Debut y despedida. Tal se resume la efímera historia política del teniente Rafael Isea. El infeliz desenlace como aprendiz de “dirigente” político y gobernante revela claramente que fue un invitado de ocasión dentro de la Revolución Bolivariana. Como para labrarse un verdadero liderazgo en territorio aragüeño, Isea lo tuvo todo en sus manos y en ocasiones sin ningún esfuerzo: fue asistente en el despacho del Ministerio de Planificación y Desarrollo, analista de la Sala Situacional del Palacio de Miraflores, asistente del comandante Hugo Chávez, consejero por Venezuela en el Banco Interamericano de Desarrollo, diputado a la Asamblea Nacional, coordinador del MVR y luego del PSUV Aragua, viceministro de Finanzas y presidente de Bandes, ministro de Finanzas y gobernador de Aragua. Sin embargo, más pudieron sus apetencias individuales que su vocación por trabajar con el pueblo y para el pueblo aragüeño. En resumidas cuentas, resultó un pésimo discípulo del líder supremo de la Revolución Bolivariana.
Siempre he considerado que en Venezuela han existido dos tipos con suerte. Uno, Guillermo Dávila; el otro, Rafael Isea. El primero, que sin saber actuar ni mucho menos cantar, tuvo todo el apoyo de la industria cultural para convertirlo a juro en “ídolo” y galán. El segundo, sin haber pateado la calle como muchísimos dirigentes populares, lo premiaron dándole un partido y la gobernación de Aragua por el simple hecho de mantener cierta cercanía con Hugo Chávez. La diferencia es que el “musiquito” aún se mantiene “matando tigres”.
Ante la pésima gestión de Didalco Bolívar como gobernador de Aragua durante 12 largos y penosos años, Rafael Isea se presenta repentinamente como una necesidad circunstante y un clamor del pueblo para que nuestra entidad se enrumbase de una vez por todas por el sendero revolucionario, a través de una gestión de gobierno realmente popular, pues era una deuda que se mantenía con el comandante Chávez, sobre todo porque en Aragua se gestó y se desarrolló el movimiento Bolivariano.
El apoyo a Isea no tuvo discusión. A su llegada a la gobernación se cifraron todas las esperanzas provenientes de diversos sectores revolucionarios y del pueblo en general. Pero la cosa resultó más de lo mismo y hasta peor. Lo primero que comenzó a caracterizar su gestión fue el nepotismo, la arrogancia, el abuso de poder, la prepotencia y la falta de humildad; conductas esencialmente contrarevolucionarias.
Frente al deplorable gobierno que contradecía las orientaciones del Presidente Chávez, la militancia comenzó a pronunciarse en señal de protesta, lo que originó un intento por acallar las críticas y atacar a los que criticaban. En carne propia vivimos esa experiencia cuando nos echaron de Radio Color 99.5 FM (hoy Aragüeña) simplemente por decir la verdad en aras de contribuir a enderezar lo que nació, lamentablemente, torcido.
La triste realidad de lo que estaba ocurriendo en Aragua la sabían perfectamente los miembros de la dirección regional del PSUV. Pese a ello, se hicieron los sordos y los mudos; se mostraron complacientes y aguerridos defensores de una gestión enemiga del pueblo. Varios de ellos y ellas hasta se atrevieron a jugar posición adelantada, violentando las normas del partido, decretando la candidatura de Isea a la reelección. Esa historia está escrita y grabada para que no queden dudas.
Lo más insólito que hemos presenciado en los últimos días es que aquellos y aquellas que hasta hace pocos meses defendían la gestión de Rafael Isea como “gata patas arribas”, celebren la investigación que por corrupción ordenó el gobernador Tareck El Aissami precisamente a esa gestión. Algunos de ellos fueron diputados al Consejo Legislativo en la época de Isea y jamás tomaron la iniciativa de solicitar alguna averiguación acerca de lo que estaba ocurriendo en detrimento de la población aragüeña, pese a estar en presencia, por ejemplo, del asesinato del Teatro de la Opera, que prácticamente les queda frente a su lugar de trabajo. Varios de esos llamados “dirigentes” pesuvistas repitieron en sus curules. Lo más honesto que hubiesen hecho era quedarse calladitos ante la medida del actual mandatario regional, debido a que una de las funciones de los parlamentarios es vigilar que la gobernación administre adecuadamente los bienes y ejecute eficientemente la inversión de sus recursos, trabajo éste que debe articularse con la Contraloría del Estado.
Definitivamente, Rafael Isea jamás pretendió acompañar al pueblo de Aragua en esta dura batalla diaria por la consecución de una Patria Bonita, como la soñó Bolívar y Chávez, caso contrario hoy su gobierno no estaría siendo objeto de investigación alguna. En este espejo deberían comenzar a mirarse algunos “dirigentes” y altos funcionarios para que reflexionen y tengan presente que el poder corrompe si no se tiene una verdadera formación y conciencia revolucionaria.
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