La cineasta Rondón, autora de "Pelo Malo", película ganadora de un importante premio en España, al declarar al diario El País, siempre en búsqueda de algo para agredirnos, calificó a nuestro inolvidable presidente como intolerante y mostró como prueba de ello, una frase suelta, dicha en el fragor de un agitado debate electoral, quienes no están conmigo están contra mí. La cineasta, que como artista debiera ser bastante observadora, pasó por alto muchas cosas, el cómo pudo hacer cine, su pasantía por la Villa y las tantas cosas hermosas que distinguieron al muchacho Pelo Malo de Sabaneta.
Fue Chávez el primero que logró la hazaña. Una tarea por muchos emprendida, la unidad del descontento y las ancestrales aspiraciones de cambio, sólo pudo ser realizada por Chávez. Por encima de las ideologías, la cerca de la militancia, los odios irracionales, desconfianzas sin sustento, el Comandante pudo descubrir el punto exacto para el encuentro. Y allí estuvo para insertarse en la historia.
Pero luego, ya siendo presidente, se convierte en el primero en admitir el derecho a la participación que le corresponde a las etnias. Pese nuestra gesta republicana, los gobernantes se empeñaron en acriollar a los descendientes de los primitivos habitantes o ignorarlos. El viejo y desacreditado concepto del Padre Sepúlveda, según el cual el indio era inferior, se mantuvo hasta muriendo el siglo XX de Estado como política de Estado.
Y fue también el primer y único presidente, que en lugar de lanzar las Fuerzas Armadas contra el pueblo, vinculó y unió a aquellas con éste. Para él, pueblo y soldado, como pensase Nicolás Guillén, fueron la misma cosa. No sé como piensas tú, soldado que te odio yo; si yo soy tú, dice el poema del mulato cubano.
Chávez, como no lo hizo ningún presidente de Venezuela, ni Caldera, cuando el Papa, junto a él, de cerca pudo palpar los horrores de las cárceles nuestras, reconoció que en éstas se violan de manera flagrante los derechos humanos.
Y abanderado fue del referéndum popular y el derecho del pueblo a participar directamente en el diseño de su destino. Primer presidente, en la historia de este país, que se empeñó en que a la Constituyente se le convocase por decisión popular y la Constitución que de ésta emanase, fuese refrendada por la misma vía.
Y algo nunca visto en la historia de este continente, el canciller del gobierno de Chávez, José Vicente Rangel, acudió a la OEA a protestar por un proyecto presentado a ese organismo por la representación de Estados Unidos, en el cual se aspiraba amordazar al ejercicio periodístico y limitar el derecho de los pueblos a estar informados. Un presidente a quien sus adversarios, y cierta parte del mundo diplomático, se han empeñado en mirar como un aspirante a déspota o tirano, les enmienda la plana en materia de derechos ciudadanos y libertad de opinar. Pero pese a todo eso, durante la vida de Chávez, sin motivo ni razón alguna le acusaron insistentemente de estar preparando un plan macabro contra la libertar de opinar y el libre trabajo de la prensa.
Chávez sostuvo que en la nueva Constitución debía incorporar la revocatoria del mandato, cosa que nunca antes presidente alguno o funcionario de menor jerarquía, se le ocurrió proponer por temor a poner cuchillo en su pescuezo. Y allí está el principio a disposición de la lucha democrática y como muestra de la fortaleza de la democracia venezolana y la calidad de Chávez.
¿Quién antes que él, negó a EEUU o cualquier otra potencia, el derecho a violar nuestro espacio aéreo? ¿Qué más pruebas de libertad y grandeza de pensamiento debió dar el presidente?
El manejo de los asuntos petroleros que acabaron con los precios viles impuestos por los grandes consumidores, tiene la imborrable firma del comandante glorioso.
Cuando Estados Unidos estuvo a punto de imponerle al continente nuestro el horrendo bozal, cruel corralito de su TLC, vendiéndole como la panacea, el hijo de Sabaneta, el oscuro arañero, aquél que soñó ser apenas un emulador de Isaías Látigo Chávez, gran promesa del beisbol venezolano, muerto trágicamente a temprana hora, se enfrentó en cuanto escenario pudo a la representación de aquél país y cual David terminó derrotando a Goliat, con la honda cargada de sus justas razones y valiente decisión.
¿Quién en este país, antes que él hubiese llegado a Miraflores se ocupó con empeño por los pobres, sin techo, tierras, ancianos, niños, mujeres desvalidas y la educación popular, por sólo nombrar unas pocas coas de las tantas a que dedicó su atención y esfuerzo?
¿Quién en este continente, después de Bolívar, puede discutirle el procerato en las luchas por la unidad de la América antes española y caribeña? ¿Quién duda que instituciones como el ALBA y el CELAC tengan la marca de su liderazgo e iniciativa? ¿Quién puede desconocer que su participación en la política latinoamericana tuvo mucho que ver con los cambios y la nueva actitud de nuestros gobernantes y pueblos?
Por último, puesto así por las circunstancias mismas, ¿quién en este este país, desde el gobierno, ha hecho más por el cine nacional, los cineastas, los artistas y las manifestaciones culturales todas que ese hermoso intolerante, como le calificó injustamente la Rondón?
Con lo expuesto ya tiene suficiente para que la historia, aquella que se escribe en la tranquilidad y equidad que genera el tiempo y la lejanía de los hechos, le asigne un lugar importante por haber sido el primero y único en muchas cosas nobles.
Pudiera la Rondón, en retribución a nuestro presidente y hasta como desagravio, hacer una película para lo que le sobran títulos como el arañero o el carajito de la verruga.