La polvareda levantada por las declaraciones del reverendo Pat, son dignas del record Guiness de la imbecilidad. Como diría un argentino ¡Pat, sos un atorrante! En medio de la diatriba del caso, me permito hacer un enfoque más entre los muchos que he leído.
Se me ocurre que el reverendo Pat no ha dicho nada que no encaje en dos mil años de cristianismo. Desde que el emperador Constantino le dio a la jerarquía eclesiástica poder en el Estado romano, dicho poder lo ha utilizado para imponer sus criterios religiosos por medio del crimen, la guerra y la violencia. Criterios religiosos extraídos de la remota antigüedad y cosidos como colcha de retazos. Sobre el judaísmo arcaico monta el paganismo de Aristóteles y de los filósofos de la antigüedad, cuyas ideas se ajustaran a los propósitos de dominio, sumisión y conquista. Paulatinamente ha ido ensamblando la creencia, el dogma, la doctrina acomodada a las necesidades y conveniencias del momento: lo que hoy es dogma, mañana es abolido. Esa trayectoria de conveniencias hizo que Napoleón Bonaparte la definiera como, “la prostituta de la historia”. ¿En qué consistirán las verdades eternas? La teoría de Ptolomeo, “el sol gira alrededor de la tierra” (dogma de fe), se cambia por la teoría de Copérnico. Y más reciente, la espontánea creación del universo con mágicos ademanes y soplos divinos, queda clausurada por el evolucionismo darviniano, o la ley de Lavoisier, “en la naturaleza nada se pierde, todo se transforma”. El aforismo científico dice: “De la nada, nada adviene”, pues la nada, nada tiene. La ciencia, enemiga de la creencia, ha ido socavando con serenidad y constancia, dogmas, prácticas religiosas dirigidas a un Dios mañoso que castiga en Adán el amor a la sabiduría; que le molesta la unidad de los hombres en la Torre de Babel; y en el paraíso bíblico, lanza contra Eva la maldición, “parirás con dolor”, misoginia que durante dos mil años ha servido para negar la libertad, condenar y convertir a la mujer en lujurioso objeto de placer y al hombre en sujeto pecador.
La historia del cristianismo es la historia de Europa. Es la historia de la barbarie en su porfía por dominar el mundo con el pretexto de imponer creencias, que encubran la codicia de saquear riquezas. Es la historia de la civilización greco-romana-judeo-cristiana que sin escatimar medios, lo mismo convoca cruzadas contra herejes y sarracenos o arroja la bomba atómica sobre Hiroshima.
Es un Pat Robertson el que en la Edad Media, durante casi tres siglos (1096-1270), con el pretexto de un “santo sepulcro“ y la recuperación de unos “santos lugares”, organiza Las Cruzadas para invadir el Medio Oriente; librar la guerra “santa” contra el Islam; y abrir rutas comerciales hacia el Oriente de las sedas y las especias.
Es un Pat Robertson el que en la propia Europa ordena la cruzada contra el movimiento herético cuyos seguidores fueron acusados de querer vivir con la misma sencillez de costumbres de los primeros cristianos; como rechazo a la violencia de los poderosos; los vicios de los súbditos; la depravación de los monjes; la corrupción de la iglesia. Por vivir en comunidad de bienes fueron acusados de comunistas. Estas prácticas de vida sencilla y comunitaria se habían extendido por Lombardía, Languedoc, Alsacia, los valles del Rhin y transformaron esas regiones en las economías más prósperas de Europa.
Cual moderno Pat Robertson que le suministra a Bush la ideología de la violencia; le correspondió a Tomás de Aquino el honor de suministrar al papado la doctrina oficial contra la herejía, “.. al hereje hay que echarlo de este mundo, infligiéndole la pena de muerte”, decía el “doctor angélico”. Esta angelical teoría ¿será la que Pat Robertson le quiere aplicar al presidente Chávez? Por orden del papado, millares y millares perecieron en la hoguera o por la espada; en las prisiones y torturas de la Inquisición o en guerras que los señores feudales aprovecharon para acrecentar sus riquezas y la extensión de sus condados y marquesados (caso de la Halliburton y otras). Ante el titubeo de los cruzados en el asalto al castillo de Carcason, el delegado del papa, preñado de mística caridad cristiana, gritó: “!Matadlos a todos, y Dios reconocerá a los suyos!”. En el siglo XII el sur de Francia era la región más próspera de toda Europa. Al final de aquélla guerra, lo que los cruzados dejaron en pie, que fue muy poco, lo destruyó la Inquisición... fue así como la CIA, la aviación y el ejercito de ocupación, bombardearon y destruyeron ciudades. En Irak dejó en ruinas la industria y el comercio; desapareció de los museos la historia de la cultura babilónica; y los sitios arqueológicos quedaron destruidos. Hoy, como herencia de aquella misma barbarie, el reverendo Pat le ordena a su correligionario Bush y su equipo de halcones-gallina, la invasión de Afganistán, Irak, Irán o el magnicidio del presidente Chávez. Pero se frena ante Corea del Norte que ya tiene bombas atómicas, único lenguaje que entienden en la Casa Blanca y el Departamento de Estado.
Es un Pat Robertson el que ordena desde el papado la guerra con
tra las rebeliones aldeanas (mediados del siglo XIV y XV),que en Inglaterra liderizan Juan Wiclef y Jhon Ball; en Bohemia y Praga Juan Huss que dio nombre a la guerra de los hussitas librada por mercaderes, artesanos, albañiles, tejedores que exigían salarios más elevados, y luchaban por quitarse de encima el yugo de la servidumbre y abusos clericales.
Es un Pat Robertson el que desata en Alemania la guerra por la Reforma, con Lutero; la guerra de los aldeanos con Tomás Munzer; el anabaptismo comunista con Sebastián Francq y Juan de Leyde. Las ideas e instituciones de la época, tanto religiosas como políticas y sociales, fueron sometidas a revisión completa. La burguesía, los aldeanos, las capas pobres de la población de las ciudades y de los campos elaboraron su programa social y religioso.
Es un Pat Robertson el que ordena la decapitación de Tomás Moro, autor de “La Utopía”; la ejecución del monje fanático Savonarola por denunciar el hedonismo del papa Borgia Alejandro VI y de sus hijos Lucrecia y César por su vida de lujuria y placeres; y condenó a la hoguera al fraile hereje Giordano Bruno, aquel que dijera: “es estupidísimo creer por costumbre.”
Es un Pat Robertson de la Inquisición (la CIA), el que inventa la ideología de la invasión y conquista de América, que con el pretexto de acabar con la herejía de los aborígenes americanos, ordenó el genocidio más grande en la historia de conquistas y guerras habidas. “arrancaban a los niños de las tetas de sus madres y los estrellaban contra las piedras...eran asados en piras a fuego lento para que las almas se purificaran...perros amaestrados les destrozaban las entrañas...” relatos dejados por testigos presenciales de aquellos hechos monstruosos.
Es un Pat Robertson el que ordena cazar como animales a los nativos de Africa para venderlos como esclavos y trabajar en los latifundios que la Iglesia tenía en Latinoamérica; en tanto la guerra de conquista extiende su manto de violencia por todo el continente. Quinientos años de cultura greco-romana-judeo-cristiana han impuesto a Africa la rapiña de sus riquezas; la servidumbre de sus pueblos; la destrucción de su cultura; la propagación de la pobreza.
Es contra los Pat Robertson que estalla la Revolución Francesa para proclamar los Derechos del Hombre y del Ciudadano; para sembrar las ideas de Libertad, Igualdad y Fraternidad; para crear las repúblicas laicas.
Es un Pat Robertson el que enfrenta las guerras de independencia americanas, libradas, más que en contra de los ejércitos de Fernando VII, contra la iglesia dueña del poder político y del poder económico como mayor latifundista; que perpetuaba su dominio por medio de la Inquisición. Los primeros revolucionarios desde Tupac Amaru, los Comuneros del Socorro, a la Rebelión de Gual y España, condenados al garrote vil o morir descuartizados, no sólo lo fueron por razones políticas, sobretodo por razones religiosas. De allí el anticlericalismo y ateísmo de los próceres (Bolívar, Manuela, Simón Rodríguez, Sucre); Miranda y su Logia Americana “Lautaro” donde figuraron entre otros O´Higgins y Nariño y allí recibieron la influencia de los filósofos de la Ilustración francesa.
Es un Pat Robertson el que organiza el Ku Klus Kla, instrumento del racismo que aún en pleno siglo XXI perpetúa crímenes y predica la discriminación y el odio contra los afro descendientes.
Es un Pat Robertson el que organiza en México a Los Cristeros para perseguir y asesinar a los agraristas en su lucha contra el latifundismo de la Iglesia. Los curas colgados de un farol en pueblos y ciudades y las iglesias incendiadas, es imagen inconfundible de la Revolución Mexicana. El fanatismo de Los Cristeros, exaltados por un Pat Robertson, condujo al magnicidio del general Álvaro Obregón, presidente de la República.
Es por causa de los Pat Robertson que a la muerte de Gaitán las muchedumbres enfurecidas se lanzan en Bogotá, ciudades y pueblos a quemar iglesias, asaltar conventos y asesinar curas. Igual había ocurrido en la Guerra Española, donde la Iglesia se alió al fascismo franquista y a la monarquía para destruir la Republica.
Es un Pat Robertson el que dicta encíclicas que defienden la explotación capitalista, condena el marxismo y la lucha de los pueblos por el socialismo. Son los Pat Robertson de la jerarquía católica los que en la historia de las luchas sociales siempre han estado del lado de las oligarquías para que perpetúen su dominio y mantengan la servidumbre sobre las mayorías nacionales.
Es contra los Pat Robertson que estalla en 1917 la Revolución Rusa. La Revolución de “Los diez días que estremecieron el mundo”. La Revolución que estremece los cimientos del capitalismo y pone en las manos del proletariado mundial la posibilidad de construir el socialismo.
Es un Pat Robertson el que inventa la Guerra Fría y su expresión más tenebrosa el “macartismo”. Millares de luchadores sociales en Latinoamerica regaron con su sangre, durante el siglo XX, los intentos por transformar esta sociedad (en la Guatemala de Arbens; la Nicaragua Sandinista; el Chile de Allende; la Colombia de Gaitán). La CIA, a la orden de los Pat Robertson, asumió el papel que durante siglos desempeñara la Inquisición. Copia al calco y caletre: represión, detenciones, torturas, asesinatos, desapariciones, golpes de Estado, invasión de países.
El Pat Robertson, correligionario de Bush y los halcones-gallina que desde una pantalla de televisión ordena invadir países para cumplir con la doctrina del “Destino Manifiesto”, la “doctrina Monroe”, y el “mesianismo de los Estados Unidos”, utiliza como pretexto el anticomunismo, el narcotráfico, el terrorismo, para llevar “libertad” y “democracia” a los pueblos que poseen riquezas naturales como el petroleo y ordena el asesinato del presidente de un país que tiene mucho petroleo.
Es el mismo Pat Robertson que desde Roma pide “suficiente libertad a la Iglesia para ejercer su misión, escoger a sus pastores y guiar a sus fieles”; que sirve de complemento al Pat Robertson venezolano que pronosticó, “correrá mucha sangre”; declaración que a su vez tiene el complemento en, “mejor matarlo... para evitar una guerra de doscientos mil millones de dólares.” ¿Será que está planificada alguna guerra de doscientos mil millones?
Es el mismo Pat Robertson que en dos mil años ha ordenado cruzadas, vendido indulgencias, quemado herejes, lanzado bombas atómicas y declarado la represión genocida en todas partes donde las mayorías luchan por sus necesidades elementales y el bienestar colectivo.
En verso elocuente, el poeta chileno, Vicente Huidobro, expresó:
“Morirá el cristianismo que no ha resuelto ningún problema.
Que sólo ha enseñado plegarias muertas.
Muere después de dos mil años de existencia.”
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