No redundaré criticando a quienes defienden a los usureros. Tampoco me referiré al síndrome de la “viveza criolla” que tiene como síntoma esa propensión a colocar cada vez que sea posible un par de ceros a la derecha de cualquier cosa que se pueda vender. No.
Lo que si haré es advertir que entre el desenmascaramiento de la escandalosa usura y especulación, la aprobación de la Ley Habilitante, las nuevas leyes decretadas para proteger las finanzas familiares y nacionales, la avalancha popular a favor de la ofensiva del gobierno nacional contra la guerra económica y la “unidad” unida con saliva de loro, la derecha se muestra cada vez más encolerizada, ahogada en sus propias mezquindades y arrinconada en sus propios callejones sin salidas. Su desespero se nota a lo lejos.
Lamentablemente la derecha ha demostrado no saber manejar por la vía pacífica su desespero. Históricamente ha demostrado que tras ver cómo en el marco de una Ley Habilitante se hace justicia defendiendo los derechos de las grandes mayorías o tras saberse derrotada en un proceso electoral, hace de la violencia su vía de escape. El 11 y 12 de abril de 2002, la respuesta criminal a la aprobación de leyes que protegían al pueblo como las de Tierra y la de Pesca, enmarcadas en la Ley Habilitante que ejerció el Presidente Chávez; del 15 al 20 de abril de 2013, la venganza descarnada al verse de nuevo derrotados electoralmente. Ambos episodios tuvieron los mismos verdugos, esos que han llamado a que hoy se proteste en todo el país ratificando lo que ya sabemos: que son embajadores de la guerra.
Llevamos 15 años demostrando en los hechos que la Revolución Bolivariana es garantía de la paz y los medios privados el mismo tiempo forzando la idea contraria. Debemos estar alerta a cómo éstos han agudizado sus matrices, especialmente en los impresos. Tergiversación de las medidas asumidas a favor del pueblo, medios que al servicio de una parcialidad política fabrican “realidades” que goebbelianamente van perdiendo las comillas, deformación del carácter justo y popular de las leyes suscritas vía Habilitante, llamados desesperados de los mismos verdugos de ayer a protestar en las calles: son demasiadas las semejanzas con 2002 para que las alertas no se mantengan encendidas. Pero entre tantas semejanzas hay una gran diferencia: no somos los mismos de entonces. Que nadie se equivoque.