El sentido histórico

“El estudio de la Historia es no sólo útil, sino también necesario. Los más escépticos no la descuidan; porque aun cuando no le admitiesen como propio para conocer la verdad, al menos no le desdeñarían como indispensable. Además que la duda, llevada a su mayor exageración, no puede destruir un número considerable de hechos que es preciso dar por ciertos si no queremos luchar con el sentido común. Así, uno de los primeros cuidados que deben tenerse en esta clase de estudios es distinguir lo que hay en ellos de absolutamente cierto”.

La facultad llamada sentido histórico, cuya aplicación a la economía política es obra, sobre todo, de los socialistas, e imperecedero mérito de Marx en la ciencia, es un sentido que, por singular aunque naturalísimo caso, en cualquiera suele hallarse menos en los atacados de lo que podemos llamar historicismo, menos en aquellos que se atiborran de historias, más bien que de Historia, que se embuten el coco de fechas, nombres y sucesos y pierden lastimosamente el tiempo leyendo extractos de cronicones y de opinadores de oficio. Sucede con éste lo que con el sentido científico, y es que nadie suele estar más lejos de él que los que se nutren de meras curiosidades científicas.

Si el socialismo puede aspirar al dictado de científico, es por su sentido histórico, por atribuir los males sociales a incoercible proceso, y señalar su crisis y solución como necesario resultado del proceso mismo económico-social. De la falsa concepción del proceso histórico brota una falsa política. Si se desconoce la racionalidad de todo lo que es, llégase naturalmente a la idea de que lo que a uno no le agrada en las relaciones existentes debe pasar como morboso. Investigase la enfermedad y se halla una receta prescribiendo lo que se le aparece a uno cual estado ideal. De aquí brotan las utopías todas, las organizaciones puramente imaginativas que se intenta aplicar al pueblo, los cuadros de una futura organización popular.

No ha de ir por ese camino el socialismo venezolano del siglo XXI, sino que, estudiando atenta y lealmente el proceso económico-social, tratará de sacar de sus entrañas mismas indicaciones respecto a su dirección para cumplir la labor de facilitar el camino del progreso, destruyendo los obstáculos que le retardan y haciendo que las fuerzas divergentes concurran a la gran corriente central. Por eso, nadie más y mejor que Chávez reconoce la función de la burguesía. Nadie más convencido que él; que la burguesía ha sido el elemento más activo contra todo progreso; que el industrialismo Comunal, hijo de la propiedad privada es el que ha de hacer posible un régimen más racional y justo.

Hay gentes de la burguesía y chavistas sin Chávez que han viajado, que han visto tierras y que de cada viaje traen alguna cosa nueva con que dar el golpe. Hay admiradores de Miami; de Nueva York, de Europa y de su progreso industrial, y de su amenidad de vida. Todos ellos cuando no son egoístas, se preocupan de meternos algo de todo eso. Pero no ven el fondo de la cuestión. De todo se preocupan menos que de lo hondo, de las condiciones del trabajo humano, de la cuestión de esos pueblos. Sabrán la última moda en ropa, en música, en muebles, en cine, él último modelo de automóviles, pero ignoran por lo regular los resultados de las últimas informaciones sobre las condiciones de vida de esos pueblos.

Así es que todos esos insustanciales no han caído aún en la cuenta de un principio archicorriente por los países de donde nos traen sus novedades, y es que el principal propulsor de todo progreso artístico, industrial y hasta científico es el mejoramiento de la calidad de vida del pueblo, por virtud de sus esfuerzos propios. Ignoran que esos pueblos han impulsado no pocos progresos, han hecho posibles no pocas aplicaciones industriales. Y los tales fatuos suelen sacar a colación el nombre de Europa, donde más se escribió y discutió acerca del socialismo. Si se les dice que el movimiento de los pueblos europeos, fue más extenso y vivo cada día, que ese formarse sociedades de resistencia de que apenas tienen noticia, que la labor del socialismo allí es la más segura garantía del futuro y progreso. Siga, siga la insustancialidad, y preocúpense del último cantante que llama la atención, o del último modelo de automóvil, o de la vestimenta a la moda más práctica.

La oposición y los boliburgueses, conspiran y agreden en la sombra, escamotean vocablos ambiguos, alaban con reticencias ponzoñosas y difaman con afelpada suavidad. Nunca lucen un galardón inconfundible: cierran todas las rendijas de su espíritu por donde podría asomar desnuda su personalidad, sin el ropaje social de la mentira y la traición.

Cuando no hay patria no puede haber sentimiento colectivo de la nacionalidad, inconfundible con la mentira patriótica explotada en el país por los mercaderes, los chavistas sin Chávez y la burguesía fascista cada piara se forma un estado mayor que discute su pretensión de gobernarnos, encubriendo piraterías con el pretexto de sostener los intereses del pueblo.

¡Chávez Vive, la Lucha sigue!

¡Independencia y Patria Socialista!

¡Hasta la Victoria Siempre!


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Manuel Taibo


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