...Y dale con los médicos cubanos

Los muy mencionados y atacados médicos cubanos son tan seres humanos como los venezolanos, o cualquiera otra persona por más que no tenga la virtud y el privilegio de ejercer esta hermosa y digna profesión.

Inicio este artículo con ese comentario, porque las agresiones contra los especialistas caribeños son tan brutales que sus adversarios olvidan que se refieren a profesionales que, con la Misión Barrio Adentro, apuntalan ese mamotreto de salud pública, que en la IV República no servía ni para suministrar una curita a las personas más necesitadas.

Pero es que esa gente que durante años veía derrumbar la salud de los más pobres, sin siquiera mover un dedo para evitarlo, se niegan a ver que los médicos cubanos son seres humanos igual que nosotros y como tal - en algún momento de la vida- hemos trabajado bajo presión. Y es allí donde quiero llegar.

Imaginen a estos galenos metidos de lleno en esos cinturones de miseria, aliviando las dolencias de esa muchedumbre que no tenían acceso a la salud, con esa absurda y desesperada oposición a sus espaldas que, buscando algún asidero en la opinión pública, se valen de cualquier pretexto para desacreditarlos.

Obviamente, nadie les cree. Han sido innumerables los pacientes que durante los últimos 40 años “desfilaron” por las infuncionales emergencia de nuestros hospitales y, por eso, sobre este tema pienso que sobran los comentarios.

Pero creo, que como seres humanos, muchos cubanos -aunque sé que no se amilanan- posiblemente se resienten y se llenan de impotencia, ante la actitud de esos adversarios que los agreden por un lado y, por otro, descaradamente guardan silencio acerca de las denuncias de mala praxis de médicos venezolanos que abundan en la Fiscalía del Ministerio Público.

Además, no voy a ir muy lejos. Hace días me vi envuelto en un caso de insensibilidad médica. Les cuento. Mi hija, una de estas tardes lluviosas, presentó un ataque de asma severo. Y como generalmente ocurre en los hogares de profesionales asalariados, quedamos atrapados entre la indolente emergencia de un hospital y el costo exagerado de una clínica.

Consultado el bolsillo, decidimos llevarla a un centro privado “termino medio”, de esos que valen la mitad de los lujosos.

Advierto antes de continuar, que no mencionaré el nombre de la clínica ni de la médica que atendió a mi hija. No se trata de hacer acusaciones en particular, sino de llamar a la reflexión a todo aquel, que se opone a los profesionales de la isla en las emergencias de los hospitales, a costa de la salud de los pacientes de menos recursos.

Bueno, lo cierto es que la doctora ordenó dos terapias a mi hija, y le colocó una inyección. Ya recuperada, le recomendó que buscara a un neumonólogo, para que siguiera el tratamiento. Hasta allí la cuestión resulta lógica.

Pero cáiganse para atrás. La profesional que casualmente atendió a mi hija es neumonólogo, pero en esa clínica no tenía consultorio para ofrecer ese servicio y sólo hacía labores de emergencia, por lo que hasta allí llegó su atención.

Por eso, incluso, le dio el nombre de la otra clínica donde también labora y tiene consultorio, podía prestar el servicio y, por supuesto, cobrar su retribución como toda una neumonóloga.

Tamaña insensibilidad. Sí hubiese sido una médica más sensata, por lo menos le indica que regrese a la misma clínica otro día que estuviera de guardia, para seguirle el tratamiento...pero no, más pudo el negocio de la medicina que la sensibilidad que debe caracterizar a los buenos especialistas. Entre esa clínica de “poca monta” y la otra lujosa, hay unos 40 mil bolívares de diferencia en honorarios profesionales. Allí radicó el problema.

Y es en esos casos que debe estar pendiente la oposición que se ocupa del “dale y dale” contra los cubanos. Porque nosotros tenemos los mejores médicos – aquí no cabe discusión alguna -, pero de qué nos vale, sí a ellos no tenemos acceso los pobres.


albemor60@hotmail.com


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Alberto Morán


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