Las diferencias entre los gobernantes suramericanos están a flor de piel.
La primera cumbre de la Comunidad Suramericana de Naciones reveló que la vocación integracionista de los jefes de Estado no es igual, y que pese a las coincidencias, existen divergencias que no han terminado de emerger, que subyacen y que seguramente se harán presentes en la discusión política que el presidente Lula, ante la insistencia del presidente Chávez, propuso realizarla en una próxima reunión en 90 días.
Para algunos presidentes la integración regional no será posible sin la Comunidad Suramericana de Naciones.
El presidente Lula es uno de ellos, convencido como está de que “Brasil no tiene solución a sus problemas sino con una integración equilibrada”, tal como lo dijo Marco Aurelio García, su asesor, hace poco en Caracas en el taller Seguridad Regional y Prevención de Conflictos. En Brasilia, Lula fue más amplio: la integración es obligante para el desarrollo de todos los países.
Otro jefe de Estado en esa línea es Hugo Chávez, quien ha tenido una posición consecuente en su política exterior, desde que asumió el poder, de apoyo, estímulo, promoción y búsqueda de los procesos de integración, y ha logrado avances y concreciones en el área energética.
No escuché ni leí todos los discursos, pero el de Colombia reveló estar en otra onda, como si se hubiese hecho presente sólo para pedir apoyo a las negociaciones de paz, y financiamiento para la comisión de la OEA garante de ese proceso.
La verdad, la CSN es una institución apenas en formación, cuya primera cumbre acaba de reunirse en Brasilia, que ni siquiera cuenta con una estructura organizativa ni un parlamento electo directamente por los suramericanos ni un nombre aceptado por todos. Tiene adversarios en la región y, naturalmente, en el exterior. A EEUU, por ejemplo, no puede gustarle que se fortalezca y se convierta en interlocutor válido de América del Sur.
Esa fragilidad suya seguramente le impide examinar una de las cuestiones de mayor importancia para la región, como es una política de seguridad. En esta cumbre establecieron como prioritarias: diálogo político, la integración física, el medio ambiente, la integración energética, la creación de mecanismos financieros suramericanos, la inclusión social y de la justicia social, y el fomento de las telecomunicaciones. La política de seguridad seguirá fuera de la agenda. Habrá que tener paciencia, las condiciones no aparecen de la noche a la mañana.