Los Cerrillos es un diminuto punto geográfico del municipio estado Trujillo, según leyendas escuchadas a viejos pobladores “era el camino real” cuando se bajaba del páramo andino, esas mismas personas deducen que el Libertador Simón Bolívar debió haber pasado por allí en camino a Carmania.
Son historias menudas, muy puntuales, que con el devenir del tiempo han de ser reconstruidas cronológicamente y con la mayor cantidad de detalles al respecto.
Sobre esas crónicas a lo mejor escuchadas desde su infancia, o por referencia oral en el discurrir de su vida, quizás en alguna revista de Tricolor, quien sabe dónde, pero Josefa Sulbarán se atrevió a dar su versión y así lo plasmó en un lienzo.
Porque Simón Bolívar se convirtió en una interesante personalidad, su epopeya se transmitió de lugar a lugar en todo el mundo occidental; cuenta uno de sus edecanes, que el General Bolívar en su marcha hacia Trujillo se acercó en su caballo a la orilla del camino, a la distancia un agricultor imbuido en sus menesteres diarios no se percató de su presencia y el General Bolívar gritó: - Briceño! Briceño! Conversaron unos minutos, al reanudar la marcha, uno de los edecanes le preguntó cómo sabía él el nombre del campesino a lo que respondió raudo y secamente: -En Trujillo todos tienen ese apellido.
El año pasado el prof. Briceño Porras me contaba la anécdota y nos privábamos de la risa; es cierto, Briceño abunda en toda la geografía del estado Trujillo.
Esto tiene que quedar asentado, significativas personas en su quehacer de humanidad y para la humanidad, estas personas permean, tiñen su localía, su terruño, se preocupan por dejar su huella, su impronta, Josefa puede estar en tranquilidad perpetua porque sin mucho redoblante dejó su huella en todo el estado Trujillo y más allá de sus fronteras nacionales.
En una ocasión sentados frente a frente le pregunté con mucho cuidado a Josefa, quizás tratando de escoger con las palabras indicadas –digo yo- de qué forma, cómo se inspiraba, qué la motivaba a pintar, Josefa, sin gran expresividad verbal, pero con un mundo interno más grande que su diminuta presencia, lo que hizo fue arrescostarse en la silla y contestarme con un gesto de su mano derecha de ensanchar lo que tenía por delante, dándome a entender todo y nada, fue un secreto que no pude descubrir, quizás mi mundo es de una dimensión menor con respecto al de ella, verdad? Ser artista es de una dimensión insondable e indescifrable por un raciocinio normal, común, sencillo y corriente.
No es de extrañar que a la vereda del camino, esté Josefa recogiendo los colores verdes para sus lienzos, y a la distancia se escuche un murmullo y uno de sus tantos nietos espirituales o de tantos niños y niñas que la llaman madrina, sale a la carrera a informarle a Josefa:
-Hay revuelo! Hay revuelo Josefita en el camino real!
Ella responde: Qué pasó?
El niño insiste y lleno de júbilo y señala: -Por allá viene!
Josefa lo interpela: ¿Pero quién? Mientras que con curiosidad se acercaba a la orilla del camino.
El niño exclama: Es Simón Bolívar! Es Simón Bolívar!
Como que concertados por la historia, Bolívar a caballo se detiene frente a Josefa Sulbarán, la saluda con un gesto de caballero y le pregunta: Señorita Briceño? No, le responde ella con sus ojitos abrillantados y con tímido orgullo: Sulbarán! Josefa Sulbarán!
El edecán silbó discretamente para dejar por sentado que el General Bolívar se había equivocado que no era Briceño, si no Sulbarán, Bolívar le buscó la mirada a su asistente, éste la desvío haciéndose el desentendido, Bolívar se despidió cortésmente y prosiguió su marcha en la historia.
