¡Hay que hacerles un referendo!

Los medios deshacedores de patria


Los medios, -ya no es necesario aclarar cuales- se han constituido en un severo obstáculo para la paz y el sosiego necesarios para construir la patria. Todo lo embasuran, todo lo pervierten. En esta patria bolivariana están dadas todas las condiciones objetivas para alcanzar el sueño del mágico adelantado, Simón Bolívar, una patria que brille en el concierto de las naciones con luz propia, “más por su libertad y gloria que por sus riquezas”. Sin embargo todo se hace cuesta arriba, pesado, gravoso y has desconsolador. Muchos factores contribuyen en estos impedimentos. Está allí el imperio norteamericano permanentemente conspirando, atizando las contradicciones, originándolas en muchos casos, financiando la desestabilización, comprando conciencias. Están esos sectores sordos, ciegos, torpes y soberbios, incapaces de otear el horizonte o interpretar los signos de los tiempos. Están los grupos, las mafias corruptas, clavadas en el corazón del proceso como una espina envenenada. Son los que proveen la rosa pintada de azul, el motivo, están también, los que el compatriota Manuel Brito llama “los aceleraditos”. Por último, a la cabeza de todo, sin permitir el sosiego para la reflexión, -en los pocos casos en los que esta reflexión les es posible- nariceando, halando, conduciendo, atizando, descalificando el menor signo de cordura, imponiendo la agenda, enfermando, está la punta de lanza. Un sector de cuatro ricachones con capacidad económica para comprarse una televisora o un periódico que han secuestrado la paz. Convierten en mayorías virtuales a quienes les da la gana, en ladrones a quienes les convenga, en invisible lo que quieran.

Un verdadero problema de salud pública. Un crimen de lesa patria, perpetrado en la comodidad fresca de las oficinas con aire acondicionado, Arman cada día una telaraña de combinaciones diabólicas, de botes y rebotes, de conexiones e interconexiones, hasta alcanzar el objetivo de impedir que la patria se construya. Renan nos regaló una feliz sentencia que arroja luz acerca de este dilema, al referirse a la nación, a la patria, sentenció: “Tener glorias comunes en el pasado, una voluntad común en el presente; haber hecho juntos grandes cosas, querer hacer otras más; he aquí las condiciones esenciales para ser un pueblo… En el pasado, una herencia de glorias y remordimientos; en el porvenir, un mismo programa que realizar… La existencia de una nación es un plebiscito cotidiano.”. Interesante, especialmente la excepcional coletilla, allí cuando señala que una nación es un “plebiscito cotidiano”. Aquí está el núcleo del problema gravísimo que la nación venezolana enfrenta con la actitud de estos medios apátridas.

El secreto, la quinta esencia de la democracia, es el respeto a las mayorías. Para que un pueblo pueda ejercer el poder se requiere, en forma imprescindible, que quienes son minoría respeten, acepten y acompañen la voluntad de las mayorías. No vale resistirse porque lo que la mayoría desea no es lo que yo quiero. Allí cobra toda su fuerza la afirmación de que la “voz del pueblo es la voz de Dios”. A Dios no se discute, al menos en teología. Al pueblo, que habla por las mayorías tampoco. Ningún gobierno del mundo ha sido tantas veces arropado por la voluntad expresa de las mayorías que el gobierno de Hugo Chávez. No una sino varias veces. Las mayorías, -el pueblo- han hablado una y otra vez, pero a unos señores cuyo único respaldo es el dinero y la manipulación grosera del derecho a expresar cada quien lo que piense en democracia, sencillamente no les da la gana de aceptar esa regla de oro imprescindible. ¿Qué hablaron las mayorías? ¡Y a mí qué! Eso dicen las veinticuatro horas de cada día. Poseo el modo de entrar a saco en la casa de la gente y me opongo a la voluntad de las mayoría…y punto. Engaño, enfermo, manipulo, le hago creer a la minoría que ellos son los que tienen razón, que las mayorías son ignorantes, tierruos, ladrones, flojos, incapaces y, lo peor...Que esas mayorías no lo son. Que tienen las pruebas que demuestran que el pueblo son ellos, que las mayorías son ellos ¿Qué lo dice el Centro Carter, la OEA, mil observadores internacionales y el CNE, -quien debe decirlo-¿ ¡Yo digo que no y punto!. Cuando los oigo decir cosas como: “todos los venezolanos, el pueblo venezolano, la inmensa mayoría”, me da urticaria, desazón y una piquiña ante la impotencia.

Es usar un medio que el pueblo ha colocado en sus manos para oponerse, torpedear y hacer zozobrar los planes de ese mismo pueblo. Porque la nación es pasado, pero la nación es sobre todo futuro. Si la nación consistiese sólo en pasado todo estaría hecho. La nación es tarea por hacer, camino. La nación es programa para el mañana. El plebiscito decide su futuro. ¿Y que pasó el 15 de agosto de 2004? ¿Cómo pueden unos plutócratas y unos cuantos privilegiados para acceder a sus medios imponer su voluntad? ¿Dónde fueron elegidos? ¿De qué fuente originaria mana ese poder? La nación como estructura histórica de carácter plebiscitario tiene que impedir este despropósito. Tener dinero no es causa suficiente para hundir el proyecto de nación de un pueblo. La nación está siempre haciéndose. La nación no puede aceptar estos deshacedores de patria. El pueblo, en uso de su poder, debe convocar un referendo. No se le puede dejar la tarea al gobierno de Hugo Chávez. Cualquier cosa que haga el gobierno lo hará más vulnerable. Es el pueblo, en uso de su mayoría quien debe hacerlo. Es con el pueblo, con sus sueños y esperanzas con quien se están metiendo. ¡Hay que hacerles un referendo y que las mayorías decidan si quieren semejantes medios! ¡Todo el poder para el pueblo! Llevemos mayoría calificada a la Asamblea Nacional el 4 de diciembre y comprometamos a estos asambleístas con la promoción de este referendo. Vamos a matar la culebra por la cabeza. Medios para el pueblo, medios para su crecimiento. Esos y los otros. Los de allá y los de acá.

¡HUGO PARA TODOS Y TODOS PARA HUGO!
¡LA TRINCHERA SÓLO TIENE DOS LADOS.!


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Martín Guédez


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