La dinámica económica del sistema capitalista se rige por la desigualdad que imponen en nuestras sociedades sus leyes: ( maximización de las ganancias, acumulación, desarrollo desigual combinado y ventajas comparativas, entre otros). Esto, bajo las contradicciones centro periferia, ciudad-campo, capital-trabajo y opulencia-miseria, dejan servido el teatro de operaciones de la guerra económica, el cual valdría la pena mencionar, que no es un término nuevo, sino más bien es la expresión dialéctica que se forja en la medida en que las minorías se apropian de la riqueza y condicionan la vida de las grandes mayorías.
En este sentido, las asimetrías territoriales, las desigualdades sociales, la reproducción de la pobreza, la concentración de la riqueza y la unificación de los mercados y no de la producción, constituyen la dinámica geográfica e histórica, que sostienen la espacialización y el escenario de la guerra económica que brota de las estructuras que afianzan al sistema capitalista.
De acuerdo con este planteamiento, la hegemonía del sistema económico en la dinámica mundial de las relaciones internacionales ha sido condicionante al proceso de conformación de nuestros Estados-Nación, es por ello, que la toma del poder político debe estar orientada a desboronar las estructuras que sostienen la dependencia impuesta, que se generó de manera intencionada en el proceso de nuestra apertura al mercado internacional, en la cual los intereses económicos tanto externos como internos, siempre están dispuestos a confabularse, para constituir una constante amenaza a los intereses de soberanía y autodeterminación, en el marco de los procesos de refundación que transitan nuestros pueblos.
En perspectivas, cuando se albergan grandes recursos en el subsuelo y las mayores reservas de petróleo del planeta, los estratagemas “ardid de guerra, engaño hecho con astucia y destreza, para conseguir ventaja sobre el enemigo fuera del ámbito militar”, siempre van a estar presentes por parte de sectores económicos de poder, para dar la batalla en los escenarios no convencionales bajo los cuales el sistema garantice la dinámica de sus leyes y el fortalecimiento de sus estructuras, con el objetivo de sostener su hegemonía.
