Si usted no consigue la harina de maíz, arroz, pasta, aceite… en los anaqueles de los supermercados, quizás es porque buena parte se encuentran en la frontera colombo-venezolana.
De acuerdo a cifras oficiales, más del 40% de los productos que importa y se elaboran en Venezuela se fugan al vecino país, mediante el contrabando de extracción, práctica que genera pérdidas estimadas en mil 500 millones de dólares anuales, sólo en lo referido a los alimentos y productos de higiene personal, en cuanto al combustible, alcanza unos mil 400 millones al año.
Lo que inicialmente era “pasado por bola” en Miraflores hace unos años atrás, hoy es uno de los problemas más graves que afecta directamente a la economía nacional, al punto de generar niveles alarmantes de escasez, que alcanzan un 28%, según datos del Banco Central de Venezuela. Si esto se grafica con un ejemplo, podría hablarse que de cada 10 potes de margarina para consumo interno, cuatro de ellos se encuentran en territorio neogranadino.
Tan sólo en los límites entre ambos países, alrededor de cinco millones de personas adquieren rubros en Venezuela debido a la accesibilidad de los precios, hasta 10 veces más baratos, sobre todo los que expenden las redes públicas como Mercal, Pdval y Abastos Bicentenario.
¿POR QUÉ SE PRODUCE?
En el diferencial cambiario entre el bolívar y el peso radica el meollo del asunto. El tipo de cambio establecido por mafias vinculadas al narcotráfico que operan en la zona hace atractivo el bachaqueo de un lado al otro.
Para el viernes 15 de agosto de este año, el valor de un peso se ubicó en 24 bolívares. Lo que supone un 240% por encima de la moneda nacional, según el diario La Opinión, periódico editado en Cúcuta.
Para un colombiano común que devenga el salario mínimo (616 mil pesos al mes), su sueldo se multiplica si éste cambia los pesos a bolívares. Si, a la misma vez, éste hace compras en estados como Táchira o Zulia, su poder adquisitivo se podría elevar proporcionalmente.
La principal materia prima” para poder operar en el “negocio” son los billetes de con altas denominaciones (50 y 100 bolívares). Como en los estados fronterizos se ha limitado su circulación, se les dificulta efectuar los pagos en Venezuela. La solución ideada por las bandas delictivas es ofrecer remuneración por cada billete de 100 bolívares que le entreguen. Los contrabandistas pagan al proveedor un excedente de 40 bolívares por unidad, es decir, 140 bolívares por cada billete de 100.
Estas razones hacen que el contrabando de extracción de Venezuela a Colombia constituya un “suculento negocio” para cualquier persona que se dedique a esta práctica, ubicada al margen de las leyes.
COMO HORMIGAS...
Nadie sabe con exactitud la cantidad de mortales que se dedican a este oficio. Algunas cifras extraoficiales aseguran que ya superan los 20 mil (de ambas nacionalidades) que aplican el contrabando a pie o en vehículos de carga.
Una de las modalidades impulsadas es mediante la adquisición de pocos rubros para simular el consumo propio y no para revenderlos. Fuentes del Táchira afirman que alrededor de tres mil bachaqueros realizan varias caminatas durante el día que, al final, se traducen en decenas de toneladas de diferentes productos, que se esfuman en 24 horas.
Los alimentos subsidiados en Venezuela resulta el mayor atractivo para los contrabandistas. En el caso de un kilo de harina de maíz precocido de Mercal, que cuesta unos cinco bolívares, al llegar a Colombia su costo, al cambio en pesos, oscila entre 70 y 90 bolívares.
De esta realidad no escapan los jugos, leche condensada, salsa de tomate y hasta la mermelada de Lácteos Los Andes.
Margarina “La Estancia”, elaborada por Industrias Diana, al parecer, es la que más gusta en suelo neogranadino. El aceite de la estatal Indugram, en presentación de 18 litros, soya o palma, cuesta entre 45 y 50 mil pesos colombianos y en las cantidades que el comprador desee.
De acuerdo a fuentes oficiales, a las que tuvo acceso Ciudad VLC, el bachaqueo en los límites de ambas naciones es controlado y supervisado por los paramilitares.
Nada entra ni sale sin la anuencia de estas organizaciones criminales, que se articulan con algunos efectivos castrenses para permitir la extracción no sólo de alimentos, sino de todo lo que tenga el sello “Made in Venezuela”.
CONTRABANDO INTERNO
El bachaqueo no sólo afecta a las entidades fronterizas. Hoy existe una nueva forma impulsada por revendedores, quienes ofrecen desde un kilo de café hasta un paquete de pañales con un sobreprecio que supera el 300%.
La modalidad consiste en reservar puestos de la cola en Abastos Bicentenarios y otras redes de comercialización para luego adquirir productos regulados de difícil acceso, lo cuales ofrecen en las comunidades con un recargo. La complicidad interna y externa favorecen las operaciones que terminan por generar desabastecimiento en algunos hogares para luego aprovechar las necesidades existentes que favorecen la reventa con un valor elevado.