En nuestras andanzas conocimos los grillos y la humedad mortesina del Castillo Libertador, los grilletes del San Carlos allá en la tierra zuliana y el frío tétrico y la tortura en La Rotunda. Seguimos andando, presos estaban nuestros cuerpos, nuestro espíritu era libre como el viento sabanero, libre como la arena de medanal, nos reprimieron los musiùes de las compañías petroleras, por allá en la Costa Oriental del Lago, algunos de los nuestros dieron batalla en la insurgencia Continental de los 60, 70 nombres como Fabricio, Argimiro, Miguel Noguera, Nelson López, Chema Saher, El Motilón, Donato Carmona, Pasquier sonaban a libertad, a sueños, a justicia, a utopía ¿Cómo terminará este día?
Dicen que se encontraba el Pro Cónsul Poncio Pilatos adormecido escribiendo una carta a sus superiores en Roma, escribía sobre su aburrimiento en esas tierras del oriente medio, donde no pasaba absolutamente nada, mientras el escribía pasaba frente a su ventana un flaco de pómulos sobresalientes montado en un burro, ensimismado en su escritura no lo vio y a los años menos lo entendió.
En nuestro país un Poncio Pilatos tropical asumía la Presidencia de la República en un evento digno de una coronación persa, el pueblo veía tras las vidrieras el festejo. Ellos los Todopoderosos, se sentían dueños absolutos de las voluntades del país y borrachos de riqueza no tuvieron tiempo de ver pasar y menos tiempo para meditar sobre el flaco de pómulos sobresalientes que montado en un burro pasaba frente a sus ventanas, no lo podían ver, estaban ocupados en el saqueo del país y ellos, los firmantes del Pacto de Punto Fijo, los mismos que firmaron el Pacto de Coche, los mismos que redactaron el Documento de La Cosiata, los que hicieron el libelo desterrando al Libertador, solo tenían ojos para sus dueños del Norte, siguiendo sus recetas le aplicaron al país un paquetazo económico inaceptable, tomaron medidas económicas en contra de la población.
Una Tarde de Febrero, mas allá del este caraqueño, comenzó un ruido ensordecedor y de repente aparece el flaco de pómulos salientes montado en un burro, hecho miles, decenas de miles, con diversas caras, el flaco obrero, el flaco estudiante, el flaco luchador social, en esta oportunidad no había forma de no ver los rostros, las angustias, la cara de rebeldía, la cara de futuro. Los vieron, mas no los entendieron y nosotros vueltos multitud al principio tampoco lo entendíamos, hasta que empezamos a reconocernos los unos a los otros y volvieron los recuerdos, Araure, Carabobo, Junín, Pantano de Vargas, San Pedro Alejandrino, Santa Inés, San Carlos y sentíamos que Bolívar marchaba con nosotros y ellos sorprendidos de nuestra fuerza, de nuestro empuje, de nuestra decisión, balbuceaban con expresiones entrecortadas frente a las televisoras, trataban de asustar al Pueblo Rebelde de Simón Bolívar, pero sus caras de susto no acobardaban a nadie, mas bien daban bríos a la rebelión popular. El reloj de la historia, detenido aquella mañana del 8 de mayo a la salida de Bogotá empezó a andar ¿Cómo terminará este día? Comenzó el tic tac, acá estábamos siguiendo a la canción Patria, dando ejemplo desde Caracas, a sangre y fuego, dolor y tristeza, no lograron contenernos, 100, 200, 3.000, 5.000, 7.000, quien sabe cuantos de nosotros regaron con su sangre el suelo de la sultana del Waraira Repano, nunca se sabrá, pero cuentan que a partir de ese momento, ellos, los que desterraron a Bolívar, los que se apoderaron de las mejores tierras, los que se robaron el dinero público, los que les vendieron las concesiones petroleras a las compañías gringas, los que torturaron, desaparecieron, encarcelaron y asesinaron a generaciones de venezolanos, a nuestra gente, Blanco Fombona, Pocaterra, Pío Tamayo, Soto Rojas, Pasquier, Gouvernier, Lovera, Marisol Valera, Choropo, los de las jornadas de ese febrero glorioso, no pudieron conciliar el sueño, se despertaban a media noche con pesadillas, desconfiaban de todos los que trabajaban a su servicio, la duda los inundaba y buscaban infructuosamente de hacer que la gente que salió en ese febrero heroico volviera a sus casas. En eso estaban, viajando al exterior adelantando sus políticas impopulares, cuando una madrugada que comenzó un 8 de mayo confluía en febrero de 1.992, dame un cuatro para cantarle a la Patria, los mismos ideales, las mismas intenciones, la misma gente con nuestro Libertador en el pensamiento, volvimos a reencontrarnos en ellos, los de Santa Inés, los de Caracas en Febrero 27, de nuevo cabalgando, solo cambian los nombres, ya no es Sucre, Urdaneta, Cedeño, O’Leary, Silva, ahora se escuchan los Chávez, los Arias, Acosta, Alastre, Columba la de Valencia, las pesadillas de la burguesía apátrida se convirtieron en realidades, asustados veían a Bolívar en cada esquina y Bolívar, parafraseando al bardo Universal, parecía decirles: “Soy Yo, que vuelvo cada cien años cuando despiertan los pueblos”, pero dentro de su prepotencia no entendían el mensaje atronador de la nueva hora patria y ante los sucesos del 4 de febrero corren presurosos a discutir proyectos de reformas, reformas para cambiar todo de modo que todo siga igual, la ceguera los invade y van a su escenario, al Congreso Nacional a buscar esa píldora que les permita dormir tranquilos, como borrar esa cara de Bolívar en cada esquina, la oligarquía se cava su propia tumba, se crea enemigos a diario, aquel al cual explotas será su enemigo, al niño que no le das educación será tu enemigo, a la mujer que no le das oportunidades será tu enemiga y la Patria, a la cual traicionan, sus mejores hijos la defenderán en contra de los intereses foráneos. (Continùa)