La prensa
escrita y con mayor intensidad aún la radial y televisiva, van moldeando la
opinión pública sobre la técnica del titular impactante o la imagen de
primeros planos. Así, el titular o la imagen de impacto, apoyada en
comentarios debidamente aderezados van sustituyendo la reflexión y
condicionando cuanto pueda ser el nudo de la noticia. Forma parte de una
técnica, realmente diabólica y repugnante, utilizada para sembrar la mentira
en el subconsciente del público. El titular sustituye el “trabajo” de lectura
reflexiva, de análisis sereno. ¡El titular o la imagen lo dice todo!
¡Total..el tiempo es oro! ¡Vaya al grano…no pierda tiempo! ¡No lea, no piense,
elija el camino más corto! ¡Aquí lo tiene…servido en bandeja de plata! Cómo en
alguna oportunidad fue el eslogan de una agencia publicitaria…”¡Permítanos
pensar por usted!”.
Así
proceden en concertado maridaje desestabilizador cada mañana de cada día
medios escritos y sus repetidores radiales y televisivos. Lo que a la prensa
escrita se le pasa, la radial y televisiva lo repasa. ¡Afeitada perfecta a la
verdad! ¡No queda ni un solo vestigio de ella!.¡Tóquese…ni un cañoncito! Así,
por ejemplo, en la presentación, ¡dólares por delante aprobados y asignados!,
del más extraordinario plan de apoyo a las clases medias o las
infraestructuras del país, todo quedó reducido a un mal chiste, a una burla
triste y vulgar: “El presidente Chávez dijo que usted manejará por debajo del
agua”. ¡Listo el pollo!. Lo demás, toda la capacidad que unos payasos tienen
para, al mejor estilo de Tito Martínez del Box, convertir en pantomima la
estupenda noticia. Una violación masiva del consagrado derecho a la
información que tiene el pueblo venezolano según reza en la Constitución
Bolivariana. Todo empaquetado, envuelto y presentado para ocultar la
noticia.
Esto
mismo acaba de ocurrir con unas declaraciones del candidato a la presidencia
mexicana, López Obrador. Tengo la impresión de que muchos revolucionarios han
caído en la trampa, lo cual demuestra la eficacia del procedimiento utilizado
por estos jinetes del Apocalipsis que son los medios de desinformación. No voy
a escribir una sola letra en defensa de la pureza revolucionaria del señor
López Obrador, a estas alturas no estoy seguro de nada. Lo único que se, por
ahora, es que a Washington no le gusta para nada y esa es una razón de peso
para tenerle simpatía. Más allá de las palabras están los hechos y López
Obrador le es incómodo al imperio. Ahora bien, a lo que vamos. Con repulsa
casi generalizada hemos sido sorprendidos por la técnica del titular. López
Obrador condenó las expresiones de Chávez sobre su presidente Fox (el
subrayado es mío y el centro de esta reflexión). En unas largas declaraciones
en las cuales, con dureza se refiere a la triste actitud de Fox en Mar del
Plata, le dice a Fox todo cuanto le dijo Chávez y más aún, sin embargo, al
final, como mexicano, no acepta que el presidente de los mejicanos, su presidente, sea atacado por
nadie. ¡Carajo, que buena lección para nuestros apátridas!. Unos venezolanos
que viven buscando en cuanto medio del mundo se diga una tropelía, un insulto,
una grosería contra nuestro
presidente para salir a reforzar con júbilo orgásmico las ofensas que
extranjeros viertan sobre el presidente de todos los
venezolanos. Porque eso es Chávez… el líder, el jefe del estado, el
hombre que representa a Venezuela. Algo que debe estar por encima de cualquier
otra diferencia. Algo que vemos, por ejemplo, en muchos otros pueblos del
mundo, pero que entre nosotros, la labor demoledora del sistema educativo y
los medios han reducido a cenizas.
López
Obrador les da una lección dura, estupenda y de primera a estos venezolanos de
corazón mayamero. Sus problemas son de los mejicanos y no aceptan que nadie
más, aún compartiendo fondo y forma de la crítica, intervenga. Haberse tragado
la trampa del titular demuestra dos cosas: la eficacia de esta estrategia
comunicacional y, si se quiere, algo peor para nosotros; lo poco que conocemos
el alma del pueblo mexicano. Quizás la actitud de López Obrador choque con la
idea del internacionalismo revolucionario, seguramente que sí, pero… señores…
así son los manitos, con los suyos, con razón o sin ella. Con los suyos ellos
y nadie más. Les digo algo. Cuando veo estos “venezolanos y venezolanas” con
banderitas de USA en las manos o hacerse eco de cuanta “preocupación” o
amenaza provenga de la casa del Padre en Washington, sin el menor signo de
amor por lo nuestro, siento, como venezolano, un pelín de envidia. De la
envidia buena, de la que llaman santa envidia. ¡Cuánto nos falta por sembrar
amor por lo nuestro!
martinguedez@gmail.com