Por ser un medio audiovisual de impacto mundial le doy un peso determinante a la televisión en la estructuración o conformación de la opinión pública, construcción de imaginarios y consolidación de modelos psicosocietarios.
Los medios privados -a televisión tiene 90% de influencia- estructuran sus contenidos (incluidos los contenidos importados) para imponernos el capitalismo en forma de entretenimiento: programación infantil, películas, telenovelas, concursos, series, cocina, hogar, noticieros, programas de opinión, educativos, etc.
Después de los ¿atentados? del 11 de septiembre de 2001 en los Estados Unidos, las corporaciones mediáticas del imperialismo y Hollywood contaminaron más el imaginario mundial.
El truco está en saber vender los contenidos, hacerlos atractivos para todos los públicos, hacer reír, llorar, o rabiar simultáneamente a una niña y a un adulto.
Los medios imperialistas construyeron un imaginario universal que asocia con personas peligrosas a un hombre con un pañuelo en la cabeza -el kafiyyeh- y una túnica suriyah- o a las mujeres con diferentes velos o pañuelos.
Y no solo la vestimenta fue criminalizada, dieron carácter o sinónimos de terrorismo o fundamentalismo a todo lo relacionado con árabe, Islam, islamismo, musulmán, etc.
Recuerdo al niño atónito -en el aeropuerto de Maiquetía- llamando la atención de su madre: Mamá, mamá, un señor vestido de terrorista.
Hoy el imperialismo, la oligarquía parasitaria y sus medios en Venezuela han ¿olvidado? que Nelson Mandela, consagró su vida a la lucha por la libertad del hombre y contra el capitalismo y el apartheid.
De la misma forma, los medios imperiales y sus lacayos estigmatizaron al Presidente Hugo Chávez y hoy lo hacen contra el presidente Nicolás Maduro y la Revolución Bolivariana.
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«La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora tendrá, pues, dos momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van desvelando el mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con su transformación, y, el segundo, en que, una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente liberación» Paulo Freire
