Dentro de las grandes virtudes que afloran al calor de la historia del estudio, palabra y obra, de nuestro Libertador, resulta ineludible exaltar su visión diáfana de Estadista, punto de partida de dónde se desprende, el hontanar geopolítico que define las pulsiones constructivas de la genialidad estratégica de su pensamiento-acción.
En este sentido, el Estado comprende tres elementos fundamentales que son: el territorio, la nación y el gobierno, cuyo “ asidero espiritual, moral e intelectual reside en el campo psicofísico de la nación”, que debe ser fortalecido constantemente utilizando de manera correcta cada uno de los organismos dinámicos que garantizan en el juego de posiciones de la globalización la supervivencia del Estado.
En esta perspectiva, hay que tener en cuenta que el Estado como inherente creación del hombre tiene “pulsiones constructivas y destructivas”, que contextualizadas al momento histórico que imprime la dinámica de transición del sistema económico capitalista hacía el socialismo, amerita que antes de colocar nombres, etiquetas y consignas, ha hechos puntuales del proceso; debemos empuñar nuestra voluntad política y patriota, a la reconstrucción de la fibra moral de la mujer y el hombre nuevo que rija los desafíos de la Patria.
De acuerdo con este planteamiento, socialismo, patria y hombre nuevo, representan las virtudes cardinales que se deben propagar en las dimensiones y complejidades culturales del territorio nacional, por tal razón, es necesario reconocer la profunda crisis moral en la que nos ha sumergido el sistema económico capitalista en sus distintas fases, debido a que a pesar de los avances, no hemos estructurado un sistema educativo que desde sus distintos niveles se articule a los planes de desarrollo de la Nación, para preservar el camino emancipador de la conciencia.
Ahora bien, el principal muro de contención que no permite el fortalecimiento espiritual, moral e intelectual, como epicentro del campo psicofísico de la nación, no es más que la burocracia, la ineficiencia y la indolencia, que parecieran alimentar la crisis de anti-valores que nos distancian de nuestras raíces: ( Robinsonianas, Mirandinas, Bolivarianas, Sucrences , Zamoranas y Chavistas ), que en su pensamiento-acción, definen claramente los pilares que sostienen el camino hacia la emancipación.
En consecuencia de esto, la educación y la política comunicacional, resultan esenciales en la visión estratégica de propagar las luces que permitan iluminar el camino y la lucha hacía la construcción de la Patria Nueva, es por ello, que para transitar el venidero camino de la independencia plena en el momento actual, siempre debemos dar una mirada al discurso de Angostura (1819) para no errar en la prognosis de los tiempos que se aproximan .