Toda revolución verdadera necesita de una teoría revolucionaria. No existe revolución socialista exitosa sin una genuina teoría revolucionaria que la sustente. A diferencia de lo que piensan muchos, nuestra Revolución Bolivariana posee su propia teoría.
Innumerables documentos, miles de citas grabadas y escritas de nuestro Comandante eterno Hugo Chávez, así como también lo esbozado en los estatutos del Partido Socialistas Unido de Venezuela (PSUV), las últimas declaraciones del Comandante Chávez recogidas como testamento llamado “Golpe de timón” y el Plan Socialista de la Patria 2013-2019 recogen lo esencial de la teoría revolucionaria que sustenta lo que debería ser entendido como los lineamientos de la Nueva Economía Política Socialista (NEPS) de la Revolución Bolivariana. Aunque bien es sabido que llevar esta teoría a la práctica exige de mucho trabajo intelectual y práctico; porque en la realidad se encuentran las trabas que muchas veces contradice a la teoría y viceversa. Llegar a ella requiere de rigurosos debates, planes, estrategias y tácticas muy diversas para alcanzar los fines socialistas planteados en la teoría revolucionaria.
No existen razones inteligentes para negar la necesidad de desarrollar las fuerzas productivas del país, pues sin esta resultaría imposible asegurar la completa soberanía económica y política del pueblo venezolano y controlar ciertos rubros estratégicos para el Estado. Razonamientos y cuestionamientos lógicos como ¿Qué modelo económico y qué tipo de sociedad imperara en Venezuela sino contara con las riquezas naturales (mineras y energéticas) que dispone? ¿De qué viviría su pueblo? ¿Cómo obtendría recursos para la educación y la alimentación de su pueblo? ¿Qué soberanía podría tener el país sin desarrollo económico? Sin embargo existen pequeños grupos quienes se oponen a la industrialización a ultranzas del país planteando un debate ambientalista poco convincente y desde posiciones seudo-izquierdistas, limitadas en las banalidades idealistas que también se encuentra dentro de las filas del pensamiento “anticapitalista”, que no llega a las profundidades necesarias para el debate y rayan en el absurdo por no atreverse a presentar una propuesta seria que aborde los problemas sociales y que establezca limitantes al desarrollo.
También están presentes quienes proponen la industrialización a ultranza, destinada a la mayor exportación de bienes elaborados de consumo y materia prima y sólo limitado por las posibilidades de los mercados. Se trata de la misma lógica impresa en el desarrollismo capitalista cepalista que en el mundo globalizado de hoy, marcado por el feroz escenario de las enconadas disputas comerciales y conquista de mercados entre los grandes bloques económicos que se enfrentados actualmente, no encuentra pies ni cabe. Pero también estamos quienes planteamos algo distinto. (Continuará…)