Tomo prestado el título de la columna del camarada Freddy Ñáñez, porque el momento lo amerita, más que nunca. En medio de una tensa calma, el lugar común es odioso pero a veces necesario, nos han ido conduciendo hacia un escenario de choque, de conflicto, de matanza fratricida. El propio presidente Nicolás Maduro lo denunciaba esta misma semana, quieren llevarnos a: “una guerra de perros”, donde nos devoremos a dentelladas entre nosotros mismos, para luego sobre la tierra arrasada, instaurar un gobierno títere que a nombre de la democracia y la libertad -al muy peculiar estilo Yankee- entregue nuestra soberanía y con ella nuestra inmensa riqueza petrolera.
El instrumento de ataque, también lo hemos advertido varias veces, ha sido la presión económica, mediante tácticas nada nuevas, como: la especulación, el acaparamiento, la usura y el agiotismo. Nos han aplicado la misma medicina utilizada contra Allende, el mártir, para rendirnos por hambre. El flujograma o modus operandi, como acertadamente, explicó el presidente Maduro también lo hemos padecido en otras oportunidades: 1) producir poco, 2) no distribuir lo que se produce internamente, 3) retrasar las importaciones, 4) aplicarle sobreprecio del 300% y 400% a la mercancía que llega y 5) estimular mediáticamente compras nerviosas, para que la gente arrase con los productos apenas se colocan en los anaqueles; (Remember Golpe de estado de 2002 y paro sabotaje petrolero).
Ante la monumental desvergüenza de la oligarquía criolla no queda otro remedio que seguir alzados en almas, teniendo claro de dónde venimos, todo lo que hemos logrado y hacia dónde queremos ir. No podemos fallar, esta contraofensiva social contra la especulación de la burguesía parasitaria, hay que apoyarla con todo, especialmente con movilización popular, contraloría social e inteligencia cívico-militar. Quieren vernos el hueso, pero verán colmillos.