El Candidato de la Patria fulminó las pretensiones neoliberales de los grupos de poder

Una avalancha de pueblo se transformó en votos para el Comandante Chávez

La campaña electoral fue corta en comparación con las demás, pero un tanto más intensa que todas las anteriores. Era la primera vez en la historia del país que un Presidente aspiraba un tercer mandato con una popularidad intacta luego de 13 años de gestión.

El cáncer que padeció el Comandante Supremo, Hugo Chávez Frías, por espacio de dos años no hizo mella en el ímpetu guerrero que lo caracterizaba, más bien su fortaleza y capacidad discursiva arreció en defensa de un proyecto político que transformó el destino de la Venezuela contemporánea.

El plan de gobierno que regiría su mandato para los próximos seis años fue presentado el 11 de junio de 2012, el mismo día de su inscripción ante el Consejo Nacional Electoral (CNE).

“Hemos trabajado duro estos meses y sobre todo estos últimos días estructurando esta propuesta, el Programa de la Patria 2013-2019. Lo entrego como compromiso de vida, de lucha, de batalla y por supuesto de victoria”, dijo a los rectores principales y ante miles de personas que lo acompañaron hasta la Plaza Caracas para formalizar su inscripción.

Ataviado con una chaqueta compuesta por el tricolor nacional, pantalón negro y su boina roja característica en él, Chávez selló el compromiso de reconocer los resultados de los comicios, como siempre lo prometió.

“Como jugador vengo a cumplir con la ley, y me comprometo, y comprometo a mis seguidores, que como ustedes saben son millones, a apoyar todas las gestiones del Poder”, ratificó ante una avalancha de esperanzas que colmaron el recinto.

Comenzó la batalla

Como estaba previsto, el Candidato de la Patria arrancó la nueva cruzada política el primero de julio con una caravana que partió desde Mariara, estado Carabobo, hasta llegar a la capital aragüeña, ciudad con un valor fundamental para la Revolución Bolivariana desde el juramento al Samán de Güere hasta la recuperación del poder tras el golpe de Estado de abril de 2002.

Chávez iniciaba su recorrido con unos 20 puntos de diferencia sobre su más cercano rival, de acuerdo a la mayoría de las encuestadoras del país.

Decenas de miles de seguidores colmaron cada espacio donde se trasladaba la carroza. El líder, vestido de rojo esperanza, con una bufanda amarilla que le arrojaron del público, saludaba a lo largo del trayecto. Mujeres, jóvenes, ancianos y niños salían a las calles para ver de cerca al hombre de aquél “por ahora” que germinó en cambios estructurales en la nación.

“Tenemos que defender la revolución y sus logros, para seguirlos desarrollando y profundizando en el segundo plan socialista de la nación”, insistió ya en la tarima ubicada en la avenida Constitución de la Ciudad Jardín.

Desde ese lugar aseguró un arranque “en las mejores condiciones”, mientras que del lado de la derecha, las voces agoreras insinuaban que se cometería un fraude. “Se sienten derrotados, y hoy mismo se los digo: ya están derrotados”, exclamó un enardecido Chávez, argumentando, además, que en los comicios presidenciales se decidiría el destino del país para los próximos 100 años.

Desde la noche anterior, sus seguidores se congregaron en las plazas Bolívar de todo el país en una vigilia para celebrar el inicio formal de la campaña, que se mantuvo por 100 días consecutivos hasta el 7 de octubre, fecha en la que el triunfo rubricó un nuevo rumbo del proceso revolucionario.

Calles pintadas de rojo

En la medida que transcurrían los días, el fervor se hacía más intenso. La presencia indirecta de Chávez en vallas, afiches, pendones, consignas y en el clamor popular evidenciaba lo que ocurriría: una nueva conquista que radicalizaría los cambios destinados a las clases más desposeídas.

Durante su paso por el estado Apure, el 15 de septiembre, al candidato de la Patria lo invadieron los recuerdos cuando paseaba por esas sabanas a caballo y recorría los senderos de la llanura adentro.

“Le pido a Dios que me conceda el último sueño: liberarme, pero ¡qué difícil!, ¿no? Volver a ser libre como el viento, aunque sea por unos días, por unos meses, por un año y libre de todo esto, después de haber hecho realidad el proyecto de la patria que soñamos”, exclamó, mientras entre sollozos imploraba por bajarse de la tarima y volver a ser un hombre común como lo fue en algún momento.

“Si no fuera posible, de todos modos gracias Dios mío, gracias pueblo mío, por esta vida, por esta lucha y por esta nueva etapa de la vida que comienza el siete de octubre con la batalla perfecta y la victoria perfecta”, refirió ante una colmada avenida Carabobo.

“Seré mejor Presidente”

En medio de una multitudinaria concentración en respaldo a su proyecto político, realizada en el estado Lara, Chávez enfatizó que en su próximo periodo aceleraría la construcción del modelo socialista en el país y que reforzaría los planes y obras que se han impulsado en más de una década.

“Voy a trabajar intensamente para solucionar hasta los problemas más pequeñitos que aquejan al pueblo. Vamos a luchar contra los tantos problemas que son por millones, derivados todos del capitalismo, de la pobreza heredada de casi 200 años”, prometió en la capital larense.

Apuntó a la erradicación de la pobreza en el país y agregó que en apenas 10 años de revolución, se había logrado reducir la pobreza extrema de 25% a 7%, pese a que reconoció que siete millones de venezolanos aún vivían en condición de pobreza. “Esa es la meta. Reducir a cero los niveles de pobreza. No debe haber miseria en Venezuela”, prometió en ese entonces.

“Victoria aplastante”

Ese mismo día, ante el pueblo de Yaracuy, exhortó a la militancia a sumar esfuerzos conjuntos para conseguir una amplia mayoría.

“En estas últimas horas debemos convencer a la gente de que votar por Chávez es la garantía de un futuro mejor”, manifestó ante miles de seguidores que se congregaron en la población de Yaritagua, en el municipio Peña.

Pidió cuidar hasta el último detalle en las elecciones y todo lo relacionado con la logística, movilización y los testigos de mesa.

“Lo que en Venezuela ocurra, de aquí a 100 años en adelante, dependerá de lo que ocurra el domingo. Es una batalla histórica, es una batalla memorable. Que nadie se vaya a amilanar por más problemas que haya. El 7 de octubre nos estamos jugando la vida de la patria”, precisó un enérgico Chávez quien, además solicitó “echar el resto” por el país. “Nadie baje la guardia, que no se nos quede ni un solo voto por fuera. Todo lo contrario, vamos en estas últimas horas a convencer a todo el que podamos convencer”.

El Comandante Supremo “echó el resto” por la Patria, como él mismo afirmaba. La enfermedad que padeció no le imposibilitó obtener la victoria que se había trazado para un tercer periodo de gobierno.

Hoy se recuerda alegre, pintado con la fresca lluvia que cayó desde los cielos de la Caracas de los techos y corazones rojos en su último cierre de campaña. El dolor que lo aquejó durante ese día fue aliviado por el amor de decenas de miles de personas que aún lo definen como el hombre que cambió el destino político de la Venezuela contemporánea.

Las ganas de transformación y el desprendimiento por los demás le permitieron mantener intacta la popularidad durante 14 años. En la actualidad, hasta sus detractores reconocen el liderazgo del Presidente Eterno, de aquel Chávez que se mantendrá vivo en la conciencia del pueblo.


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Oswaldo López Martinez

Periodista de @CiudadVLC/ Moderador del programa #EnLaCumbre, por @RNVcentral 90.5 FM

 Siguels@gmail.com      @OswaldoJLopez

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