Se publica el día de hoy una suerte de comunicado-manifiesto e un gremio en defensa de uno de sus miembros. En principio ada de particular. La historia está plagada de manifiestos de espaldo a personas innobles, basada la solidaridad a ultranza en la condición profesional de la persona. Recuerdo un manifiesto que quebraba lanzas por un docente acusado de pederastia, firmado por gremios docentes, simplemente porque el acusado era eso, un docente. Sin embargo, este manifiesto de periodistas a favor de Patricia Poleo tiene sus bemoles muy particulares que llaman poderosamente la atención. No es sólo el hecho de que la periodista está siendo imputada por un crimen horrendo, siendo, de suyo absolutamente inmoral que se reivindiquen derechos especiales para determinadas profesiones con licencia para matar con sólo serlo. Ya la cosa manda tela, pero no es eso, eso lo hemos visto y las solidaridades profesionales, a veces, ciegan.
Cada quien tiene derecho a respaldar lo que le parezca conveniente y oportuno, en eso no hay ni objeción ni sorpresa. La sorpresa, más bien, la irritación, llega cuando se leen las consideraciones que fundamentan el manifiesto junto a las identidades de los y las firmantes. Ya no sorprende, ¡pero cómo asquea!, ver como personas que conocen a plenitud ciertos acontecimientos los tuercen hasta hacerlos útiles a intereses bastardos. Uno piensa que hay un límite para la poca vergüenza. No se trata ya de los naturales hechos diferenciales y las variadas formas de pensar. Esos, no sólo los admito sino que los considero necesarios para la vida en el ámbito de la democracia. ¡No!, no se trata de eso. Se trata de la mentira, consciente, plena, redonda, maciza, utilizada con desparpajo. No entiendo que puede llevar a una persona a tales extremos. Hay pruebas, -¡estas sí!, porque hay suficientes videos y grabaciones-que demuestran que muchas de estas personas saben, perfectamente lo que ocurrió cuando firman y afirman lo contrario.
Veamos el colmo del caradurismo y la inmoralidad, estas personas firman, -para la historia porque no debe olvidarse- y afirman que: “El Ministerio Público desvía el ejercicio de sus funciones en lugar de dar respuesta a casos que conmocionan la opinión pública, entre ellos: Los asesinatos ocurridos el 11 de abril de 2002, contra una manifestación pacífica” Esto lo dicen personas que, -basta con ver sus nombres- saben perfectamente, vieron con sus ojos y conocieron que los muertos nunca fueron, -al menos en su inmensa mayoría- de la supuesta “manifestación pacífica”. Saben y vieron, caliente y en vivo, como se montó con tiros de cámara adecuados esa mentira. Saben que debajo del puente no estaba ninguna manifestación pacífica sino la policía Metropolitana atacando con ametralladoras y armas largas a los manifestantes chavistas ubicados en Puente Llaguno. Más aún, -a veces me pregunto si podrá dormir en paz- pude oír por radio, en el programa Combate por la Historia de Samuel Moncada, cuando la periodista Marisabel Párraga hablaba por teléfono con un reportero de Tal Cual, quien, a pesar de toda la manipulación le afirmaba, desde su puesto en Miraflores, que “los muertos eran de boina roja y los estaban matando francotiradores”, a lo que la periodista y su acompañante le dijeron…¿los chavistas matando chavistas, no?...y el periodista de Tal Cual les reconvenía diciéndoles…¡por favor! ¿Cómo creen? Conscientes, fríamente conscientes, cambiaron la conversación y continuaron con lo suyo. La fiesta inmensa de haber podido sacar del poder a esos chavistas. Sabían perfectamente lo que estaba pasando pero…siguieron con su fiesta.
Luego de otras sorprendentes consideraciones evocan la muerte de tres jóvenes en el Barrio Kennedy. Obviando, porque lo saben perfectamente, que jamás algo ha sido policialmente resuelto en forma más rápida y eficaz, al punto que, un total de 25 funcionarios están sometidos a juicio. Del mismo modo se mezcla la “persecución a los periodistas” con los “5.000 asesinados a manos de los cuerpos policiales”. Una técnica que el manual de operaciones psicológicas de la CIA enseña muy bien. No son inocentes, saben lo que hacen y como venezolano y ser humano tan miseria duele.
¿Que tan bajo puede caer el ser humano? ¿Qué intereses pueden llevar a unas personas a firmar semejante canallada? ¿Cómo puede mirarse al espejo, mirar a sus hijos, y no sentir vergüenza?. Estas personas deberían saber que la vida no es una fotografía de un instante sino una secuencia, que esto que hoy hacen les acompañará toda la vida, a ellos y a todos. Que somos responsables, quieras que no, por todo lo que hagamos, por más que el momento nos parezca engañosamente dulce. Han podido manifestarse solidarios con Patricia Poleo. ¡Pase! ¿Pero firmar esas “consideraciones”?. La historia los juzgará sino lo hacen sus conciencias.
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