Una cosa es la tradición y otra el anquilosamiento mental: el aferrarse ciegamente a fórmulas y modos de existir definitivamente periclitados. No es lo mismo respetar y cultivar ciertos usos y costumbres arraigados por siglos a la vida de un pueblo, como pudieran ser sus hábitos alimenticios, rituales y ceremoniales, que empeñarse, por ejemplo, que la mujer continúe siendo la esclava del hombre y que éste mantenga derechos de vida y muerte sobre sus hijos. Lo primero es la tradición; lo segundo, lo anticuado, arcaico o discontinuado. No hay que confundir lo uno con lo otro.
Hace poco, algunos funcionarios gubernamentales muy eficientes en materia de productividad, pero desligados totalmente de estos problemas, (tal pareciera que los pulperos les llevan los alimentos regulados a la puerta de sus casas), proponen lo siguiente, como fórmula para superar el problema del desabastecimiento y carestía de la mayoría de los alimentos.
Los venezolanos vamos a tener que renunciar a la harina precocida, al café, a la papa (cincuenta y cinco o más bolívares el kilo), la cebolla a cien o más Bs./Kilo; el pescado de eso ni hablar (donde); la pasta, está muy cara, a veces no se consigue; la carne, por las nubes y ni con lupa se encuentra; el jamón precocido de cerdo, de pavo, de pollo, más de 220 Bs. por kilo, inalcanzables; el queso, el blanco de rebanar, a más de ciento veinte Bs./kilo); y la leche, (¿qué pasa con Elandes, no se consigue leche por ninguna parte, ni pasteurizada, ni en polvo, ¿la botan a las quebradas?, ¿se la suministran a la Polar para producir yogurt?, ¿la mandan para Colombia?, ¿se comieron las vacas?); lo mismo que el café y otros productos. ¿Al maíz? ¿Al café? ¿Y qué voy yo hacer sin mis arepas y sin mi café con leche en el desayuno?
Dicen los ministros de la materia ¿Los venezolanos tienen que cambiar su dieta alimentaria?, lo mismo que la arepa, el café y otros productos. Coman pan, pero si ¡escasea la harina de trigo, dicen los panaderos!; qué voy a hacer yo sin mi negrito, tome té… todo es cuestión de acostumbrarse.
Estos funcionarios, que podrían ser todo lo buenos que se quiera, no barruntan ni remotamente los serios problemas políticos que una medida aparentemente tan inocua como la que ellos proponen, pues gobierno que no sea capaz de asegurarnos nuestros alimentos no sirve.
Y no crean que exageramos: La historia nos demuestra que cada vez que un gobierno ha pretendido imponer cambios violentos en estos hábitos y costumbres de un pueblo en lo relativo a la alimentación, o no soluciona el problema del suministro de los mismos; han ocurrido revueltas. La esencia de Venezuela se encuentra principalmente en las tradiciones populares, que caracterizan su personalidad. Sin ellas el pueblo venezolano dejaría de tener características propias (que constituyen su valor moral) para convertirse en un conglomerado humano, solamente valorable en cifras.
¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los cuatro antiterroristas cubanos héroes de la Humanidad!
¡Chávez Vive, la Lucha sigue!
¡Patria, Socialismo o Muerte!
¡Venceremos!