“……..debo dejar la casa y el sillón, la madre vive hasta que muere el sol.” Silvio Rodríguez
“El tiempo de Dios es perfecto” nos recordaba con frecuencia el Presidente Chávez. Y la suya fue una vida que a pesar de parecernos terriblemente prematuro su final, como todas tuvo su tiempo y en ese tiempo desarrolló la colosal obra que le correspondía.
Resultaría absurdo esperarse que después de la desaparición física de un líder de la gigantesca talla del Comandante Chávez, que después de haber generado un movimiento social, político, cultural y humano de semejantes dimensiones revolucionarias, todo fuera a marchar sobre ruedas como si todavía estuviera presente físicamente dirigiendo la causa entre nosotros. El influjo de su personalidad determinó la marcha de los grandes, medianos y pequeños acontecimientos y su accionar se sintió en todas las latitudes del planeta.
Fue un golpe terrible que nos estremeció hasta lo más profundo. Estremeció a su pueblo, a su proyecto político social, a nuestra historia. Duélale a quien le duela, la historia de las luchas contemporáneas de los pueblos tiene un antes y un después con la vida de Hugo Rafael Chávez Frías.
Cuando nos habló aquella dolorosa noche de diciembre en que vino a despedirse, prácticamente nos dijo que hasta allí llegaba él, que veríamos ahora nosotros cómo lo haríamos, que ya no íbamos a contar con él de la misma manera. Pero podemos estar seguros de que lo dijo con la más absoluta confianza de que finalmente sabríamos hacerlo.
Y los revolucionarios bolivarianos venezolanos lo estamos haciendo. Sacamos una candidatura de la nada, para en un mes llevar a la victoria a un hombre fraguado en las luchas populares, que tuvo que enfrentarse a uno de los más fogueados cuadros de la oligarquía internacional en Venezuela. Personaje que como colofón de su carrera política, venía de disputarle la Presidencia de la República a un contendor de la talla de Hugo Chávez y respaldado por el más poderoso aparato económico y comunicacional de la tierra.
La situación se presentaba bastante difícil. Nuestro pueblo había escuchado a Gordani quien junto a un silencioso y nerviosamente sonriente Merentes, nos explicaba en su críptico lenguaje de cómo aquella incomprensible devaluación era en beneficio del proceso de transformación revolucionaria de nuestro país. Después cuando iba al mercado trataba de entender algunas palabras de aquel extraño idioma, o de recordar las cifras otorgadas por personeros de nuestro gobierno bolivariano donde explicaban cómo es que está controlada la inflación en Venezuela. Y por supuesto no entendía, no estaba Chávez allí para explicárselo. Porque el nivel alcanzado por el costo de la vida en Venezuela hasta para el Presidente Chávez sería bien difícil explicárnoslo.
Obviamente la dura pérdida nos había descalabrado. No teníamos ni tenemos todavía las condiciones de gobierno que ejerza con autoridad y eficiencia el control sobre los grandes grupos económicos saboteadores de la economía y el abastecimiento y con un partido político de la revolución, con grandes limitaciones para conducir las movilizaciones populares en la defensa de nuestro salario y “el buen vivir” de los venezolanos.
Maltrechos, golpeados y con una maquinaria política con grandes limitaciones, ganamos la pelea. Hay para quienes se trata de “una victoria pírrica”, pero estamos en realidad ante una de las más gloriosas victorias en la construcción de la Patria Bolivariana. Porque dadas las circunstancias, los que votamos por Nicolás Maduro, somos la verdadera gran mayoría popular de Venezuela, la más altamente cualificada. Allí está la vanguardia camaradas, el resto se irán sumando, irán regresando en la medida que transitemos por el camino de las políticas acertadas en la construcción socialista.
Nuevamente como en aquel abril del 2002, en este del 2013 las masas populares radicalizadas de la revolución fueron las grandes protagonistas, las garantes con su movilización para que a pesar de los graves inconvenientes y transitando la vía de la institucionalidad, se mantenga el proceso revolucionario en Venezuela. Este es un nuevo abril extraordinario y recordemos que “Cuando lo extraordinario se hace cotidiano, hay la revolución.”
Una nueva etapa comienza y si no lo vemos así corremos el riesgo de quedarnos en una nostálgica evocadera de glorias pasadas que nos aleje cada vez más de la apremiante realidad. La contrarrevolución envalentonada arremete cada vez con más fuerza y la consigna es blindar al movimiento popular revolucionario en torno al Gobierno de Nicolás Maduro, al tiempo que desarrollamos esa profunda, verdadera y activa autocrítica a que nos venía convocando desde tiempo atrás el Comandante Chávez.
La herramienta política fundamental de ese proyecto unitario y de esa crítica y autocrítica indispensables, es el partido revolucionario como la bisagra que enlace el accionar del movimiento popular con el Gobierno y con el Estado. Una democracia participativa y protagónica debe contar para su construcción y su ejercicio con un partido verdaderamente participativo y protagónico y esto es urgente que se revise sobre la marcha. A estas alturas del juego la pregunta es si tenemos el partido que necesitamos. No solo como la maquinaria electoral para lo que ha demostrado ser aceptablemente eficiente, sino como toda una estructura política en la cual el pueblo se mueva como pez en el agua haciendo revolución.
La vieja conseja de que no hay enemigo pequeño tiene su lógica contraparte en que no hay amigo pequeño. La revolución es el arte de las alianzas y así se ha demostrado a través de la historia; la alianza entre obreros y campesinos, pescadores, artistas, intelectuales, profesionales y entre organizaciones revolucionarias de diferentes ideologías y dimensiones. El Gran Polo Patriótico es una propuesta del Comandante Chávez como una instancia donde converjan los más amplios sectores sociales de la revolución y sus organizaciones políticas, para llenar un vacío que probablemente percibió que dejaba en su quehacer político su propio partido. Y de esta forma dio canales de participación a amplios sectores que finalmente en esta contienda de abril, resultaron, a pesar de su condición minoritaria, todos juntos, determinantes para la victoria revolucionaria.
Se trata ahora de imprimirle más energía a la construcción del poder popular, del poder vecinal y comunal, como la piedra básica para el desarrollo socialista fundamentado en el programa de la Patria. Que la cultura revolucionaria se convierta en el clarín que anuncie el advenimiento del hombre nuevo en Venezuela y nuestramérica.
Debo dejar la casa y el sillón…. canta el camarada cubano. Y hay que acudir corriendo pues se cae…..el porvenir. En estos momentos de génesis revolucionaria, lo que está en juego es nada menos que el porvenir de esa Patria justa e independiente que estamos construyendo. Y se hace imperioso salir a la calle, a la fábrica, al campo, a la escuela a defenderla. Abrir las mentes y los corazones para obtener la luz que nos permita transitar con sabiduría de pueblo soberano esta nueva etapa del camino.
mundoiribarren@gmail.com
Juangriego abril del 2013
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