Los Bolcheviques interpelaban a Vladimir Ilich Lenin preguntándole cuándo era el Momento ideal para tomar decisiones revolucionarias, la respuesta tiene niveles de complejidad nada fáciles de explicar en diversos ámbitos, de la filosofía, de las caracterizaciones políticas, ideológicas, programáticas; de saber balancear en sí el preciso instante de la correlación de fuerzas, además de los atributos de genialidad que posee quien tomas las decisiones, donde además, se cruzan estas decisiones de formas por demás acertadas y oportunas.
Pero la respuesta de Lenin parafraseada era: “Los pollos nacen cuando tienen que nacer, ni un minuto antes ni un minuto después”.
Pues bien, mientras el proceso revolucionario se abre a espacios organizacionales y participativos más allá de sus cercas perimetrales, adecuando su táctica y estrategia a circunstancias donde evidencia que tiene a su favor la libertad de movimiento e iniciativa; de contrario queda la oligarquía y su parapeto que autodenominan la MUD desbalanceada, sin argumentos, sin contraataque, descolocada ante la opinión pública nacional e internacional e inclusive tartamudeando su ineficacia ante su propia membresía.
En el tablero de la lucha de clase se juega duro, en cien días el gobierno de Nicolás Maduro ha movido sus piezas con acierto y audacia, sorprendiendo a propios y a extraños. Las decisiones se están tomando y todo el entramado institucional hay que colocarlo cada día en más y más tensión y ha habido paulatinamente capacidad de respuesta en el menor tiempo de lo que muchos y muchas estimaban.
En el ámbito revolucionario, sobre la relación dialéctica entre la táctica y la estrategia hay que apuntar a la diana con mucho tino asertivo y se requieren aguas abajo interlocutores con ascendencia, con liderazgo, con los argumentos, con una visión y una práctica dialéctica acorde a la sinuosidad de la lucha de clase y según los actores e intermediadores e intereses en juego.
La ultraderecha apuesta al manoseado planteamiento de gritar: fraude! para soliviantar estados irracionales y generar un caos de ingobernabilidad, porque detrás del caos la intención es propiciar la intervención internacional mucho más acentuada a los hechos posteriores del 11 de abril del 2002, como recordaran, los submarinos, los portaviones, los drones, los helicópteros estaban prestos a cumplir con su mortífera función.
Ahora bien, el acorazado de la cual presumía la ultraderecha hace agua, los agujeros de la corrupción, sus propias contradicciones y todo tipo de concierto de delitos están a la luz pública, la justicia está obligada por su propia decencia a actuar y lo viene haciendo; aunque la derecha aún tiene capacidad de maniobra a través de los medios de comunicación de la oligarquía, cuentan con auxilio financiero y acuerdos con los paramilitares, con la delincuencia organizada y el narcotráfico y desde luego sabrán sacarle provecho a las inconformidades naturales electorales del proceso revolucionario en las presentes elecciones municipales para amplificar las contradicciones y volcar volátiles estados de emocionales contra el proceso mismo. Pero tenemos que inocularnos contra las pretensiones oligárquicas y no caer en provocaciones fútiles de la ultraderecha y sus medios de comunicación, decíamos.
Sin embargo hay confusiones en filas revolucionarias entre lo táctico y lo estratégico y en el proyecto mismo constitucional y con respecto al Plan de la Patria.
En Venezuela se aprobó un texto constitucional que viene a constituirse para los efectos de nuestra realidad nacional en el Programa que según Lenin “Programa es lo que se aspira y por lo que se lucha” pero se aprobó sin derogarse de la consciencia y de la praxis institucional la Constitución del año 1961 y estamos en presencia de dos realidades: una calcificada, reumática pero aún burocrática, perversa y contraria a los intereses populares y la otra, la República Bolivariana de Venezuela con apenas un asomo producto de la audacia táctica y estratégica del Cmdte Supremo Hugo Chávez ya que veía lejos y en grande teniendo siempre sus binoculares puesto permanentemente en el juego de la oligarquía y del Imperio y realizando el propio juego dentro de la óptica de la defensa y del ataque en pro de los intereses nacionales y populares.
Lamentablemente no siempre se tiene la misma estatura del líder y hay veces nos quedamos medrando en los intereses particulares y propios, no era casual el agotamiento del Cmdte Chávez, sus golpes de mesa, sus angustias, sus enojos, sus desvelos y más de una vez azotó el látigo de la disciplina, de los llamados de atención e inclusive reflexionó públicamente sobre el acierto en la relación dialéctica entre la táctica y la estrategia.
En más de una oportunidad el Cmdte Chávez se autocalificó como un “Subversivo dentro de Miraflores” y develó como se movía para no ser atrapado por las redes mismas de la institucionalidad consciente él de la madeja de intereses que se mueven en torno al poder, a las ambiciones de grupos y personalidades, evidenciando en sus palabras que aún desde Miraflores hasta la última y más recóndita institución sus paradigmas institucionales son burgueses y antipopulares y por lo tanto para superar ese estado de inanición la idea es acabar con el Estado constituido porque si apenas hay un asomo de la República Bolivariana de Venezuela en las Misiones, y mira lo que se ha hecho; en las ejecutorias gubernamentales y mira lo que se ha hecho; cómo será cuando pase a imperar de un todo la República Bolivariana de Venezuela se pudiera avanzar de 0kms a 100kms en fracciones de tiempo muy breve para satisfacción del pueblo y reivindicación de nuestras glorias patrias. Desde luego hay oídos, sentimientos y consciencia más receptivos que otros y no es fácil desaprender, aprender y reaprender. Pero de que vamos, vamos, los ladridos en la noche nos lo hacen saber.