Pueblo, religión i política (II)


II

“La fe no pudo nunca derribar

montañas como vulgarmente se

afirma. Por el contrario, es capaz

de colocar montañas donde no existen”

Nietzsche

“Los científicos tratan de hacer posible lo imposible;

los políticos tratan de hacer imposible lo posible”.

Bertrand Russell


“En el temor, no nace nunca la virtud”

Voltaire



Estas consideraciones o reflexiones, las precedo i me sirven de inspiración o hilo conductor, los pensamientos de destacados i formidables pensadores de la humanidad, vigentes en el mundo contemporáneo. Esto es así, pues recuerdo que Oscar Wilde decía en la obra La importancia de llamarse Ernesto que, “mi experiencia de la vida es que cuando uno dice una mentira es corroborado por todos lados. Pero cuando dice la verdad lo dejan en una posición solitaria y penosa y nadie cree ni una palabra de lo que uno dice”. Por mi parte pienso que, la humanidad que lleva la vida por “la vis a tergo” o como dice Eric Fromm se sienta en una poltrona o banco a que le ofrezcan todo hecho, pensado por otros, para tomar lo dado como situándose ante un gran pecho o mamadera, i adquieren hasta golosamente todas las mentiras que difunden las religiones; además, prefieren las supersticiones antes que tratar de comprender la ciencia. Por eso era política de la iglesia i de los reinos, imperios i gobiernos, de cierta manera estancar o no fomentar la educación e instrucción, excepto para las clases poderosas i privilegiadas. Por eso los conflictos universitarios comenzaron desde siglos atrás, cuando empezaron las universidades, para ser claustros de adoctrinamiento religioso, con aquellas organizaciones de Trivium i el Cuatrivium, para lograr, además del dominio por esclavitud i pobreza, el dominio de mentes o conciencias. I así como fueron apareciendo hombres como Bacon, Descartes, Hobbes, Hume, Locke, Ficte, Kant, modificando el pensamiento, igualmente fueron apareciendo hombres como Leonardo, Vesalio, Servet, Harvey, Bernard, Pasteur en las ciencias médicas, o Galileo, Copernico, Kepler, Newton, Mach, Einstein, Hawking, etc.,en física, que fueron cambiando no sólo la visión del universo (si llamamos así a “nuestro sistema solar o planetario”), sino a la infinita inmensidad del cosmos que hoi nos asombra i apenas comenzamos a llegar hasta donde el Telescopio Espacial Hubble ha llevado; pero es apenas un paso en ese mundo maravilloso i desconocido. De aquellos inicios universitarios, recuerdo que en una novela de Alejandro Dumas, mi autor preferido en el bachillerato, titulada Las lobas de Manchecau (no recuerdo bien este nombre) tuve la descripción de una revuelta estudiantil.

Estos hombres, superando miles de grandes dificultades naturales, materiales, económicas, sociales, etc., nos fueron configurando mundo i vida. Los filósofos desde Parménides, Heráclito, Sócrates, Platón i Aristóteles hasta los pensadores de hoi, fueron dándonos las herramientas para el pensar con propiedad; nos enseñaron a pensar i el mundo fue de progreso en progreso, excepto con retrasos por un lastre terrible: las religiones organizadas en mafias o sectas que se oponían sistemáticamente, con pensamiento dogmático, a todo, (principalmente la iglesia de Roma) influyendo no sólo a los pueblos analfabetos en mayoría, sino a los mismos hombres de pensamiento. Ejemplo, el caso de Aristarco de Samos –tocayo por el nombre con Platón quien desde antes de Cristo, había dicho que la Tierra no era el centro del universo sino el sol (idea que posiblemente tomó del oriental Seleuco de Elea) adelantándose siglos a Copérnico i Galileo, aunque luego, en Alejandría, los Ptolomeos, astrónomos i astrólogos, por influencia religiosa, refutaron esa concepción del universo que, hasta aceptada por muchos de manera callada a partir de Galileo, temían contrariar a los que analfabetos científicos, que en los célebres Concilios, imponían su voluntad, amenazaban con la Inquisición o con cosas “magnificadas” como la ex comunión. La filosofía del miedo, si puede llamarse así, i la ética interesada por el premio o el castigo, bases del negocio de los privilegios, las indulgencias i las santidades, ejemplarizadas con mártires de su causa. Al respecto decía Oscar Wilde: “Es bueno para su paz que los santos vayan al martirio. Esto les evita el horror de ver el fruto de su labor”. Por eso, la iglesia necesitó nada menos que unos 350 años para reconocer que Galileo tenía razón i que sus doctrinas casi todas son disparates. Esto lo resalto, para que se vea, como ahora estamos viendo a escala nacional e internacional, el daño terrible que hacen las religiones a los pueblos. La comunicación, pese a que la quieran dominar i ponerla al servicio de los poderosos i de los jerarcas religiosos, está mostrando a los pueblos tantas mentiras difundidas sin pudor ni moral alguna, i sí tantas verdades que les han mantenido ocultas. Antes, no dejaban ni siquiera leer libremente la Biblia (temían que se vieran tantos disparates i fábulas); ahora hacen lo posible por que no se lean libros como los de Pepe Rodríguez, para citar un solo ejemplo: Las mentiras fundamentales de la Iglesia o La vida sexual del clero que son de actualidad, aunque para muchos las obras de Voltaire, Nietzsche, Papini, Russell i muchos otros que olvido, nos tienen al tanto de tanta mentira i tanta esclavitud mental. Ojalá los lectores buscaran estas obras o Por qué no soy cristiano de Russell para percatarse de tanta “cucaracha mental” que tienen en sus cerebros. Por eso, según Spencer, “de todas las contiendas espirituales, la más antigua, vasta, profunda o importante es la sostenida entre la religión y la ciencia”. Véase hasta donde llega el fanatismo religioso que, en el apéndice del citado libro de Russell, se puede saber del juicio que le hicieron en Nueva York, cuando fue contratado para dar Lógica Matemática, precisamente al autor número uno del mundo en esa disciplina, quien acompañado del sacerdote N. Whitehead, había publicado el libro cumbre de esas materias a principio de siglo, el Principia Mathemática. A Russell le acusó el obispo Manning, la autoridades religiosas i una élite encopetada en Nueva York, de ir a corromper a la juventud americana i se señalaron varios libros, entre ellos Matrimonio y moral, de ser obras perversas i el juez McGeehan, según el diario New Republic, produjo un fallo en contra “a velocidad sobre humana”, pese al respaldo i la protesta de intelectuales como Whitehead, Dewey, Sharpley, Kasner, Einstein, etc. I el fanatismo i la estupidez de Manning llegó al colmo: a Russell no se le había hecho un examen para saber “si estaba capacitado para dar lógica matemática” a sus alumnos. Debió ser un obispo mui parecido física i mentalmente a nuestros energúmenos Velasco, Castillo Lara, Cardenales de plumas negras i cuello rojo i pelado; i Porras, Lückert i Freites como carneros menores.

De nada vale a este pueblo i a este gobierno, todas las misiones, logros i recuperaciones económicas que quiera hacer, para que estos “ilustres” prelados admitan ser racionales, puesto que ellos no solamente atienden al Imperialismo Bushiano i sus dólares, sino al Imperio Vaticano, ahora en manos de un prelado blanco con genes del nacionalsocialismo que añora. Por eso, esa oposición tan heterogénea i “pluricultural”, donde hai Furias disfrazadas de alondras como la Corina, Hernández, Poleo o Colomina; escuálidos togados como Blayr, H. Escarrá o el abogado que no gana una; mediocres a los que faltan méritos para llegar a esa categoría, como Álvarez P., Velásquez, Petkoff, etc., o verdaderos dinosaurios como Pompeyo i sus congéneres, están tan bien resguardados espiritualmente. El espíritu santo debe tener su palomar particular en cada una de sus casas, i el cuerpo de Cristo, quien sabe con cuanta frecuencia lo digieran. Es una oposición bendita por la Conferencia Episcopal i Conspirativa Venezolana i con una bendición Papal vía Internet cada vez que se les antoje. Lo que no toman es la sangre de Cristo en vino de mesa, porque prefieren el güisqui. De todos modos, es ver cómo una religión tan imparcial, santa i justa, colabora por la paz del pueblo de Simón Bolívar. (Continuará)








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Roberto Jiménez Maggiolo


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