“La vida es una lucha. La gloria es el resultado de ese continuo combate del trabajo. El Comandante Supremo es como el fuego de un martirio lento. Se abrasan las carnes, hierve la sangre en el horno de las ideas. El corazón se retuerce en el dolor causado por la inmensa desproporción que hay entre la idea y sus pálidas manifestaciones. Toda obra de mañana halaga mientras se dibuja por los espacios del alma; pero disgusta en cuanto cae en su lecho vacío de palabras. Más el dolor que siente por todos los dolores, la aspiración que tiene a todos los bienes, la necesidad de consolar, de socorrer, de alentar, obliga al Líder producir. Y en esta necesidad de su naturaleza, llega a producir sus obras maestras y a tocar con su frente en la inmortalidad. Entonces ya es un genio humano, ya pasa a representar uno de los Símbolos del siglo en que ha nacido”.
Y cuánto debemos agradecer su lucha a este hombre extraordinario que nos ha hecho reposar en sus logros. Él nos ha dibujado una Patria independiente, libre, envolviéndola en colorido de esa luz increada que se llama pensamiento. Olvida que entra más cantidad de mal en sus enemigos, de desgracia, que entra en sus almas más cantidad de libertad. La Patria después de haber dotado a sus hijos predilectos con algunas de esas grandes cualidades propias para alcanzar la gloria, les exige que la merezcan por su trabajo y por sus luchas. No se lleva una corona de estrellas en la frente, sin llevar otra corona de espinas en el corazón. No se penetra en ese templo de la fama para escribir un nombre Inmortal, sino a costa de escribirlo con sangre de las propias venas.
La vida es complicadísima, y por lo mismo, se halla erizada de dificultades. Y así como hay los grandes contrastes en la política, los hay en la sociedad. Junto a cada profeta que anuncia el porvenir, se levanta el magistrado que tiene el ministerio de conservar lo presente y que persigue al Líder. Junto a cada pensador nuevo, hay una asociación que se declara infalible.
Junto a cada reformador, hay la eterna copa de cicuta. Parece que no pueden caer las semillas del bien sobre la tierra, sino se rompe el vaso que las contiene. Cada preocupación vieja se siente herida por la idea nueva, y la muerde. Cada privilegio persigue y calumnia a cada derecho que le contradice. El pueblo es movimiento. Pero los que vienen a moverlo, caen siempre aplastados bajo su inmensa rueda. El pueblo es renovación. Pero los que vienen a renovarla, mueren perseguidos por los viejos errores. No se puede aspirar a la bendición de los venideros sino teniendo la maldición de los contemporáneos.
Los animales feroces no se van sino después de una peligrosísima cacería. ¡Cuántos líderes caen, cuántos se malogran, cuántos mueren y desaparecen como sombras en estas largas correrías necesarias para limpiar la tierra de monstruos! La mayor parte de las gentes cree que, al arrancarles una preocupación o un error, a cuya sombra sus padres han vivido siglos, le arrancáis su alma y su dios.
Y vosotros, líderes eternos; vosotros, que venís de regiones más limpias, como los primeros que asistieron inclinados sobre el caos al movimiento del Universo; vosotros, que lleváis el ideal como una estrella en la frente, y que vivís embebidos y estáticos en la contemplación de un mundo de sombras; vosotros no podéis venir aquí sino como a un abismo; no podéis penetrar en esta esfera de las realidades, sino tronchando vuestras alas y cubriendo de espinas vuestros pies; no podéis bajar desde el fuego donde habéis sido amasados, a la frialdad de nuestras sombras, sin que el rocío de vuestras lágrimas, en el cual se descompone la luz increada, se hiele en la caída y se convierta en granizo que apedree el vaso transparente de vuestros corazones.
¡HastalaVictoriaSiempreComandanteChávez!
¡Patria socialista o Muerte!
¡Venceremos!