Surgieron conversaciones diversas y dispersas en distintas mesas mientras eran servidos hasta que fueron interrumpidas esos diálogos con un pase televisivo a una empresa supervisada y allí estaba el Mayor / General, Hebert García Plaza.
Algarabía y aplausos de mesa a mesa saludaban la presencia de dicho General, los comentarios a viva voz, se tejían e hilvanaban ideas de los presente, lo cierto es que nunca se escuchó lo que decía García Plaza pero absolutamente todos estaban de acuerdo con lo que estaba hablando, cómo hablaba, de qué manera hablaba, con cuanta convicción hablaba y cómo aperturaba su intervención con su grito de entusiasta combatiente del legado de su maestro y guía: ¡Chávez vive!
Más de un animado conversador se disimulaba la humedad y el brillo de sus ojos al ver a un General de la Patria con ese porte, con ese talante, hablar como pueblo que son distintos y distantes a los vergonzosos e indignos generales y almirantes de la Plaza Altamira
Pedro “el Maracucho” grito con su vozarrón: -Chávez como que los tenía escondíos porque deben haber más como García Plaza! Se ve que es un león afeitado!
De otra mesa, grita otro comensal: -Chávez como que los repartió por todo el país! Son fieros como los leones! Vivaaaa Chááááveeeeez! No jo..!
La Negra Rosalinda que rauda se desenvolvía entre las mesas colocando los almuerzos solicitados decían de forma mal intencionada, coqueta e irónica provocando la algarabía y protesta de los presentes: -Ese si es un hombre!
A diez metros de distancia grita José Francisco: - Profesor y usted qué dice? Responde el usuario profesor comensal de dicho restaurant de pueblo: -Que qué digo? Bueno…que esa generación de militares como Chávez tienen consciencia de clase, tienen consciencia que también son explotados porque ellos y ellas también provienen de los barrios, caseríos y urbanizaciones modestas del país, vieron cómo habla el Mayor General García Plaza, pues ser revolucionario es hacer constantemente análisis de clase, como pueblo, oigan!, el papá de García Plaza fue motorizado de un banco toda su vida, levantó a una familia con todo el esfuerzo que implica eso y el mejor ejemplo de dignificar a su padre es pensando como pueblo y pensar como pueblo es ser revolucionario!
Todos aplaudieron enfervorizados hasta que la Negra Rosalinda con un soberano regaño colectivo conminó todos a comer rápido porque luego tiene que lavar decenas de platos y quería hacer diligencias temprano para comprar algunas cositas y agregaba que Dios le dé la dicha –mientras suspiraba mirando al cielo y despertando la envidia de los presentes- de conocer personalmente y estamparle un beso a su General preferido, a su León Afeitado.
Ya muy seria la Negra Rosalinda gritó con toda la autoridad que le da la de trabajar fiao: -A comer rápido!
Muy disciplinados y obedientes los comensales hicieron silencio y acometieron la tarea del porque estaban allí y el silencio volvió a ser el rey del modesto comedero.