Venezuela Territorio Libre de Analfabetismo

Júbilo real y odio virtual: los medios del terror no descansan



Es cosa de bien nacido alegrarse por el bien de los otros, como lo es la compasión ante el dolor de los demás, sin importar quién o quienes sean los receptores de la suave brisa del bien o el huracán del dolor. Este sentimiento natural al ser humano es más intenso cuando el otro es nuestro prójimo, nuestro hermano, aquel con quien compartimos la patria, su tierra, su aire y su cielo. Tener invertido este flujo natural del sentimiento denota una enfermedad profunda del alma. Alegrarse con el mal del prójimo y, al contrario, sufrir de angustia y desespero cuando este prójimo es tocado por la fortuna es signo de una total dislocación de la naturaleza humana.


Resulta que, en principio, salvo patologías muy particulares, los seres humanos respondemos a los estímulos según la cultura que hemos recibido. Así, por herencia cultural, determinadas acciones nos agradan, nos dejan indiferentes o nos repugnan. No es extraño que, aquello que le es indiferente a una persona le sea grato a otra. Cuestión de costumbre, cuestión de aprendizaje, cuestión del cómo se va conformando el pensamiento. En esto tienen especial responsabilidad aquellos sectores sobre los que recae la formación de eso que se llama opinión pública: sistema educativo y medios de comunicación. Estos últimos, omnipresentes en la mayoría de los hogares asaltando a las personas absolutamente vulnerables, desprotegidas ante su poder virtual.


Ayer, viernes 28 de octubre de 2005, Venezuela fue declarada por todos los organismos internacionales responsables de certificar el hecho: Territorio Libre de Analfabetismo. Un logro maravilloso y espléndido, casi mágico. Los barrotes del calabozo oscuro en el cual permanecían más de millón y medio de nuestros compatriotas fueron abiertos. Abiertos a luz del conocimiento, abiertos a la gloria de vivir plenamente sin las limitaciones de unos códigos indescifrables para ellos, abiertos a la posibilidad cierta de continuar por la senda del saber. Ningún poder, de cuantos deba conquistar el hombre para ser libre, es más eficaz que el poder del conocimiento. El conocimiento se hace persona, va con ella, no ocupa espacio, la cambia, la asume, le alcanza la posibilidad de nuevas destrezas y capacidades, en fin, la completa, la hace persona plenamente.


El gobierno y el pueblo venezolano, -pues fue una obra heroica de conjunto- lo lograron. He aquí que, los miembros de esta familia cuyo nombre es: venezolanos, y cuyo apellido es: latinoamericanos, está de fiesta. La patria toda está de fiesta. El hijo pródigo, aquel excluido de la patria, el desterrado al desierto de la ignorancia, el condenado a comer algarrobas y disputárselas a los cochinos está en casa, aquí, con nosotros y hay fiesta. El momento hace evocar este pasaje evangélico. Pudimos sentir un júbilo contagioso. ¡Vengan, preparen la fiesta, traigan las mejores ropas, el anillo de oro, carne y vino, que aquel hijo excluido hoy está en la casa!. En este episodio, sin embargo, hay un hermano, ese que siempre ha disfrutado de todos los bienes de la casa, el que siempre lo tuvo todo, el cuidado y hasta mimado, acariciado y protegido. Este hermano, muestra de toda la miseria que puede albergar el corazón humano cuando se forma en el egoísmo, se molesta, se va de la fiesta, reclama, llora y patalea. El que siempre lo tuvo todo no quiere compartir nada, su egoísmo visceral le impide ver que el hermano será un mejor colaborador, un hermano que generará riqueza, sólo se preocupa por su pedacito de la torta.


Ayer, en medio de esa fiesta, prendado de esas caras y alegría del pueblo liberado, pude vivir este episodio evangélico con dolorosa intensidad. Hermanos que molestos, muy molestos, ponían equipos de sonido a todo volumen con música gringa para no ver ni oír la fiesta del hermano liberado. Niños jugando con máscaras de calaveras celebrando histéricamente “Halloween”. Rabia y desespero ante la alegría del hermano. Reacciones contra natura, dolorosamente contra natura. La vida cotidiana nos muestra lo aberrante de esta conducta. La característica más humana es la preferencia, en cualquier familia, por el miembro más débil, por el que está enfermo. El instinto funciona perfectamente cuando no se tiene el alma enferma. ¿Por qué entonces se producen estás conductas en estos sectores?. La respuesta surge clara y desafiante: Se les ha enseñado, se les sigue enseñando con perversa machaconería, que “esos” no son gente, que “esos” son chusma, que “esos” no son de la familia, que son “otros”, que no de los “suyos”, incluso que no son humanos.


Fue suficiente ver cómo los medios privados, especialmente esa hidra de mil cabezas, ese yacimiento inagotable de odios llamada Globovisión, retomaba sus transmisiones después de la fiesta liberadora del hermano excluido para confirmar, por enésima vez, la clave de esta enfermedad, los culpables de este crimen de lesa humanidad. Leopoldo Castillo, Marisabel Párraga y una tercera insignificante de cuyo nombre no me acuerdo, apoyados en música escogida para burlarse de la fiesta, acompañando la cruel pantomima con gestos, guiños, risas, miradas cómplices y cuanto pudieran encontrar en el arsenal de la ignominia, insistían en el atropello a la libertad de expresión por las tres horas y media de la fiesta. Fiesta que por cierto..¡Asco!... en ningún momento mencionaron por su nombre, a la que se referían como “la cadena”. Aquella pobre gente que vi antes, enfermos, no los considero responsables, ¡estos no!, estos son víctimas. Los culpables son otros, los inoculadores del veneno por un jornal, por treinta monedas, estos son los judas, sus amos, dueños de los medios, tienen razones de clase, estos, sólo la excusa del bozal de arepas. Unos y otros tendrán algún día que responder ante la justicia por el crimen. No alcanzo a vislumbrar las consecuencias que esta aberración pueda acarrear a este pueblo en la forma de violencia y enfrentamientos. Los enfermos lo están en tal manera que sencillamente no oyen ni ven sino aquello que estos criminales les presentan. Basta ver las cosas que dicen en sus correos y páginas WEB. El odio, la rabia, el instinto asesino exacerbado a plenitud. La sangre y el dolor que esto cause tienen claros responsables. No es posible actuar con tanta frialdad, premeditación y alevosía sin que se pague por ello. Estoy persuadido que pagarán por este crimen, que algún día tendrán que responder ante la justicia, no es posible hacer tanto daño y quedar impune.

¡HUGO PARA TODOS Y TODOS PARA HUGO!
¡LA BARRICADA SÓLO TIENE DOS LADOS.!


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Martín Guédez


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