Pusiste la plasta Henry, ni siquiera llegarás al triste ejemplo del rey Boabdil el chico. Pasarás a la historia, a la pequeña historia de tu grupo, como alguien que no sólo fue cobarde, como el mentado Boabdil, sino que a la cobardía has añadido la más absoluta falta de principios. Una cobardía rastrera e inmoral si acaso alguna no lo fuera.
Por alguna razón, derivada de tus fogosas intervenciones en esa casa de las leyes de la que te despides para siempre, llegué a creer que eras, entre tanto ciego, un tuerto con cierta prosa elegante y hasta un cierto dominio de la estrategia. Lo que acabas de hacer pone en evidencia que ni siquiera eso eres. Eres un inmoral torpe y ciego.
Esta mañana dabas pena ajena respondiendo al chocarrero con pretensiones de periodista sibilino que es Roberto Giusti. Por más que te tongoneabas siempre se te vio el mogote. Tuviste que admitir la verdad de esa “decisión histórica” según tus propias palabras. ¡Que caradurismo impoluto!. Admitiste haber detectado que no tenían ninguna oportunidad de figuración en casi ningún circuito electoral. Admitiste que no habías logrado “entusiasmar a la base adeca y ni siquiera a los propios candidatos”. Incluso llegaste a afirmar que sabes perfectamente la debacle que se les viene encima cuando, al referirte a los compañeros que no acatarán la orden de retirarse, afirmaste: “que se presenten… allá ellos… no saldrán igual”.
¡Esa es la razón del retiro, desvergonzado apátrida!. Sabes que no tienen ningún chance porque 40 años de traiciones a los principios les ha dejado sin banderas. Pero no es a eso a lo que quiero referirme. Eso está a la vista de cualquiera. Lo es inmoral no es aceptar una derrota y optar por la puerta de atrás. Eso es comprensible. Lo grosero es el modo de hacerlo. El fracaso exige mucha elegancia para no ser patético. Lo grotesco es que hayas decidido agredir a la patria, al pueblo, usar las siglas y la historia del “partido del pueblo” para protagonizar una espantada fachosa que regala argumentos a la conspiración pagada por la CIA.
Lo chusco es que te hayas negado a reconocer que fuiste cobarde para enfrentar la matriz opinión llamando a abstención generada desde los medios, esos mismos a los que acudiste a reclamar tu cuota de pantalla. Tú y tu CEN, fueron cobardes cuando habiendo decidido lo que es propio de un partido político: participar en una elecciones, jamás tuvieron el guáramo para batir un mondadientes, -asustados por perder la cuota de pantalla- a favor del CNE. Optaron por navegar, cobardemente, entre dos aguas. Estar con dios y el diablo. En nada diferían sus discursos de ataque implacable al CNE del proveniente de los que llaman al 350, las guarimbas y la “resistencia”. Al final, perdieron el chivo y el mecate. No lograron despertar el entusiasmo de sus bases, -¿cómo lograrlo si permanentemente llamaban tramposo al árbitro?. Para frustración de ustedes tampoco lograron el menor respeto del segmento golpista de la oposición y los medios que los desprecian.
No se atrevieron a confrontar la matriz de los medios y fueron derrotados por unos locos que definitivamente, más por desespero que por templados, han mantenido inexorablemente el mismo discurso, la misma propuesta. Has terminado por enterrar al partido de Andrés Eloy Blanco, Leonardo Ruiz Pineda, Carnevali, o el maestro Prieto, en el cementerio de los militares de Altamira, la gusanería mayamera y la excrescencia de hígado de rata que se agrupa en Bandera Roja. Hasta los lechuguinos, petimetres y pisaverdes de Primero Justicia (según tu arsenal de calificativos) han sido, por lo menos, un pelín más inteligentes y recios.
No te queda más que una cosa. La misma que le queda a tu “glorioso partido del pueblo”. Aquella que en su momento sirvió de título bufón al periódico de Teodoro para festejar el golpe de Carmona: ¡Chao AD!
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