Una masiva audiencia se ha pronunciado en torno al caso Dossier, demostrando que ha ganado en el debate el argumento de quienes le dan la razón al periodista Walter Martínez, y no porque no haya cometido el error de hacer declaraciones un poco subidas de tono, a la cual no nos tiene acostumbrados. Pero leyendo las posturas de ambas partes, quienes defienden la decisión del MINCI y de la junta directiva de VTV han cometido el error de insultar al periodista y ser simplistas en sus argumentos.
Por un lado han insistido con el argumento equivocado de comparar a la presidenta de VTV con el destacado periodista, craso error, pues no se trata de comparar ambas personalidades con historias diferentes, con aciertos y equivocaciones como todo ser humano, pero diferentes. El segundo error y más grave, de quienes han intentado justificar la salida del programa Dossier es el ataque desmedido con discursos tontos, fanáticos y fascistas. Cada insulto al periodista Walter Martínez refuerza su imagen e indigna a su audiencia, no porque sea un Dios, sino porque la gente defiende un profesional de la comunicación que lo ha demostrado durante una larga trayectoria. Repito, no hay razón para negarle ese mérito. El argumento de que nadie lo conoce realmente, como si detrás de esa imagen en su programa Dossier se escondiera un monstruo, es un argumento francamente imbécil, en todo caso, si es un infiltrado de la CIA, si es un pedante capitalista, si trabajo en medios capitalistas, nadie está discutiendo eso, no es el punto, y si lo fuera, pues entonces quienes lo acusan están obligados a presentar pruebas y dejar de hablar idioteces.
El debate se hizo público, por la junta directiva de VTV y el MINCI lo hicieron público, porque el periodista Walter Martínez es un personaje público, mucho antes que incluso el presidente de la república, que al parecer es el único argumento de quienes defienden a los detractores de Walter Martínez, pues señalan que actuaron en beneficio del proceso. Ahora bien, la gente quiere saber en que afectó al proceso lo que dijo Walter Martínez, y si esta situación no está afectando mucho más. Los mensajes interminables sugieren que la gente quiere expresarse, no quiere dejar morir el tema hasta que se de una solución definitiva, y no hay que ser ingenuos para entender que la gran mayoría quiere el regreso del programa.
Independientemente del resto de los programas como Nuestra Mañana, la Hojilla, la Lámpara de Diógenes, etc. Dossier es un caso diferente, y es diferente por la forma en que salió del aire, y es diferente porque se trata de uno de los periodistas más respetados del país, cuya trayectoria se la ha ganado con años de trabajo. Un hecho que se evidencia con la cantidad de personas que se sienten indignadas con esta situación. Lo único que tiene de valor un periodista es su credibilidad, la credibilidad en Walter Martínez es por su trabajo de muchos años, pedirle que se retracte públicamente comienza hacer un acto arrogante que exige el suicidio. Y sin embargo, si Walter se disculpa, estoy seguro que su credibilidad quedaría intocable, pero un periodista debe renunciar cuando emite una información falsa. Cuando Jesse Chacón se equivocó en el MINCI, hizo lo correcto, presentar su renuncia, si no se la aceptaron o no es otro cuento.
Puede que Dossier no vuelva al aire, pero quedará el sabor amargo de quien tomó una decisión equivocada, perjudicó la trayectoria de un profesional y causó un malestar entre los seguidores de un programa caracterizado por la investigación seria y la información veraz. Precisamente el único periodista que ofreció un derecho réplica al rector de la Universidad Simón Bolívar cuando un docente de dicha institución, realizó una denuncias temerarias. Ese derecho a réplica fue una clase magistral de buen periodismo. Ahora resulta que debemos evaluar psicológicamente al periodista justificar su despido por ser arrogante, prepotente. ¿Cuál ha sido la reacción?, pues que a la gente le importa un carajo si es pedante o no y que todos le dan la razón, en el sentido de que era el periodista más calificado para ir a la ONU, que por cierto sigue siendo un chisme de pasillos, pues el periodista Martinez aseguró en su último programa que no se trataba de la ONU, su indignación era que se siguieran colocando la boina roja para robar y que jugaran al chavismo sin Chávez. Vaya un pecado más grande.
Pues bien, en esta situación atípica, por primera vez leemos a seguidores del proceso cuestionando el proceso, cuestionando al presidente, casi implorando una reconsideración. ¿Es un imposible para el MINCI y la junta directiva de VTV reunirse en privado con el periodista Martínez y llegar a un acuerdo?, una discusión ganar ganar. El concurso por el logo de VTV nos sugiere que se retractaron públicamente de haberse equivocado. Y el comunicado que sale en TV, debe ser modificado con urgencia, pues los puntos esenciales que sustentan la decisión son contradictorios y dejan muy mal parados a unas autoridades que siguen escondidos en la imagen de las instituciones y tras la figura del presidente. Nadie cuestiona el profesionalismo y las buenas intenciones de las partes involucradas, pero sólo un bando puede tener la razón. Y hasta la fecha, los hechos y los argumentos más verosímiles están a favor de Walter Martínez, negarlo es no saber de comunicación, no saber de opinión pública y una actitud intransigente que puede acarrear peores consecuencias. Pues la gente no quiere olvidar el caso Dossier, no es tan fácil. Quienes provocaron el conflicto deben asumirlo y solucionarlo, pues no se trata de sacar del aire un programa como un cambio de rutina en la programación. No es igual a los otros espacios que han salido del aire. Se trata de la trayectoria de un personaje que se ganó su público, el cual exige respeto.
Repito, Dossier ha ganado el debate así no vuelva al aire. Y las autoridades involucradas deben considerar este aspecto y buscar una solución. De lo contrario, demostrarán que no saben de comunicación, no saben de periodismo y no respetan a un sector de los venezolanos que no quieren a más funcionarios cuya credibilidad depende de un pronunciamiento del presidente de la república.
