Es la inmensa marginalidad proveniente de las áreas deprimidas e incrementada por la población de nuestro entorno vecinal estimulada esta última a emigrar por el relativo éxito de nuestro proyecto nacional la que nos produce esa duda existencial sobre el nosotros que señalamos como una de las causas de nuestro estado de ansiedad. Tenemos conciencia de nuestra afinidad cultural e, incluso, de la unidad económica que se ha conformado entre la producción formal de nuestro segmento de la sociedad y la informal del segmento marginal; distinto-a-nosotros con el cual convivimos en un mismo espacio en una simbiosis imperfecta.
La clase política que dominó la escena nacional a raíz del derrocamiento del gobierno desarrollista del general Marcos Pérez Jiménez que agudizó la fractura del pueblo, quebró al Estado; y ha obligado a la aceptación del modelo desarrollista esta vez con apoyo foráneoque ha agudizado la profundización de la brecha en la ya seriamente dividida del pueblo venezolano. Sin embargo, el fracaso de la clase política no ha significado su derrota, y ello ocasiona la lucha que hoy se escenifica dentro de la mascarada del combate a la corrupción, en la cual el objetivo central es la derrota de la burocracia de la mafia amarrilla y su consiguiente subordinación a la burguesía.
En esa lucha el fortalecimiento del poder de la burguesía es fundamental; y ello está en función de sus relaciones externas. De allí el interés marcado por la diversificación del aparato productivo que permite la ampliación de las exportaciones de hidrocarburos y la autonomía del Estado, de quien ha dependido por la eficiencia de la industria petrolera, por su mayor rentabilidad, permite una mayor acumulación y, en consecuencia, fortalece el estamento político.
Es cierto que es necesaria en estos momentos la acumulación, y cuanto más grande mejor; pero también es cierto que es indispensable la redistribución del excedente para disminuir las brechas sociales. En ese sentido, parece razonable la expansión de la industria petrolera que muestra ser la que ofrece la mejor tasa de retorno; empero, es también razonable impedir el despilfarro de esos excedentes por la acción de la demagogia y el clientelismo. Lo sensato parece ubicarse en algún punto intermedio donde el aparato productivo no destruya las formas tradicionales de producción hoy expresadas en la economía informal sino que, por el contrario, permita la coexistencia estable entre los dos sectores debidamente articulados y jerarquizados. Ello garantiza buenas redes de redistribución del excedente y una oportunidad de modernización de la marginalidad, sin afectar seriamente el desarrollo de las fuerzas productivas.
Pero la burguesía roja-rojita desea remediar los males sociales del pueblo con el fin de consolidar la sociedad burguesa. A esta categoría pertenecen los economistas, las religiones cristianas,los filántropos, los humanistas, los que pretenden mejorar la suerte delos trabajadores, los organizadores de la beneficencia, los protectores de animales, los fundadores de las Sociedades de templanza, los reformadores domésticos de toda suerte. Y hasta han llegado a elaborar un socialismo a la medida en sistemas completos.
¡Gringos Go Home! ¡Libertad para los cuatro antiterroristas cubanos héroes de la Humanidad!
¡ChávezVive, laLuchasigue!
¡PatriaSocialistaoMuerte!
¡Venceremos!