La anunciada decisión presidencial de atacar el Amarillismo en los medios de comunicación privados en Venezuela a riesgo que lo llamen Dictador reaviva y oxigena viejo artículo de opinión, lo cierto es que Nicolás Maduro asuma o no decisiones al respecto siempre lo van a calificar de Dictador ya que el propósito de la mediática en Venezuela orientada por el Imperio y sus asesores es generar en el imaginario social una estigmatización contra el presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela para en consecuencia, generar “casquillos”, provocación, zancadilla, sacar de sus cabales, o enmascarar la derrota o debacle de la Mesa de la Unidad de la Ultraderecha en Venezuela, también persigue la dupla EE.UU y la Oligarquía apátrida propiciar una parálisis paradigmática e intimidación para que el gobierno pierda, la independencia y la iniciativa gubernamental e impidiendo el avance concreto hacia el Socialismo Bolivariano.
La habilidad del Comandante Supremo Hugo Chávez -y que Nicolás Maduro va asumiendo- es que atacaba en diversos frentes, de manera simultánea, de forma inmediata, mantenía como punto de honor la independencia y la iniciativa política, todo lo cual obstaculizó que el Imperio y la Oligarquía contaran con capacidad de respuestas, a la vez se le dificultaba descifrar las acciones chavistas en los múltiples escenarios de la confrontación de la lucha de clase.
En nuevos escenarios después de las estrepitosas derrotas electorales a la Ultraderecha, y la debacle de la MUD, el narcotráfico, el paramilitarismo y la delincuencia organizada pasaran a actuar como brazos ejecutores del Imperio y de la Ultraderecha en Venezuela, todo con el propósito de crear el desasosiego, la incertidumbre, la sensación de inseguridad para generar la desestabilización emocional del pueblo venezolano y la ingobernabilidad de Nicolás Maduro.
En atención a lo someramente dicho en párrafos anteriores, se mantiene en pie las preguntas:
¿Es exclusivamente una responsabilidad presidencial o es responsabilidad de un entramado institucional a todos los niveles de la Administración Pública Nacional y de los honestos sectores privados que apuestan al país, los cuales conjuntados o de manera particular son los que tienen que diagnosticar a tiempo y actuar en consecuencia contra el Amarillismo? ¿Es o no un problema político de inconmensurable dimensión que hay que asumir y corregir con la prontitud del caso? ¿Es inocente el apoyo de la mediática en Venezuela para contribuir con las súper poderosas dosis de amarillismo diario con la que se intoxica al pueblo venezolano? ¿La incursión de la élite eclesiástica en la política nacional ha desviado su acción pastoral siendo indiferentes a cómo se van descarriando jóvenes y la desintegración de hogares?
Pero sobretodo: ¿La industria cinematográfica del imperio, la televisión y los diarios privados en Venezuela propician y fomentan la violencia social?
Si. Si la propician. Propician la violencia social y la estimulan. Porque la mayoría de todos los contenidos de la filmografía imperialista están sustentados en acciones agresivas de índole social, familiar, policial, entre otros que reciben el calificativo de “películas de acción” donde la mayoría de las carátulas, así como los afiches de promoción y las mismas películas están teñidas de rojo, de sangre, de utilización de armas de fuego, de crímenes, drogas, narcotráfico, asesinatos, transgresión de las leyes y normas sociales, es en definitiva, una glorificación a la muerte y es la seducción con la que cultivan y cautivan, alienan a los y las jóvenes, como al resto de la población creando una cultura que queda a un paso de la tentación y de la delincuencia.
Según expertos en motivación y desarrollo personal parten de la idea que una persona que de manera permanente y sistemática esté viendo por televisión, cine, internet, videos y los famosos “quemaítos” películas de violencia durante doce meses es un equivalente a un proceso de formación cognitiva de un semestre académico en cualquier centro de estudio universitario.
Decimos nosotros con suma preocupación que los “centros de esparcimientos y recreación”, los “centros comerciales”, las televisoras, los cines capitalistas, están germinando en el seno de la sociedad y sobre todo en las futuras generaciones las semillas del resentimiento, de la autodestrucción y destruyendo lo más sagrado del ser humano, que es el derecho a la esperanza, a un futuro cierto, a la disminución de las incertidumbres.
No es pacatería o falso purismo, el problema de la violencia y la delincuencia tiene múltiples aristas, ya se aprobó una Ley por la Asamblea Nacional de Venezuela contra los juguetes bélicos que circulaban con toda libertad entre las y los niños creando una mentalidad propicia para la violencia. Falta legislar sobre la filmografía imperialista, la televisión y sobre el amarillismo, este renglón que aparentemente se ve sutil pero surte su efecto puesto que algunos delincuentes buscan llevar a cabo esos vastos conocimientos adquiridos además del valor agregado propio e inclusive desarrollan el ego a tal punto de vanagloriarse por ser reseñados por la prensa y la televisión.
Es importante, que las instituciones del Estado asuman su papel de fiscalización, control, entre ellas: el Seniat, Conatel, las alcaldías, gobernaciones, ministerios, sociedades de padres y representantes, comunidades organizadas, por mencionar algunas entre otras.
Vale destacar que EE.UU. después de los desastrosos resultados que obtuvo de la Guerra de Viet Nam en los años 60 apeló a films con contenido épico, glorificó el heroísmo estadounidense, quiso rehacer y elevar la moral de sus tropas y de su población quienes heridos en su orgullo imperial por tan abrumadora derrota militar, ética, diplomática y en la opinión pública a nivel mundial se propusieron realzar y exaltar la mística imperialista y galvanizar su espíritu de invencibilidad y se tornaron cada vez más agresivos e insolentes.
En sentido contrario también utilizan los medios de comunicación su arsenal según las necesidades, así como direccionar para sembrar –repetimos- la semilla de la destrucción, de la autodestrucción de una sociedad, así como desmoralizar a un pueblo, a sus jóvenes, inducir al consumo de drogas, elevar el individualismo, el egoísmo, el consumismo, el placer fútil, además del culto al dolor ajeno.
E inclusive el mundo artístico cultural contestatario o no, fue inducido al consumo de drogas, fama, éxito banal y transitorio para así mitigar el alcance y proyección de nuevas formar irreverentes de ver el mundo. Algunos artistas, cultores marcaron distancia y no cayeron víctimas de esa seducción perversa imperial y/o comunicacional.
En nuestro caso, hay que tomar medidas a tiempo y esas medidas son la resultante de la consulta abierta a la sociedad para que Venezuela sea territorio de paz y convivencia.
¿Pero a quién o quienes no les conviene esa forma de vida? ¿Quién o quiénes se beneficia del caos social?
Cuotas importantes de jóvenes deambulan sin esperanza y sin valores, resentidos por no tener los bienes materiales que los medios de comunicación privados dicen que deben tener para ser felices, todo lo cual es abono para la delincuencia.
La revolución debe tomar decisiones y acciones porque cuando se marchita un o una joven, se marchita una flor, acaba la vida…se acaba el futuro…