En septiembre de 2004, cuando el huracán Iván llegó a las costas cubanas, Fidel Castro exhortó a todos los pobladores cubanos a tener disciplina y seguir al pie de la letra las instrucciones de la Defensa Civil y, ante la cercanía de Iván, ya el mandatario había dado órdenes de preparar 5 mil camas en los hospitales y se pusieron en alerta más de mil brigadas médicas. Un millón 300 mil personas fueron evacuadas de las zonas costeras. No hubo una sola pérdida de vida. Hoy, muchos medios de comunicación de Estados Unidos que el año pasado ignoraron patrióticamente esta epopeya cubana, perdieron su patriotismo y le recriminan a Mr. Danger su falta de previsión. ¡Y quien no! Es completamente inaudito pensar que una potencia mundial, que maneja tantos millones de dólares en el mundo, y con una tecnología que la ha convertido en una resistencia internacional, haya sido abatida y descontrolada por el paso de un Huracán. Es incomprensible cómo no se tomaron las medidas preventivas y cómo no se desarrolló un plan de evacuación con antelación, conociendo como conocían, de la poderosa fuerza que arrastraba este huracán. ¡No lo podemos creer! No podemos creer tampoco cómo, los que más sufrieron los golpes violentos del huracán, fueron tardíamente atendidos con tan poco personal y prácticamente sin herramientas. Aquí si hay verdaderos culpables. Fidel Castro, ofreció enviar dos mil médicos. Estos profesionales de la salud que hablan perfectamente inglés y tienen experiencia superior en desastres similares en países de Asia y América Central, llegarían equipados con mochilas de 24 kilos con medicamentos e instrumentos de diagnóstico para situaciones de emergencia. Pero Mr. Danger rechazó maliciosamente la oferta, poniendo en peligro a miles de familias atropelladas ya, por las fuerzas armadas que fueron en su rescate.
“No hace mucho, el presidente norteamericano recortó más de 71 millones de dólares al presupuesto del Cuerpo de Ingenieros de Nueva Orleáns, una reducción del 44 por ciento. También suspendió planes para fortificar los diques de Nueva Orleáns y mejorar el sistema de drenaje del agua. Ahora los fundamentalistas partidarios de la asistencia estatal no le disculpan ese pequeño desliz. El hecho de que 40 por ciento de la Guardia Nacional de Louisiana y 35 por ciento de los reservistas de Mississippi (unos seis mil hombres) estén en Irak, también es otro detalle menor.” (Roberto Bardini, Rodela).
El huracán Katrina dejó como saldo una pobre actuación de líderes políticos norteamericanos. Hay mucha culpa para repartir, comenzando por el alcalde de Nueva Orleans que nunca se le ocurrió suministrar transporte para evacuar de la ciudad a los más necesitados. La gobernadora del estado fue experta en vacilar. Pero toda la responsabilidad, a fin de cuentas, va a parar a la puerta de la residencia de Mr. Danger en su rancho de Texas.
En los primeros días luego de la tormenta, el Presidente norteamericano no parecía estar a la altura del enorme desastre natural. Podemos culpar a muchos, pero no hay ninguna respuesta al porqué el Presidente se quedó un día más de vacaciones, ni por qué no asumió el control de la situación como lo hizo el 11 de septiembre en New York.
Mientras tanto, Mr. Danger y el gobierno norteamericano, aupado por sus aliados y por las transnacionales de la miseria, siguen promoviendo la carrera armamentista y la guerra, que como dijera Thomas Mann, "es la salida cobarde a los problemas de la paz". La gente honesta, capacitada, con posibilidades de influir no debería continuar en silencio, pues como lo dijera Martín Luther King: "Nos arrepentiremos en esta generación, no tanto de las maldades de los perversos sino del silencio de la gente buena"