como procura hacerlo en la Crítica de la Razón Pura. Al final de ese portento del pensamiento, creyó hacer logrado su propósito; empero, el tiempo i el progreso demostraron que se fundó en dos grandes regiones del saber que ya fueron superadas, como lo es la Física Clásica i la Geometría Euclidiana. La religión en cambio es dogmática i apodíctica; si en los tiempos iniciales, no le fue posible armonizar la filosofía griega con el dogma cristiano i nunca más ha podido hacerlo; no quieren admitirlo de ninguna manera i jamás el inmenso fracaso. Tienen siempre pensamiento medieval e inquisitorial. Sin embargo el modo de salir de esa prehistoria en el presente es entrar al mundo de la ciencia i la tecnología descontaminada de política, porque no solamente la religión tiene esa contaminación desde siglos atrás, sino también la política. Robert Oppenheimer i Albert Einstein, fueron dos mártires que, junto a Enrico Fermi, se sintieron agobiados por las bombas de Hiroshima i Nagasaki. Cuando un bárbaro como Harry S. Truman (en la cara se le veía la incultura, especialmente cuando vestía “guayaberas” escandalosas) decidió “probar” su poderío atómico, estando ya establecidas las conversaciones para la rendición del Japón, ese señor que ha podido hacerlo dejando caer las bombas en islas desiertas para desaparecerlas del mapa (demostración eficiente i total) prefirió arrojarlas en dos inocentes ciudades, como si hombres, mujeres, niños, ancianos, animales i árboles (para hacer breve el recuento) fueren simples hormigas o chiripas. En realidad para él i ellos, eran “seres humanos inferiores i anónimos”, propio del pensar de mentes enfermas.

Estas son reflexiones filosóficas, porque entrañan un sentir que no pretendo que coincidan con nadie; pero es porque acaso pienso como uno de mis maestros a distancia en el tiempo (los llamo así porque siempre están conmigo, aunque cronológicamente ya idos), Friedrich Nietzsche, quien creyó que los griegos en su modestia, crearon la palabra filósofo i dejaron a los actores del espíritu la soberbia de llamarse sabios. No me creo sabio; siempre repito que no existen; empero, pienso i existo como tanto se repite sin meditarlo. Los hombres de las religiones se erigen en sabios i hasta se hacen llamar excelencias, ilustrísimos, reverendísimos, eminencias, i muchos títulos honoríficos más, i visten i actúan todo lo contrario a Cristo i ahora son ellos los mercaderes del templo.

Entonces, para concluir esta primera entrega de dolor humano ante la mentira i la injusticia disfrazada de religión, con el mismo Nietzsche pienso que, “la distinción fundamental entre un cerebro filosófico y otro que no lo es, sería que los filósofos desean ser justos, y los otros desean ser jueces”. (Continuará)








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Roberto Jiménez Maggiolo


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