El efecto invernadero, provocado por la ruptura de la capa de ozono que a su vez le debe su estado al “desarrollismo” de los factores del poder económico mundial, tienen la paternidad de las variadas expresiones de fenómenos naturales que diariamente dejan su huella en nuestro planeta: terremotos, huracanes, inundaciones, sequía, subsidencia y otros.
El protocolo de Kyoto es un instrumento acordado por los gobiernos donde se comprometen a reducir la emisión de “gases de invernadero”. El gobierno Norteamericano se negó a suscribirlo y lo descalifico, anteponiendo los intereses de “la mano invisible del mercado”.
Katrina es consecuencia de lo antes expuesto, porque aunque hubo tiempo y espacio para que el gobierno que tiene; tecnología, poder económico y militar para destruir pueblos enteros, fue incapaz de usar el 30% de su capacidad para evitar la tragedia que dejo un costo humano irreparable y un costo material que supera la guerra genocida contra el pueblo Iraquí.
Antes de la tragedia, Nueva Orleáns tenía una característica geográfica similar a la del 30% del espacio territorial de La Costa Oriental del Lago de Maracaibo, también bajo el nivel del mar sometido al fenómeno de la subsidencia producto de la explotación petrolera, que por más de 50 años hicieron las grandes empresas capitalistas.
En la “democracia representativa” que defienden los sectores opuestos a la Revolución Bolivariana. Se implemento un plan de defensa que incluía la dotación de 20 000 bolsas para recoger los cadáveres, ante una eventual ruptura de la Berna de contención.
Sumado a esto tenemos el ineficiente sistema de bombeo y la advertencia de científicos especializados en sismología que alertan, “sobre las consecuencias que puede ocasionar la falla de Bocono en la Berna de contención con un simple movimiento sísmico.
Katrina, Nueva Orleáns y todo lo que hoy digo y dejo de decir, por razones obvias. Me obligan a justificar como única alternativa para viabilizar “soluciones de fondo” al conjunto de calamidades que padecen nuestros pueblos, la creación del Distrito Metropolitano Costa Oriental del Lago de Maracaibo.
Es un acto de justicia. No podemos continuar dependiendo de una estructura regional que tiene como única prioridad “el maquillaje” del casco central de Maracaibo.
Necesitamos pensar y hacer todo lo que este a nuestro alcance para refundar la Costa Oriental.
Necesitamos desconcentrar el poder que menos de una docena de personas tienen sobre nuestro destino.
Necesitamos crear una estructura que nos permita administrar bienes y servicios. Que nos permita crear condiciones para el desarrollo sustentable. Que nos permita crear nuevos ejes poblacionales y sintonizar nuestra geografía y su gente con un nuevo orden caracterizado por ejercicio del poder popular.
No es paja, ni demagogia. Esta es la razón y nosotros tenemos la fuerza.
La alcaldía mayor del Zulia esta en marcha.